Por: Javier González/ Jorge Bravo Crespo
Foto: Jorge Bravo Crespo
Si hablamos de una de las grandes bandas del movimiento mod nacional, a buen seguro que al melómano empedernido se le vendrá a la cabeza el nombre de Los Elegantes; cumbres de nuestra escena, dueños de una trayectoria impecable, repleta de grandes himnos pop que hoy en día siguen reluciendo como en primeras escuchas.
Unas canciones que ahora vuelven a estar en el candelero gracias a la edición de "¡Ponte ya a Bailar! Mis Años de Revuelta Mod con Los Elegantes" (Ediciones Chelsea), el espectacular libro firmado por Emilio J. López, una de las caras reconocibles de la banda, que con un estilo fresco y directo, da vida a una obra que recorre parte de los pasajes más interesantes, divertidos y dolorosamente sinceros que alumbraron nuestra música en los años ochenta, todo ello contado desde el particular y divertido prisma Elegante.
Semanas atrás nos citamos con Emilio en el centro de Madrid, la ciudad que le vio nacer, para que nos hablara con total afabilidad de una obra de espectacular presentación y gran valor, que nos brindó la oportunidad de conocer más de cerca a un mito de lo más locuaz y cercano, al que quizás volvamos a ver encima de los escenarios con mayor regularidad gracias a la colaboración con Los Disparos que próximamente verá la luz de la mano de Subterfuge.
¿En qué momento y de qué forma surge la idea de elaborar "¡Ponte ya a Bailar! Mis Años de Revuelta Mod con Los Elegantes"?
Emilio: Surgió de forma inesperada. En mi caso fue gracias a Facebook donde contactó conmigo Álex Diez, Cooper. Le conocía desde el año 1984 cuando Los Elegantes fuimos a tocar a León y él tocaba en Ópera Prima. Fue quien me tentó con la idea de un libro. En aquel momento ni me lo planteaba, ya que en ningún momento creí que hablar de todo lo sucedido a lo largo de aquellos años pudiera tener un interés real. El tema es que él me lo fue planteando de una manera muy sugerente y me enganchó. Siempre le he tenido un gran cariño personal, además se conjugó todo con un planteamiento interno muy interesante que acabó dando forma al libro. La realidad es que yo no confiaba en evocar con tanta precisión todo lo sucedido. Ha ido ocurriendo con mucha naturalidad. Ya no hablo de precisiones del recuerdo, si no que fuimos a más y hubo mucha exactitud. Tiramos desde los primeros años de nuestra música, tomando como eje “El Ponte ya a Bailar!”, para hablar de mis recuerdos. No queríamos hablar de La Movida ni de la Nueva Ola. Comenzamos, viendo qué ocurría, lo que pasa es que soy muy disciplinado y si me comprometo con algo me gusta terminarlo. Fui viendo si lo que escribía tenía interés real, ya no para nadie, si no para mí mismo. En cuanto me di cuenta de que así era, todo fue más sencillo.
Te has marcado un libro muy fresco y directo. ¿No sé si existía una premisa previa de que así fuera o surgió sin más?
Emilio: No había ninguna referencia anterior. No hubo trabajo de campo. No había un cuaderno anterior con ideas. Hubiera sido lento. Creo que hubiera perdido el tono y la frescura a la que haces referencia. Estamos ante un libro fresco, descarado, con vocación de ser directo que cuenta una historia personal. Yo no soy un súper ventas, ni estoy más allá de nada. No quería ser pesado. Sí directo y sencillo. Me he basado solo en mi memoria, sin recurrir a internet, así que creo que he salido reforzado. La memoria me ha hecho llevarme una alegría y recordar cosas que he creído interesantes y pensé que había olvidado. Me ponía frente a la hoja de texto, con la canción de cada capitulo, y dejaba que me llevara de un recuerdo a otro. En el proceso de búsqueda iba anotando todo lo que me venía de golpe. Pero no hubo un trabajo previo. Me he aprovechado de la inercia inicial escribiendo a diario. Una vez que salió el primer párrafo, el que da el tono, el foco que ilumina todo, con ese boceto, me dije ya tengo el tono. Algo confesional, directo, con humor, ya te digo, que no fuera pesado.
Rememoras casi desde el comienzo los orígenes de la banda. ¿Qué has sentido al volver a echar atrás esa mirada?
Emilio: Echar la mirada atrás me llevó de nuevo al colegio. No pensaba ir tan atrás, pero di con ese párrafo inicial que dice “me hice mod y del Atleti, podría haber sido peor”, que me dio el tono. Creo que cualquiera que tenga familia del Atleti sabe que eso marca mucho. (Risas) Escribir éste libro ha sido una aventura, algo tremendo. Hubo momentos que me costaba desempeñar mi trabajo en Efe con regularidad. Y es que una vez que abres la puerta de los recuerdos que crees olvidados cuesta volver al día a día. Mentalmente hice vida monacal. Desde la mañana hasta la noche andaba a todas horas con esto en la cabeza. En sueños me despertaba recordando nombres de gente. No quería llamar a nadie, ni buscar en la red. En mitad de la noche cogía el boli y anotaba en el bloc los nombres que se me venían a la mente. Llegué a tal punto que añadí alguna cosa cuando creía haber terminado, pero salían tantas aventuras más que podría haber seguido. Me tiré quince días con recuerdos y anécdotas que quizás debía haber añadido. Creo que hay cosas fuera que quizás podrían haber tenido hueco, aunque el groso del relato estaba más que armado y era muy interesante tal y como ha quedado. Es un libro que se lee bien y que te hace divertir. Todos los de la colección son de ese estilo.
Hablas de un Madrid huérfano de sellos, con sus aires de libertad y de tantas otras cosas por construir hacer y construir. ¿Cómo era nuestra ciudad por aquel entonces?
Emilio: Había un gran impulso vital. Se notaba el entusiasmo, la exaltación, creíamos que todo se podía conseguir. Los primeros ochenta eran un "melting point". Había de todo: música, arte, exposiciones, fotografía, etc... Había muchas cosas interesantes. Desde el mundo grafico a la música, todo se retroalimentaba. Todo en un Madrid, que a diferencia de ahora, tenía una gran creatividad y unas enormes ganas de vivir. Estaba alejado de cualquier expresión negativa y de violencia como las que veo ahora. Recuerdo a Aviador Dro diciendo aquello de “Nuclear Sí”…ahora te mandarían al ostracismo. Había un mayor descaro, un mayor atractivo de las personalidades. Desde Alaska, Alberto García Alix, Álex de la Iglesia…un montón de gente… no había resentimiento. No te autoimponías tapones, ni odios…
En el mismo hablas de un montón de salas como Sol, El Escalón, Rock-Ola y El Penta…y un sinfín de bandas, Parálisis, Los Nikis… además de los colegios mayores ¿Eres de los que cree que cualquier tiempo pasado fue mejor?
Emilio: Aquella época era increíble. Teníamos un montón de salas y programas donde la música tenía cabida. Nosotros éramos mod, la minoría dentro de la nueva ola. Había programas como La Edad de Oro, al que sabíamos que no iríamos por concepto, ya que ellos eran más de Radio Futura, pero daba igual. Teníamos Caja de Ritmos, Popgrama, había una hermandad entre las bandas. A mí las invocaciones nostálgicas no me gustan, en el libro hay nostalgia alegre, de las ganas de vivir el momento. Puedes ver que se habla de un momento único, aunque jamás he perdido las ganas de vivir el momento. Scott Fitzgerald decía que no hay momentos mediocres sino observadores mediocres. Para mí es el pre-mod de todo. Era un buen músico, escribía de maravilla. Es el modelo de delicadeza, estlio, clase, brillantez. Tuvo una vida dura y no tuvo resentimiento, jamás. Como periodista trato de vivir el momento y buscar lo que me atrae. Ahora al releer el libro me he dado cuenta de que es un homenaje de superviviente. Me he dado cuenta de que falta mucha gente, que ahora está muerta, que menciono en el libro con mucho cariño. Aquí se habla de actuaciones en directo, accidentes, comidas, cenas, drogas, música, amigos…pero por encima de todo, del anhelo de crear y de vivir.
Hablas de que como jóvenes, os daba igual el negocio y de que estabais alejados de las partes más oscuras del negocio, como la payola que hacía que los discos fueran conocidos y sonaran en las radios comerciales a cambio de la cesión de derechos.
Emilio: Es una realidad, existía la cesión de los derechos editoriales a cambio de que tu disco sonara y hasta fuera disco rojo… el dineral que habrán hecho con la mordida…Yo siempre he pensado cuánto dinero se habrán llevado. Para nosotros la cadena Ser era la cadena hortera. La Movida fue un antídoto contra la música hortera y lacrimógena de los 40. Contra el rock sinfónico, contra la trascendencia de la canción protesta. Salimos nosotros que éramos cínicos de pura ingenuidad, para luchar contra esas bandas y artistas que nos daban enorme pereza. Éramos el descaro, la frescura, la falta de prejuicios. No queríamos ser intelectuales. Da igual que fuéramos Kaka de Luxe o Ejecutivos Agresivos. Había horror hacia aquello. Creo que en la vida la elección de descartes es algo fundamental, para que el resultado que ves con los años te sea asumible a ti mismo una vez que te analizas. Todos hemos hecho descartes. Da igual que hagas la elección a los veinte años o a los setenta. Scott Fitzgerald, por ejemplo, jamás hubiera votado a Podemos. (Risas)
¿Creéis que aquella actitud hizo que Los Elegantes no fueran una banda más mediáticos?
Emilio: Hacer ahora una valoración de qué habría ocurrido no tendría sentido. Aquello me llenó tanto que no me hacía falta nada más. Lo digo en el libro, había una sana inconsciencia, una absoluta falta de astucia, sobre todo a la hora de pulir algunas cosas que quizás nos hubieran hecho más conocidos. Los Who lo hicieron para entrar en el mercado, Pete Townshend, escribió "Substitute" para que entrara en radios. Nosotros éramos muy radicales. Quizás todo hubiera sido diferente. Ya te digo que no hubiera cambiado lo vivido. Aunque de tener más éxito también te digo que yo no hubiera sobrevivido. Mi madre al leer el libro se ha asustado al ver ciertas cosas que hacíamos. Creo que teníamos a nuestro ángel de la guarda muy quemado y haber jugado más a los dados quizás nos habría salido mal.
Había una gran relación entre Mario Tenia y Los Solitarios, Los Secretos, Nacha… y vosotros… ¿Nunca os faltaron amigos?
Emilio: El libro transmite camaradería. Éramos muy individualistas, aunque teníamos corazón enorme que hacía que hubiera gran relación con muchos músicos de aquel momento.
Y hasta hay un pasaje que a mí me obligó a dejar de leer el libro momentáneamente, me refiero a cuando narras el fatal accidente de Canito…
Emilio: En cierta medida me gusta que me hayas dicho eso. Es un gran elogio, por la capacidad de transmitir que me hace ver que encierra el libro. De verdad, muchas gracias. El hecho de que hayas tenido que cerrar el libro, es mucho para alguien que escribe un texto menor. En su momento fue muy bonito poder tocar el libro, venir a cosas muy puntuales a Madrid, y encontrar a gente que demuestra cariño a las canciones, al libro… De un tiempo a ésta parte, gracias a Álex, que es el canalizador de todo, me he encontrado con gente que me ha brindado la oportunidad de saber que les gusta todo aquello que no se ha desvirtuado. Gente que está hastiada de las cosas que ve en la vida y en la música. Fue bonito encontrar con gente que entronca con el espíritu auténtico de todo aquel período y de lo que se narra. Mira que a lo mejor resulta que todo esto sí tiene interés. Ten en cuenta que desde Miami lo veo en la distancia. Además he contado algo íntimo que sabía que iba a leer mi madre, que es mayor, no debía darle disgustos y he corrido el riesgo de que me diga, Hijo, te metías drogas así…Te liaste en Segovia con aquella chica y te fuiste sin pagar en el parador. (Risas)
Si hay una canción que tiene un capítulo que la lanza directamente a la eternidad, es sin duda "La Calle del Ritmo"…
Emilio: Indudablemente si tengo que elegir una canción… es "La Calle del Ritmo", es la quintaesencia de lo que éramos. De un momento feliz, de exaltación, de casi andar sin tocar el suelo. En realidad en aquellos años consumíamos anfetas y tratabas de acostarte con muchas chicas, pero creo que en realidad eran las ansias de hacer cosas, de motivarte, las que te removían. Daba igual que fuera la música, viajes, fotografías, etc... La Calle del Ritmo, me trae recuerdos de brutal felicidad. Aún recuerdo el momento en que se compuso, estaba chutado de endorfinas, no podía estar quieto. Hay un chico de Alcazar de San Juan que me dijo en una ocasión que cuando salió la canción la ponían en todos los bares, de tal manera que la calle se llama así, La Calle del Ritmo. También hay un programa que se llama así. Creo que es una canción que ha tocado a mucha gente por dentro.
En el libro salen a relucir unas cuantas curiosidades que nada tienen que ver con la música, una es que tu familia está relacionada con el restaurante Botín uno de los más antiguos de Europa.
Emilio: Mi familia sigue ostentando la propiedad del restaurante botín que es el más antiguo del mundo, data de 1725. Ahora lo llevan dos primos míos. La verdad que lo llevo con orgullo y con muy buen apetito.
Y hay otra pasión que no es musical, pero que solo es comparable a nuestro amor por la música. Hablo del Atlético de Madrid el equipo de nuestros amores. ¿De verdad era tu padre amigo de Luis Aragonés?
Emilio: Mi padre era amigo de Luis Aragonés y de muchos más jugadores del Atlético de Madrid. Muchas tardes quedaban en la Cava Baja con la intención de echar la partida de cartas. Ser del Atleti te curte en la vida y a la hora de formar una banda, te curte a la hora de sacar lo bueno de las situaciones adversas…Recuerdo que cuando acabábamos las galas con Los Elegantes yo siempre desaparecía, Juanma decía que la gala era una mierda y que porqué me iba. Yo le decía que si salía bien, salía a celebrar, y si salía mal a olvidar. No me quedaba en hotel. Tantas desdichas desde la perdida de la Copa de Europa en Bruselas marcan muy fuertemente a la hinchada rojiblanca. Aquella derrota obligó a mi padre a estar tres días seguidos vestido dentro de la cama sin moverse. Al tercer día se levantó y se fue a tomar algo con los amigos, algo que nos hizo ver que se encontraba bien. Creo que el Atleti es la vida. Y con sus enseñanzas, he aprendido que hay salida de casi todas las situaciones en la vida.
Me ha sorprendido ver en el libro que el nombre de Los Elegantes aparezca relacionado con el de Amador Mohedano. ¿Cómo es que era vuestro road manager?
Emilio: Amador fue nuestro road manager. En el libro hablo de un accidente que tuvimos volviendo de una gala. El mismo día del accidente nos decía que había que pagarlo, sin preguntarnos cómo estábamos. Se había mamado y nos dejó tirados. Nos decía que no podía levantarse. Juanma y yo nos fuimos desde Punta Umbría, en pleno verano, sin dormir, hasta a Madrid y nos dimos un buen golpe. No se levantó, nos dio las llaves del coche desde la cama, sacó la zarpa y nos dio la llave. El tío no se preocupó de si estábamos bien o mal. No pegaba nada con nosotros. Estaba en la oficina que nos llevaba en el año 1984, de la que no recuerdo el nombre. El caso es que sí, era nuestro road manager. (Carcajadas)
Actualmente andas inmerso en una colaboración con Los Disparos. ¿Cómo surgió todo y en qué consistirá exactamente?
Emilio: Para ésta vuelta a mis orígenes han tenido mucho que ver dos personas. Alex, al que ya hemos citado varias veces, y Felipe de Los Disparos, ya que alguien dijo en su día que sonaban parecidos a Los Elegantes. Un día hablé con Felipe y me dijo que me había mandado una letra y una melodía. Nos mandamos varios archivos hasta que surgió una canción. Al hacerlo, me activé y tiré de algunas melodías para hacer “Pájaros en la Cabeza”, solo letra y melodía. Más tarde le invité a que continuara, y él me mandó los acordes de guitarra. Así surgieron las dos canciones que hemos grabado para Subterfuge, que saldrán en unas semanas como parte de un single.
¿Crees que será el comienzo de una colaboración musical continuada?
Emilio: Nunca se sabe. No soy corredor de cien metros. Me dije a mi mismo que quería hacer más canciones. Ahora tengo varias estructuras y letras. Ya veremos qué ocurre con éstas dos canciones y veremos si se puede entrar a fondo en algo más.
¿Crees que habrá ocasión de que volvamos a hablar con motivo de la continuación de éste libro?
Emilio: Me encantaría volver a hablar con vosotros, y seguir hablando de música y de nuevos proyectos. Mientras uno escuche canciones que te toquen por dentro debe seguir haciéndolo, de la misma manera que si escribe o canta. Es algo que he aprendido que me ha servido en el periodismo. No busco el visto bueno de nadie, escribo y si me gusta, tiro para adelante. Creo que con las canciones ocurre lo mismo. Si te gusta y te emociona, no necesitas más. A veces das las gracias de que haya gente que haya escrito canciones tan bonitas y nos las haya legado. Creo que esa pasión es algo fundamental que no se debe perder. Si pones el piloto automático, todo se vuelve insípido. Estoy deseando que Álex me presente nuevas bandas a seguir de las que él tanto conoces, para mí es fundamental seguir descubriendo y sentirme vivo.
Foto: Jorge Bravo Crespo
Si hablamos de una de las grandes bandas del movimiento mod nacional, a buen seguro que al melómano empedernido se le vendrá a la cabeza el nombre de Los Elegantes; cumbres de nuestra escena, dueños de una trayectoria impecable, repleta de grandes himnos pop que hoy en día siguen reluciendo como en primeras escuchas.
Unas canciones que ahora vuelven a estar en el candelero gracias a la edición de "¡Ponte ya a Bailar! Mis Años de Revuelta Mod con Los Elegantes" (Ediciones Chelsea), el espectacular libro firmado por Emilio J. López, una de las caras reconocibles de la banda, que con un estilo fresco y directo, da vida a una obra que recorre parte de los pasajes más interesantes, divertidos y dolorosamente sinceros que alumbraron nuestra música en los años ochenta, todo ello contado desde el particular y divertido prisma Elegante.
Semanas atrás nos citamos con Emilio en el centro de Madrid, la ciudad que le vio nacer, para que nos hablara con total afabilidad de una obra de espectacular presentación y gran valor, que nos brindó la oportunidad de conocer más de cerca a un mito de lo más locuaz y cercano, al que quizás volvamos a ver encima de los escenarios con mayor regularidad gracias a la colaboración con Los Disparos que próximamente verá la luz de la mano de Subterfuge.
¿En qué momento y de qué forma surge la idea de elaborar "¡Ponte ya a Bailar! Mis Años de Revuelta Mod con Los Elegantes"?
Emilio: Surgió de forma inesperada. En mi caso fue gracias a Facebook donde contactó conmigo Álex Diez, Cooper. Le conocía desde el año 1984 cuando Los Elegantes fuimos a tocar a León y él tocaba en Ópera Prima. Fue quien me tentó con la idea de un libro. En aquel momento ni me lo planteaba, ya que en ningún momento creí que hablar de todo lo sucedido a lo largo de aquellos años pudiera tener un interés real. El tema es que él me lo fue planteando de una manera muy sugerente y me enganchó. Siempre le he tenido un gran cariño personal, además se conjugó todo con un planteamiento interno muy interesante que acabó dando forma al libro. La realidad es que yo no confiaba en evocar con tanta precisión todo lo sucedido. Ha ido ocurriendo con mucha naturalidad. Ya no hablo de precisiones del recuerdo, si no que fuimos a más y hubo mucha exactitud. Tiramos desde los primeros años de nuestra música, tomando como eje “El Ponte ya a Bailar!”, para hablar de mis recuerdos. No queríamos hablar de La Movida ni de la Nueva Ola. Comenzamos, viendo qué ocurría, lo que pasa es que soy muy disciplinado y si me comprometo con algo me gusta terminarlo. Fui viendo si lo que escribía tenía interés real, ya no para nadie, si no para mí mismo. En cuanto me di cuenta de que así era, todo fue más sencillo.
Te has marcado un libro muy fresco y directo. ¿No sé si existía una premisa previa de que así fuera o surgió sin más?
Emilio: No había ninguna referencia anterior. No hubo trabajo de campo. No había un cuaderno anterior con ideas. Hubiera sido lento. Creo que hubiera perdido el tono y la frescura a la que haces referencia. Estamos ante un libro fresco, descarado, con vocación de ser directo que cuenta una historia personal. Yo no soy un súper ventas, ni estoy más allá de nada. No quería ser pesado. Sí directo y sencillo. Me he basado solo en mi memoria, sin recurrir a internet, así que creo que he salido reforzado. La memoria me ha hecho llevarme una alegría y recordar cosas que he creído interesantes y pensé que había olvidado. Me ponía frente a la hoja de texto, con la canción de cada capitulo, y dejaba que me llevara de un recuerdo a otro. En el proceso de búsqueda iba anotando todo lo que me venía de golpe. Pero no hubo un trabajo previo. Me he aprovechado de la inercia inicial escribiendo a diario. Una vez que salió el primer párrafo, el que da el tono, el foco que ilumina todo, con ese boceto, me dije ya tengo el tono. Algo confesional, directo, con humor, ya te digo, que no fuera pesado.
Rememoras casi desde el comienzo los orígenes de la banda. ¿Qué has sentido al volver a echar atrás esa mirada?
Emilio: Echar la mirada atrás me llevó de nuevo al colegio. No pensaba ir tan atrás, pero di con ese párrafo inicial que dice “me hice mod y del Atleti, podría haber sido peor”, que me dio el tono. Creo que cualquiera que tenga familia del Atleti sabe que eso marca mucho. (Risas) Escribir éste libro ha sido una aventura, algo tremendo. Hubo momentos que me costaba desempeñar mi trabajo en Efe con regularidad. Y es que una vez que abres la puerta de los recuerdos que crees olvidados cuesta volver al día a día. Mentalmente hice vida monacal. Desde la mañana hasta la noche andaba a todas horas con esto en la cabeza. En sueños me despertaba recordando nombres de gente. No quería llamar a nadie, ni buscar en la red. En mitad de la noche cogía el boli y anotaba en el bloc los nombres que se me venían a la mente. Llegué a tal punto que añadí alguna cosa cuando creía haber terminado, pero salían tantas aventuras más que podría haber seguido. Me tiré quince días con recuerdos y anécdotas que quizás debía haber añadido. Creo que hay cosas fuera que quizás podrían haber tenido hueco, aunque el groso del relato estaba más que armado y era muy interesante tal y como ha quedado. Es un libro que se lee bien y que te hace divertir. Todos los de la colección son de ese estilo.
Hablas de un Madrid huérfano de sellos, con sus aires de libertad y de tantas otras cosas por construir hacer y construir. ¿Cómo era nuestra ciudad por aquel entonces?
Emilio: Había un gran impulso vital. Se notaba el entusiasmo, la exaltación, creíamos que todo se podía conseguir. Los primeros ochenta eran un "melting point". Había de todo: música, arte, exposiciones, fotografía, etc... Había muchas cosas interesantes. Desde el mundo grafico a la música, todo se retroalimentaba. Todo en un Madrid, que a diferencia de ahora, tenía una gran creatividad y unas enormes ganas de vivir. Estaba alejado de cualquier expresión negativa y de violencia como las que veo ahora. Recuerdo a Aviador Dro diciendo aquello de “Nuclear Sí”…ahora te mandarían al ostracismo. Había un mayor descaro, un mayor atractivo de las personalidades. Desde Alaska, Alberto García Alix, Álex de la Iglesia…un montón de gente… no había resentimiento. No te autoimponías tapones, ni odios…
En el mismo hablas de un montón de salas como Sol, El Escalón, Rock-Ola y El Penta…y un sinfín de bandas, Parálisis, Los Nikis… además de los colegios mayores ¿Eres de los que cree que cualquier tiempo pasado fue mejor?
Emilio: Aquella época era increíble. Teníamos un montón de salas y programas donde la música tenía cabida. Nosotros éramos mod, la minoría dentro de la nueva ola. Había programas como La Edad de Oro, al que sabíamos que no iríamos por concepto, ya que ellos eran más de Radio Futura, pero daba igual. Teníamos Caja de Ritmos, Popgrama, había una hermandad entre las bandas. A mí las invocaciones nostálgicas no me gustan, en el libro hay nostalgia alegre, de las ganas de vivir el momento. Puedes ver que se habla de un momento único, aunque jamás he perdido las ganas de vivir el momento. Scott Fitzgerald decía que no hay momentos mediocres sino observadores mediocres. Para mí es el pre-mod de todo. Era un buen músico, escribía de maravilla. Es el modelo de delicadeza, estlio, clase, brillantez. Tuvo una vida dura y no tuvo resentimiento, jamás. Como periodista trato de vivir el momento y buscar lo que me atrae. Ahora al releer el libro me he dado cuenta de que es un homenaje de superviviente. Me he dado cuenta de que falta mucha gente, que ahora está muerta, que menciono en el libro con mucho cariño. Aquí se habla de actuaciones en directo, accidentes, comidas, cenas, drogas, música, amigos…pero por encima de todo, del anhelo de crear y de vivir.
Hablas de que como jóvenes, os daba igual el negocio y de que estabais alejados de las partes más oscuras del negocio, como la payola que hacía que los discos fueran conocidos y sonaran en las radios comerciales a cambio de la cesión de derechos.
Emilio: Es una realidad, existía la cesión de los derechos editoriales a cambio de que tu disco sonara y hasta fuera disco rojo… el dineral que habrán hecho con la mordida…Yo siempre he pensado cuánto dinero se habrán llevado. Para nosotros la cadena Ser era la cadena hortera. La Movida fue un antídoto contra la música hortera y lacrimógena de los 40. Contra el rock sinfónico, contra la trascendencia de la canción protesta. Salimos nosotros que éramos cínicos de pura ingenuidad, para luchar contra esas bandas y artistas que nos daban enorme pereza. Éramos el descaro, la frescura, la falta de prejuicios. No queríamos ser intelectuales. Da igual que fuéramos Kaka de Luxe o Ejecutivos Agresivos. Había horror hacia aquello. Creo que en la vida la elección de descartes es algo fundamental, para que el resultado que ves con los años te sea asumible a ti mismo una vez que te analizas. Todos hemos hecho descartes. Da igual que hagas la elección a los veinte años o a los setenta. Scott Fitzgerald, por ejemplo, jamás hubiera votado a Podemos. (Risas)
¿Creéis que aquella actitud hizo que Los Elegantes no fueran una banda más mediáticos?
Emilio: Hacer ahora una valoración de qué habría ocurrido no tendría sentido. Aquello me llenó tanto que no me hacía falta nada más. Lo digo en el libro, había una sana inconsciencia, una absoluta falta de astucia, sobre todo a la hora de pulir algunas cosas que quizás nos hubieran hecho más conocidos. Los Who lo hicieron para entrar en el mercado, Pete Townshend, escribió "Substitute" para que entrara en radios. Nosotros éramos muy radicales. Quizás todo hubiera sido diferente. Ya te digo que no hubiera cambiado lo vivido. Aunque de tener más éxito también te digo que yo no hubiera sobrevivido. Mi madre al leer el libro se ha asustado al ver ciertas cosas que hacíamos. Creo que teníamos a nuestro ángel de la guarda muy quemado y haber jugado más a los dados quizás nos habría salido mal.
Había una gran relación entre Mario Tenia y Los Solitarios, Los Secretos, Nacha… y vosotros… ¿Nunca os faltaron amigos?
Emilio: El libro transmite camaradería. Éramos muy individualistas, aunque teníamos corazón enorme que hacía que hubiera gran relación con muchos músicos de aquel momento.
Y hasta hay un pasaje que a mí me obligó a dejar de leer el libro momentáneamente, me refiero a cuando narras el fatal accidente de Canito…
Emilio: En cierta medida me gusta que me hayas dicho eso. Es un gran elogio, por la capacidad de transmitir que me hace ver que encierra el libro. De verdad, muchas gracias. El hecho de que hayas tenido que cerrar el libro, es mucho para alguien que escribe un texto menor. En su momento fue muy bonito poder tocar el libro, venir a cosas muy puntuales a Madrid, y encontrar a gente que demuestra cariño a las canciones, al libro… De un tiempo a ésta parte, gracias a Álex, que es el canalizador de todo, me he encontrado con gente que me ha brindado la oportunidad de saber que les gusta todo aquello que no se ha desvirtuado. Gente que está hastiada de las cosas que ve en la vida y en la música. Fue bonito encontrar con gente que entronca con el espíritu auténtico de todo aquel período y de lo que se narra. Mira que a lo mejor resulta que todo esto sí tiene interés. Ten en cuenta que desde Miami lo veo en la distancia. Además he contado algo íntimo que sabía que iba a leer mi madre, que es mayor, no debía darle disgustos y he corrido el riesgo de que me diga, Hijo, te metías drogas así…Te liaste en Segovia con aquella chica y te fuiste sin pagar en el parador. (Risas)
Si hay una canción que tiene un capítulo que la lanza directamente a la eternidad, es sin duda "La Calle del Ritmo"…
Emilio: Indudablemente si tengo que elegir una canción… es "La Calle del Ritmo", es la quintaesencia de lo que éramos. De un momento feliz, de exaltación, de casi andar sin tocar el suelo. En realidad en aquellos años consumíamos anfetas y tratabas de acostarte con muchas chicas, pero creo que en realidad eran las ansias de hacer cosas, de motivarte, las que te removían. Daba igual que fuera la música, viajes, fotografías, etc... La Calle del Ritmo, me trae recuerdos de brutal felicidad. Aún recuerdo el momento en que se compuso, estaba chutado de endorfinas, no podía estar quieto. Hay un chico de Alcazar de San Juan que me dijo en una ocasión que cuando salió la canción la ponían en todos los bares, de tal manera que la calle se llama así, La Calle del Ritmo. También hay un programa que se llama así. Creo que es una canción que ha tocado a mucha gente por dentro.
En el libro salen a relucir unas cuantas curiosidades que nada tienen que ver con la música, una es que tu familia está relacionada con el restaurante Botín uno de los más antiguos de Europa.
Emilio: Mi familia sigue ostentando la propiedad del restaurante botín que es el más antiguo del mundo, data de 1725. Ahora lo llevan dos primos míos. La verdad que lo llevo con orgullo y con muy buen apetito.
Y hay otra pasión que no es musical, pero que solo es comparable a nuestro amor por la música. Hablo del Atlético de Madrid el equipo de nuestros amores. ¿De verdad era tu padre amigo de Luis Aragonés?
Emilio: Mi padre era amigo de Luis Aragonés y de muchos más jugadores del Atlético de Madrid. Muchas tardes quedaban en la Cava Baja con la intención de echar la partida de cartas. Ser del Atleti te curte en la vida y a la hora de formar una banda, te curte a la hora de sacar lo bueno de las situaciones adversas…Recuerdo que cuando acabábamos las galas con Los Elegantes yo siempre desaparecía, Juanma decía que la gala era una mierda y que porqué me iba. Yo le decía que si salía bien, salía a celebrar, y si salía mal a olvidar. No me quedaba en hotel. Tantas desdichas desde la perdida de la Copa de Europa en Bruselas marcan muy fuertemente a la hinchada rojiblanca. Aquella derrota obligó a mi padre a estar tres días seguidos vestido dentro de la cama sin moverse. Al tercer día se levantó y se fue a tomar algo con los amigos, algo que nos hizo ver que se encontraba bien. Creo que el Atleti es la vida. Y con sus enseñanzas, he aprendido que hay salida de casi todas las situaciones en la vida.
Me ha sorprendido ver en el libro que el nombre de Los Elegantes aparezca relacionado con el de Amador Mohedano. ¿Cómo es que era vuestro road manager?
Emilio: Amador fue nuestro road manager. En el libro hablo de un accidente que tuvimos volviendo de una gala. El mismo día del accidente nos decía que había que pagarlo, sin preguntarnos cómo estábamos. Se había mamado y nos dejó tirados. Nos decía que no podía levantarse. Juanma y yo nos fuimos desde Punta Umbría, en pleno verano, sin dormir, hasta a Madrid y nos dimos un buen golpe. No se levantó, nos dio las llaves del coche desde la cama, sacó la zarpa y nos dio la llave. El tío no se preocupó de si estábamos bien o mal. No pegaba nada con nosotros. Estaba en la oficina que nos llevaba en el año 1984, de la que no recuerdo el nombre. El caso es que sí, era nuestro road manager. (Carcajadas)
Actualmente andas inmerso en una colaboración con Los Disparos. ¿Cómo surgió todo y en qué consistirá exactamente?
Emilio: Para ésta vuelta a mis orígenes han tenido mucho que ver dos personas. Alex, al que ya hemos citado varias veces, y Felipe de Los Disparos, ya que alguien dijo en su día que sonaban parecidos a Los Elegantes. Un día hablé con Felipe y me dijo que me había mandado una letra y una melodía. Nos mandamos varios archivos hasta que surgió una canción. Al hacerlo, me activé y tiré de algunas melodías para hacer “Pájaros en la Cabeza”, solo letra y melodía. Más tarde le invité a que continuara, y él me mandó los acordes de guitarra. Así surgieron las dos canciones que hemos grabado para Subterfuge, que saldrán en unas semanas como parte de un single.
¿Crees que será el comienzo de una colaboración musical continuada?
Emilio: Nunca se sabe. No soy corredor de cien metros. Me dije a mi mismo que quería hacer más canciones. Ahora tengo varias estructuras y letras. Ya veremos qué ocurre con éstas dos canciones y veremos si se puede entrar a fondo en algo más.
¿Crees que habrá ocasión de que volvamos a hablar con motivo de la continuación de éste libro?
Emilio: Me encantaría volver a hablar con vosotros, y seguir hablando de música y de nuevos proyectos. Mientras uno escuche canciones que te toquen por dentro debe seguir haciéndolo, de la misma manera que si escribe o canta. Es algo que he aprendido que me ha servido en el periodismo. No busco el visto bueno de nadie, escribo y si me gusta, tiro para adelante. Creo que con las canciones ocurre lo mismo. Si te gusta y te emociona, no necesitas más. A veces das las gracias de que haya gente que haya escrito canciones tan bonitas y nos las haya legado. Creo que esa pasión es algo fundamental que no se debe perder. Si pones el piloto automático, todo se vuelve insípido. Estoy deseando que Álex me presente nuevas bandas a seguir de las que él tanto conoces, para mí es fundamental seguir descubriendo y sentirme vivo.