Por: Artemio Payá
Quizá mi percepción sea errónea pero pienso que a pesar de vernos sometidos a un tsunami catódico de abominables karaokes de mercadillo diseñados por y para mermados musicales de nula exigencia, la escena independiente de nuestro país goza de una inmejorable salud, y es cada vez más difícil elegir un top ten anual de discos cantados en la lengua de Cervantes. No sólo eso, sino que cuando acudes a los conciertos ya no son siempre en cochambrosas salas en la que se dan cita los colegas de la banda.
Da la sensación de que como ha sucedido con la política, la gente prefiere mirar hacia otras propuestas dentro del así llamado "indie", una odiosa etiqueta del tamaño de Mercamadrid en la que se incluye a bandas de diversos y antagónicos estilos siempre y cuando no sean grupos de pop de-toda-la-vida o músicas más extremas. Justo en la frontera es dónde habitan Black Islands, que si bien parten del sustrato pop visten su música con una cruda producción de robustas guitarras que les emparenta en ocasiones con el garage o el punk.
En "Disco Nuevo", su segundo trabajo, no hay virajes de sonido pero si de idioma con respecto a su debut. Aquí solo les escuchamos cantando en castellano y de esta forma podemos disfrutar no sólo de su excitante sonido sino también sus entretenidas letras a medio camino entre lo naif y el surrealismo. Musicalmente se les podría emparentar con la hornada más energética de los noventa en cortes como "Playa Interior" o la vigorosa "Transfobia"; se atreven además con escabrosos temas como la religión ("Ora Pro Nobis") o los toros ("Reino Animal") y dejan por el camino unas cuantas canciones con vocación de himno como por ejemplo "Juventud Perdida" que contiene un embriagador dueto vocal con aroma a The Jesus and Mary Chain.
El tiempo dirá si con este "Disco Nuevo" se hace realidad su canción "Chaqueta de Entretiempo" y este trabajo nuevo se convierte en un disco infinito por el cual nunca pasa el tiempo. A mi de momento me ha parecido fantástico.