Festivas y bailables. Desinhibidas y descaradas. Y una vez más hedonistas y altamente disfrutables. Carne de festival y de llenazo en salas noche a noche. Madrugada a madrugada…Señores y señoras, otra vez más lo han vuelto a hacer y de nuevo la fórmula les vuelve a funcionar a las mil maravillas.
Es lo que se nos viene en la cabeza al escuchar "Furor", la cuarta entrega de los murcianos Varry Brava, que ve la luz con algo más de un año de distancia con respecto a su anterior entrega, "Safari Emocional", con el que lograron asentarse en la primera división de nuestra música pop, reivindicando su lenguaje elegante y un espíritu vital descaradamente hortera, para deleite de todos aquellos que hemos entendido su propuesta en su justa medida.
Y es que ahora vuelven con una vuelta de tuerca en su sonido y filosofía, devolviéndonos la sonrisa más fiestera al rostro, entre secuencias, teclados ochenteros y ambientaciones que una vez más nos invitan a disfrutar de las luces de neón, copita en mano, para que entre envites amorosos, hagamos de nuestras vidas una celebración colosal.
Comienzan dándolo todo, invitando a la acción en "Un Nuevo Giro", entre aromas a electro italiano, al estilo de su amado Pino D`Angió, jugando la baza de lo sentimental, tanto en lo amoroso como en la referencia al mítico Rock-Ola, modernizando el sonido con "El Sitio Perfecto", con un Óscar cantando con gran seguridad y aplomo, en una festiva historia de amor, claro contrapunto a "La Ruta del Amor", fantástico hit bailable con claro homenaje en su sonido, letra y actitud al espíritu levantino que dio vida a la Ruta del Bakalao, con referencias a las míticas salas de la noche valenciana que seguro hará aflorar la baza de la nostalgia en más de uno, de hecho sabemos que es un tema que ha gustado mucho al no menos mítico Chimo Bayo.
En "Las Noches Fugaces", se dejan arrastrar por el espíritu de los Queen de "Kind of Magic", con la adolescencia a modo de recuerdo y la plenitud en el disparadero, en el marco de un relato relativamente crudo, retomando el pulso y la electricidad en "Nada Personal", con un deje costumbrista que habla de la necesidad de quebrar ciertos tabúes, tamizando de modernidad la herencia dejada por La Mode, antes de tirar de sofisticación en la liviana "400 Bailes", quizás la más sencilla en cuanto a texto se refiere.
Altamente satisfactorio es escuchar "Satánica", con unos aires oscuros que les acercan a bandas tan dispares como Alaska y Pegamoides, Décima Víctima y hasta al gran Tino Casal, tanto en la forma como en el fondo, y "12&Medio", otro truquito de la factoría Varry Brava, con un claro sabor nostálgico, entre programaciones y secuencias que no esconden ansias electrónicas.
Hacia el final del minutaje encontramos "Medalla", uno de esos temas que uno asocia al sonido de la banda sí o sí, con ritmo y con tino, aunque en primeras escuchas queda en una segunda línea, y la sorprendente "Adiós", con un progresión que va creciendo y sobredimensionándose, entre la acertada producción de Raúl de Lara, quien ya se hiciera cargo de ésta labor en "Demasié", acercándose por momentos a The Killers y con referencias a Mecano, que marcan el final de un trabajo al que será obligatorio volver viernes y sábado camino de la mejor de las fiestas.
Varry Brava vuelven a entregarnos con "Furor" una efectiva colección de canciones con las que maquearnos, de las que invitan a salir a mover nuestros píes sin vacilar, haciendo una celebración de la vida cada fin de semana. El resultado final oscila entre lo elegante, por llamativo y convincente, y la horterada bien entendida, sabiamente asimilada y que invita a participar de la misma a terceros para una farra que se antojará memorable.
Hace ya muchos años que seguimos la pista a Óscar, Aarón y Vicente por lo que tenemos más que claro que su poder de convicción, el mismo que nos deslumbró en nuestra primera charla, sigue intacto, escribiendo en cada capítulo, en cada disco, la historia más interesante y descarada de nuestro pop reciente. Que no abandonen la senda, por favor. Es un ruego.