Da la sensación que desde su vuelta a los escenarios Elefantes viven en un permanente estado de gracia tanto compositivo, algo que sin lugar a dudas confirman sus tres últimos trabajos de estudios -entre los que desde ya incluimos su nuevo catálogo, "La Primera Luz del Día", del que más adelante daremos cuenta- como en lo que a popularidad se refiere, ya que el regreso a la tablas de los barceloneses ha sido muy celebrado por el público, abrazando con ganas a la banda en lo que sugiere el reencuentro con un viejo amigo que no se ve desde hace largo, pero con el que había ganas de coincidir una vez más
Quizás todos esos parabienes tengan una fácil respuesta a poco que uno investigue en la discografía del cuarteto, marcada por unas coordenadas musicales donde la sinceridad y las buenas canciones, con arraigo en el pop-rock de origen británico, aderezado por la cercanía y el calor de clara raíz hispana, siempre estuvo presente en unas composiciones de lo más vitales que se mueven entre los tonos soleados y retazos más oscuros sabiamente combinados.
Si uno atiende a la suma de esos parámetros antes mencionados le será fácil esbozar un gesto de franca satisfacción con el resultado que desprende la escucha de "La Primera Luz del Día"; un trabajo por momentos luminoso, de mensajes francos repletos de positividad, donde una vez más es rastreable el influjo de un pop-rock de hondura, en el caminaron con anterioridad los propios Elefantes, con el permiso de Los Burros, El Último de la Fila, Triana y Los Brincos, en el que hallamos ecos de los poemas de Lorca y Alberti, entre ramalazos indisimulados de flamenco y canción melódica, expresadas con la absoluta libertad del que ha vivido y se siente a gusto en su envidiable madurez, además de un innegable barniz de modernidad que les acerca a paisanos como Sidonie, e inclusive Joe La Reina, y tics que siguen la estela de sus amados The Cure.
Es en ese paisaje de ambientes catalano/andaluces y mirada mediterránea expansiva, esa que va de Girona a Huelva, donde disfrutaremos de la apertura eléctrica instrumental de aromas tradicionales de la titular "La Primera Luz del Día", que sin solución de continuidad da alternativa a "Donde Haya Silencio", arrebatadora y cegadora, un himno de personal emoción, en una línea similar se mueve "Mis Sueños", toda una inyección de moral con arreglos de viento y aires soul, dan contrapunto a "Isabel", con su guitarra acústica sujetando el tema, arropada de una letra, llana y sincera, que es pura poesía, fantasía pura, quizás la canción más hermosa de todas.
El single de adelanto "Cada Vez" nos muestra a unos Elefantes reconocibles en un corte que habla de la posibilidad de reinventarse a diario, contagiosa y soleada con sus guitarras innegablemente cercanas a The Byrds, como clara contraposición a lo que encontramos en "Alma", abierta entre secuencias y una guitarra que llora, introspectiva y de ambientes trágicos, hasta reproducirse en corte melódico que se cierra en tonos experimentales y casi sinfónicos, enlazando así con "Dame la Mano" donde se aproximan a formas de hacer cercanas a las de sus amigos Sidonie.
Timbales de guerra y palmas aflamencadas abren "Vuelo en Avestruz" en contraposición a un bajo machacón, apertura que rompe en lereles en el marco de un tema de ambientes alegres y letra combativamente dolorosa, rebajando la tensión en "Loco", donde vuelven las guitarras cristalinas, se rastrea la mejor influencia de la banda liderada por Robert Smith, para hablarnos de nuestro derecho a ejercer la libertad y amar, repitiendo estructuras en "Quiero", otra diáfana canción de base pop.
El tono se convierte en más confesional al menos en apariencia, pues nos acercamos al final, con "Al Oscurecer", asentada en un piano y secuencias que van creciendo hasta proyectarse al cielo, cerrando de nuevo con un toque instrumental en "La Primera Luz del nuevo Día", más calmada y reposada, anticipo de un bonus track oculto que invito a descubrir desde aquí, y del que no diré nada salvo que es realmente sorprendente.
Vuelven Elefantes a firmar un trabajo que consigue dejar por momentos la respiración entrecortada, llamando la atención y emocionando como en sus mejores entregas. Reivindica el cuarteto barcelonés la música, entendida desde su más variada acepción, sabiendo seguir la estela de la tradición, observada y cantada desde su peculiar prisma, sin renegar de la experimentación y siendo siempre ellos mismos. Saben sonar familiares y novedosos, profundamente catalanes, cantando en castellano y sonando a banda netamente hispana. Un disco que es claro ejemplo de luminosidad y convivencia en días oscuros, de ausencia de comunicación y sectarismos. Un mensaje muy a tener en cuenta.