Por: Javier González
Hay algo en la personalidad y en la forma de escribir canciones de Ángel Stanich que nos resulta altamente adictivo. Nos gusta lo extraño del personaje, su fama de huraño, sobre todo en lo que concierne a la prensa, y hasta su ausencia de actitud nos agrada; además no negaremos que nos seduce su forma de estar alejado de la sobreexposición mediática, esa a la que muchos compañeros de escena recurren en todo momento, esa que les lleva a ser colegas de periodistas, la que les lleva a salir a molar y caer bien a los cuatro plumillas que juegan a creerse influencers. Algo que evidentemente en su caso no ocurre, claro que sobrado de talento como está, no tiene necesidad de caer en pleitesías y servilismos de baja condición.
Aunque creemos que lo que más no gusta es la naturalidad que desprende, y esa forma que tiene de dar a entender que no se toma demasiado en serio a sí mismo, plasmada en sus descreídas letras, cuando paradigmáticamente los dos discos que ha editado hasta la fecha hacen que nos le tomemos muy pero que muy en serio, dado la calidad de unas canciones redondas, repletas de sorna, ironía y pullazos ante los que uno no puede evitar sentirse identificado mientras trata de interpretar las imágenes que pinta en sus obras.
Y es que si aquel inicial “Camino Ácido” logró engancharnos a su propuesta de manera incondicional, las sucesivas escuchas a éste “Antigua y Barbuda”, de título más que guasón, no nos ha hecho retroceder ni un ápice en nuestra valoración del que actualmente sea, dicho con todo nuestro cariño, el rancio más entrañable de nuestro panorama.
La atención se centra desde el segundo uno de la inicial “Escupe Fuego”, retazos bíblicos y mucha sorna en una trama de desamor, algo similar sucede “Más Se Perdió en Cuba”, acústica, bizarra y experimental en todos sus ámbitos, y en la genial “Mátame Camión”, trepidante e intensa, con palito a la prensa incluida, minimalista y ambiental en todo su exceso, anticipo del down tempo “Galicia Calidade”, con sus retazos costumbristas y su conjunto de imágenes de lo más diverso, que desemboca en una maraña confusa y adictiva.
Un instante después llega uno de los grandes momentos del disco de la mano del rock lleno de groove de “Día Épico”, entre ambientes efectivos y referencias salvajes a la toxicidad de la mano de Janis Joplin y Bukowski, entremezclados con Gila y druidas, que continua con “Casa Dios”, donde entre otra maravillosa nube de teclados el maestro Stanich juega a tocarnos el corazón entre paisajes bucólicos, desamor y dudas existenciales, hasta llegar a la delicada “Hula Hula”, suave y bailable, con referencias Los Pecos y Golpes Bajos, dejando entrever un buen puñado de pullitas y muchísimo sarcasmo en una de las canciones más frescas de todo el disco; más tarde es el turno de “Camaradas”, quizás la de mayor instrumentación, en la que con el hilo conductor del comunismo nos hace ver que en realidad los dogmas e ideas en ocasiones no son más que pura artificialidad.
El arranque de la impulsiva “Le Tour´95”, impetuosa y genial te vuela literalmente la cabeza, mientras utiliza como vehículo de expresión a la ronda francesa, entre referencias a suizos criados en los Alpes y a la caída en desgracia de Lance Amstrong, mientras recorremos los paisajes provenzales junto a Gauguin, que anuncian un final marcado por la cadencia tranquila de “Río Lobos” y el ambiente experimental de la terminal “Cosecha”.
Debemos confesar que con “Antigua y Barbuda” hemos vuelto a caer rendidos ante el poder de convicción de Ángel Stanich. Seguimos percibiendo en él a un creador de lo más peculiar, amante de las guitarras acústicas y de las voces nasales, al estilo del maestro Dylan y Nacho Vegas, aunque ahora evolucionando hacia paisajes sonoros que le llevan a jugar con sintetizadores y secciones de viento; capaz de crear letras mayúsculas, entre lo cotidiano, castizo e irreal, además de jocosas e irónicas, que hilvana con sabiduría a través de imágenes de lo más diverso, ante las que es complicado realizar una lectura global acertada sobre temática y significado, pero que acaban grabándose en tu cabeza y que le sitúan como uno de los músicos más interesantes de la actual música estatal, confirmando alternativa con éste gran trabajo que desde ya colocamos entre lo mejor del año.