Sala Ambigú Axerquía, Córdoba. Viernes, 26 de enero del 2018.
Texto y fotografías: J.J. Caballero
No es un grupo nuevo. Tampoco venían a presentar un disco nuevo (o sí). Ni siquiera las canciones que tocan son nuevas, ni por asomo. Para ser exactos, tienen algo así como cuarenta y cinco años. Pero todo es nuevo en el escenario: la actitud glam, el histrionismo no absuelto de personalidad y la brutal forma de reinterpretar un repertorio abrumador ya en su nacimiento. Y como nada es nuevo pero tampoco nadie lo conoce (o sí), todo resulta extraordinariamente atractivo. Así suelen empezar algunos de nuestros mejores recuerdos musicales. Los de esta noche, amparados e inspirados por la enraizada memoria de una colección de temas que hicieron saltar resortes ancestrales en nuestro corazón y aún hoy, cuando las responsabilidades de la edad adulta y los misterios de las relaciones sociales intentan atenazarlo, continúan sonando de fondo, como la banda sonora imprescindible para que el guión que alguien escribió por nosotros hace mucho tiempo tenga completo sentido. Por eso en casos como este es igual de importante el envoltorio como el regalo en sí. Nada puede quedar al azar.
Nacidos en Argentina al amor de los rudos sonidos del rock de garage y los vicios ruidistas del dios Iggy Pop ("I need somebody" en el blues acelerado de los Stooges es un apunte habitual en estos directos) y sus apóstoles los Ramones, Capsula es una banda aún no suficientemente valorada por estos lares, pese a que han trabajado con productores de la talla y prestigio de John Agnello (Sonic Youth y Dinosaur Jr. en algunos de sus mejores capítulos han estado en su nómina) o el mismísimo Toni Visconti, padrino de su padrino y responsable de que estas canciones llegaran como llegaron en su momento a sus y nuestros oídos. El proyecto de recrear corte a corte el disco más mítico –y hay unos cuantos- de David Bowie ya fue titulado muy oportunamente "Dreaming of The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars" cuando lo publicaron hace cinco años, cuando la consiguiente gira los puso en boca de todos aquellos o aquellas que asistieron a otra nueva encarnación del camaleón londinense, al esperado advenimiento del dios redivivo. La reedición de aquel disco, tan necesaria para que tanto entusiasmo no cayese en el injusto saco del olvido, los trae otra vez a un entorno conocido e igual de cautivador. Quienes tengan la joya en cuestión a buen recaudo, y deberían aislarla en una caja a prueba de humedades e inclemencias domésticas, saben perfectaente a lo que nos referimos. Si en su día se perdieron este espectáculo, aún están a tiempo de rectificar a poco que lo tengan al alcance del bolsillo. Ya era hora de que nosotros también hiciésemos justicia con nuestra propia memoria.
Martín Guevara, la bestia escénica que se afincó en Bilbao con Coni, su rubia compañera de explosivos, se tiene la lección perfectamente aprendida. El personaje recrea y se recrea en las mil sensaciones contenidas, y ahora liberadas a placer, entre los versos disparados de "Five years", "Moonage daydream", "Stardust", "It ain’t easy" (con la aportación vocal de ella) o las irresistibles "Hang on to yourself" y "Ziggy stardust", con las guitarras de Gonzalo Portugal desatadas y la doble batería de las incombustibles Mariana y Alba pintando notas insospechadas sobre las ya fantasiosas líneas originales. Lo bueno es que Capsula tienen tan interiorizado el trabajo que hasta su propio nombre grupal proviene del propio imaginario de Bowie, y que lo hacen tan bien que el rock desbocado de "Suffragette city" y el clasicismo de "Rock and roll suicide" son otros en sus manos, con un vocalista asalvajado y consciente de su poder y una banda con sobrados arrestos, ilustrada e ilustrando con su crudeza. No es el disco que todos esperábamos escuchar, sino el que ellos quieren enseñarnos. Pero nos apasiona igualmente.
Tampoco es cuestión de llegar, tocar lo que hay que tocar y despedirse hasta más ver, no. No solo se deber terminar con el "Jean Genie" o el "Rebel rebel" de rigor, o intercambiar voces e instrumentos en la dupla que forman "Lady stardust" y "Star", sino que se puede y se debe atacar otra parte de la herencia recibida, como la imprescindible contundencia de "Heroes" o el cruce a la otra acera, que no es sino el reflejo de esta, con los iconos de la Velvet Underground saliendo a lucirse en "Run run run", la militancia de todo un movimiento con "Get it on" y la reverencia a T- Rex y el reconocimiento de las raíces en "Don’t bring me down", reivindicando a sus tíos carnales, los Pretty Things. ¿Alguien necesitaría más? Por ahora parece más que suficiente, ¿verdad? Cápsula son una rara avis en la escena rock de este país, una bendita anomalía que se autodefine por su capacidad para reinventarse haciendo lo que ya han demostrado que saben hacer mejor que muchos: dar todo lo que antes otros les han dado. De recibir ya nos encargamos nosotros.