Por: Àlex Guimerà
En una época carente de iconos contraculturales y en la que la imposición comercial y la crítica social parecen planificados, resulta un alivio encontrarse con el crecimiento de tipos como Ezra Furman.
Para quienes no le conozcan, el tipo en cuestión es un cantante y compositor transgénero de apenas 31 años, nacido en el seno de una familia judía de Chicago, que un buen día decidió romper todas las cadenas sociales y religiosas para emprender una carrera musical que arrancó en 2007 y que ha arrojado media docena de álbumes y EPs, alcanzando su cénit con el formidable "Perpetual Motion People" (2015).
Dotado de una capacidad inaudita para crear canciones, logra remozarlas a su gusto tomando influencias de aquí y de allá: desde el doo-wop de los cincuenta al vanguardismo de la Velvet Underground; el glam de los setenta, el garage o el indie más moderno.
Pero el tipo en cuestión no quería que le encasillaran ni que le compararan con ninguno de sus referentes. Para ello da nombre a su banda habitual como The Visions y se va a los estudios Ballistico de Chicago con un puñado de nuevas creaciones bajo el brazo y la intención de comenzar de nuevo.
Es así como se gesta este ""Transangelic Exodous" producido por Tim Sandusky (quien también toca el saxo en el disco) y editado por el sello Bella Union. Con una temática compleja que exorciza todos sus demonios personales (rechazo social, inseguridades, judaísmo, homosexualidad...) a la vez que intenta retratar su visión pesimista de la sociedad, el disco acaba repitiendo fórmulas anteriores de su autor, aunque si en su anterior entrega el vitalismo y los colores imperaban, en lo nuevo mandan las zonas los oscuras y deprimentes. Eso sí, aparecen fabulosamente empaquetadas y con loable tratamiento instrumental.
Hay que destacar "Love You So Bad", pieza insigne del álbum: pletórica, de fornidos violines, marchosa y pegadiza. Sin duda será uno de sus hits de futuro, aunque no debe de eclipsar al desgarro de "Driving Down To L.A." , los redobles y gritos de "The Great Unknown", el caos new age de "Maraschino-Red Dress $ 8.99 at Goodwill" , la somnolencia de "From A Beach House" o el blues post-moderno de "Come Here Get Away From Here"; pero sobre todo a "Suck The Blood From My Wound", que suena como la versión grunge de los primeros MGMT (ritmillo inclusive), con una letra metafórica sobre un ángel repudiado por la sociedad,"No Place", con unas percusiones y un frenesí que recrean la angustia de Joy Division bajo un sinte futurista digno de Jean Michelle Jarre, o la delicadeza y desnudez de "Psalm 151" y "Compulsive Liar", donde los sentimientos se desnudan entre ritmos y climas dignos de Radiohead.
Un disco que no dejará indiferente, ideal para degustar con los cascos y entre la oscuridad, para dejarse llevar hacia territorios tenebrosos y asfixiantes.
Luego veremos a su autor tocar en festivales de verano eclipsado por los cabezas de cartel, bajo un vestido vintage de mujer, luciendo un collar y pendientes de perlas, tinte en cabeza y aporreando la guitarra al son de sus saltos. Y será el tipo raro del lugar sin duda, la comparsa de los artistas más conocidos, pero nadie se resistirá a unas canciones tan directas como complejas, que miran hacia el pasado y el futuro del pop, y que son un precioso estandarte de una lucha por el inconformismo que nunca debería de desaparecer.