Qué labor tan altamente emocionante y satisfactoria la de bucear en las páginas de "Fiebre de Vivir" -Efe Eme-, el libro firmado por el incombustible Jesús Ordovás. Su lectura es tan embriagadora y reivindicativa que en ciertos pasajes hasta hace surgir un cierto deje de orgullo patrio. Y es que repasar la historia de nuestra música a través de un buen número de entrevistas y artículos de opinión firmados por uno de los grandes periodistas de la piel de toro, recorriendo parte de los proyectos más interesantes aquí surgidos, te deja un sabor de boca más que dulce.
La verdad es que cuando uno se declara melómano empedernido, o más bien fan de la cultura pop en su más amplia acepción, es sencillo encontrarse ante la necesidad vital de leer obras de arqueología musical con relativa frecuencia, más que nada para calmar una ansias de conocimiento que a veces parecen no tener fin.
Es ahí donde aparece el gran Jesús quien se sumerge hasta el fondo del asunto, para mostrarnos los orígenes de todo el entramado de artistas, bandas, sellos, festivales incipientes y salas que programaban algo tan contracultural como rock; unas infraestructuras que hoy nos encontramos altamente desarrolladas, pero que en su día no existían, en el marco de un país que se movía a tirones, enfilando año a año el camino hacia el aperturismo denegado durante cuarenta años.
Con la más absoluta falta de medios por bandera, en muchos casos sin un mínimo de organización, elementos que no obstaculizaron la aparición de propuestas culturales de lo más variopinto que fueron tomando cariz épico en muchos casos, y que a día de hoy representan algunas de las cumbres más altas dentro de lo que conocemos como mundillo pop-rockero, porque es innegable que citar a Triana, Los Bravos o sellos del estilo Gong implica mirar muy arriba en nuestro escalafón, brindando una serie de nombres cuyo legado sigue resplandeciendo hoy día con brillantez.
No negaré que "Fiebre de Vivir" encierra joyas de muchos quilates en su interior en formato entrevista. Es difícil no emocionarse al llegar a los capítulos en que toman voz Fernando Arbex o Miguel Ríos, dos figuras de sobra conocidas que merecen reivindicaciones y flores eternas, firmando documentos que por sí mismos bien justificarían la inversión realizada al comprar tan maravillosa obra.
La realidad es que cada día uno tiene la sensación de que se va haciendo mayor, y con la claridad que le brindas los años y las experiencias vividas, se da cuenta de que en mitad del recorrido es casi igual de necesario tener claro cuál es el punto de origen y cuál es el destino. "Fiebre de Vivir" nos muestra dónde comenzó todo, con rigor y sabiendo tocar las fibras sensibles, mientras aporta muchos datos, ensanchado nuestras orejas y enriqueciendo nuestro bagaje, algo tan necesario para tanto pipiolo que va de periodista en la actualidad, además de rescatando del jodido olvido nombres esenciales de nuestra música. Cuidado, esenciales con mayúsculas.
El destino de ese viaje es sin duda la música que se está facturando hoy, ahora, los lanzamientos que tendrán lugar durante estas semanas y Jesús Ordovás nos muestra lo que hemos sido, señores, y nos dicta con su amplio conocimiento, sin afección ni pretenciosidad, a quién debemos agradecerles según qué cosas. Quizás no estaría demás leer su obra varias veces, sobre todo aficionados y amagos de periodistas- me refiero a aquellos con muchos amigos en redes sociales y escasos discos de valor en sus estanterías, no a los de talento real que son muchos y deben ser cuidados- tomar apuntes y darnos cuenta de quiénes fueron nuestros maestros en todos los ámbitos.
Además añadiré que con ésta maravillosa lectura yo he sacado en claro algo y no es otra cosa que el hecho de que aún nos quedan muchas lecciones a las que asistir. Sobre todo si algunos queremos aspirar a escribir libros que lleguen a la suela de los zapatos a éste "Fiebre de Vivir". Una vez más, gracias, Jesús.
Además añadiré que con ésta maravillosa lectura yo he sacado en claro algo y no es otra cosa que el hecho de que aún nos quedan muchas lecciones a las que asistir. Sobre todo si algunos queremos aspirar a escribir libros que lleguen a la suela de los zapatos a éste "Fiebre de Vivir". Una vez más, gracias, Jesús.