Tras más de cuatro décadas en el panorama musical es evidente que todo el mundo conoce a Morrissey. Sí, ese genio de la música pop que fuera letrista y vocalista de los Smiths, que más tarde, tras la disolución de la banda madre, comenzó una errática carrera en solitario, aunque con unos cuantos trabajos más que notables –entre otros Viva Hate, Your Arsenal o You Are the Quarry- que len ha traído hasta estos días en que lamentablemente ha acabado por convertirse en otra cosa.
Y es que para el común de los mortales, la extensa categoría que abarca todos aquellos que ni de lejos le idolatran, le han convertido en ese señor de más de cincuenta años que suele pasear con sumo gusto por el lado más amarillísta de la prensa musical, elevando el tono con diatribas y opiniones, en la mayoría de casos grandilocuentes y desacertadas, que no suelen hacer más que elevar polémicas estériles a la categoría de noticias, en lugar de ese señor con un talento incuestionable que para un servidor representa uno de los últimos ejemplos de la galaxia de estrellas del rock.
Pues bien ese/este Morrissey, mezcla de artista y personaje, vuelve a la actualidad con nuevo trabajo bajo el brazo. De título “Low in High School”, con portada reconocible, ataque a la monarquía incluido, textos combativos, pero que sobre todo incluye un puñado de canciones que, salvo excepciones, mucho nos tememos que no le acercarán ni de lejos a algunos de los mejores discos que ha firmado en solitario.
En el haber se le debe colocar canciones definidas y con músculo que aparecen en la primera mitad del álbum como “My Love, I ´d Do Anything for you”, las muy reconocibles “I Wish you Lonely”, “Jacky´s Only Happy when she´s up on the Stage” y “Home is a Question Mark”, en las que ahonda en sus habituales postulados tanto sonoros como estéticos, además del más que notable fraseo de “Spent the Day in Bed” e inclusive la meritoria ”When you open your Legs”.
El problema radica en la segunda mitad de “Low in the High School”, sinceramente estamos ante un minutaje excesivamente instrumentado, falto de ritmo y llamativamente plano y ausente de una convicción, hasta el punto que llega a aburrir soporiferamente, y que conste que el que suscribe se declara fan irredento de la parte artística y hasta de ciertos tics de estrella del de Manchester, que no de su vertiente más radical y exageradamente deslenguada.
Así pues en ésta ocasión deberemos conformarnos con los escasos momentos de altura que nos brinda un álbum que esperábamos como agua de mayo. Quizás sería buen momento para dejar de pisar ciertos charcos, con declaraciones fuera de lugar totalmente, para acabar de rematar los temas que se le exigen a un mito repleto de talento. Es solo un consejo Mozz, ya sé que no lo necesitas ni te importa lo más mínimo, pero está dicho con todo el cariño y respeto del mundo. De parte de un admirador.