Por: Artemio Payá
"Hitchhiker" es uno de los discos que el bueno de Neil Young tenía escondidos en un cajón y que se supone que iban a formar parte del tan ansiado segundo volumen de sus archivos junto con "Chrome Dreams" o "Homegrown" pero que finalmente ha visto la luz de forma separada y diría que casi por sorpresa. El álbum no es otra cosa que una distendida y casera sesión nocturna durante el verano de 1976 en la vuelta a casa de Neil tras una extenuante gira con su viejo amigo Stephen Stills al que dejó tirado después de nueve conciertos. El mejor remedio como se ha visto a lo largo de toda su carrera, cada vez que se junta con antiguos compañeros de viaje ( ya sean CSNY o sus adorados Crazy Horse) es recoger armas y recluirse en el estudio para volar solo y comenzar un proyecto completamente diferente. La continuidad no va con él.
Qué mejor que un poco de bebida, algo de mandanga de la buena, su productor favorito y una grabadora cerca. Nada más encenderla se escucha: ¿Estás listo Briggs? Como punto de partida de esta desenfadada grabación cuyo principal hándicap es que ciertamente nos encontramos pocas sorpresas ya que entre los diez cortes escogidos hay unicamente dos canciones inéditas: la modesta "Hawaii" y la más notable "Give Me Strenght", una sincera y profunda reflexión personal en la que partiendo de la felicidad del presente solicita fuerzas para el cambio que se prevé en su vida.
El resto de canciones aquí incluidas y alumbradas durante esta sesión fueron desperdigadas en los siguientes álbumes. La mejor parte se la llevó "Rust Never Sleeps" con la ensoñadora y cinematográfica "Pocahontas", "Ride My Llama" o la formidable historia sangrienta que esconde "Powderfinger" ( ¿una de las mejores letras de Neil Young? ), mientras que el resto se alojaron en "Hawks and Doves" ( "Captain Kennedy" ), "Comes a Time" ("Human Highway"), "American Stars and Bars" ( "Old Country Waltz" ), en el recopilatorio "Decade" ("Captain Kennedy") o una de los mejores cortes que se encuentran aquí, la canción que da título al disco y que escuchamos hace poco totalmente retorcida y vapuleada por la White Falcon en "Le Noise".
Debido a esto precisamente, que muchos cortes ya han sido rayados hasta la extenuación por muchos de sus fans, puede quedar la sensación de refrito para algunos, a pesar de que realmente estamos ante la génesis de algunos de los grandes momentos del Neil Young. Para otros por el contrario supone una excusa perfecta para completar la biografía sonora del mito canadiense y observar los primeros pasos de la segunda fase de su discografía (ya lo había hecho con "Zuma") tras una brillante época que había terminado repleta de oscuridad.