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José Ignacio Lapido: “El Alma Dormida”

Por: Javier González

Atendiendo a los títulos de la nueva colección de temas que dan forma a “El Alma Dormida”, el nuevo trabajo de José Ignacio Lapido, se intuye que al otro lado el oyente se encontrará incertidumbres, arenas movedizas y peligros que aguardan a la vuelta de la esquina, justo en mitad de un paisaje que dibuja una realidad actual a todas luces desoladora, ante la que sin embargo no queda más remedio que intentar rebelarse con el ambicioso objetivo de sobrevivir, a la espera de que nos alumbre un nuevo día que cuanto menos aspire a reverdecer viejas glorias ya pasadas.

Como decimos el mensaje está lanzado a poco que uno repare en el nombre de las diversas canciones, aunque lo realmente interesante llega un instante después, justo en el momento en que el oyente se da cuenta que sí, que una vez más el músico granadino lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a echar un vistazo a su alrededor, con las gafas oscuras bien calzadas, no sea que la falsa luz de algunos rayos de sol interesados nos engañe, para desentrañar con precisión de cirujano los peligros de la selva en que nos ha tocado vivir, a través de once pildorazos que vuelven a tocarnos el corazón a ritmo del mejor rock, en medios tiempos de prosa dolorosa y cortes afiladamente sensibles marca de la casa. 

Saltan las alarmas con la inicial “¡Cuidado!”, con un riff instantáneo que hace encender los sentidos y una letra que avisa de los peligros de la información sesgada, dando paso a una joyita delicada llamada “Como si Fuera Verdad”, un corte reposado, de coros relucientes y un bajo soul de aromas clásicos, que propone una serie de imágenes a modo de letanía, que se enlaza con la efectiva “La Versión Oficial”, donde se desenmascara la falsa realidad que se nos vende a diario desde distintos ámbitos, medios de comunicación e inclusive redes sociales; la incertidumbre es patente en “Mañana Quién Sabe”, un corte orgánico con una potente base rítmica y en el que los teclados del maestro Raúl Bernal vuelven a dejarnos claro que si Lapido es sinónimo de de trabajos redondos, es al menos en parte gracias a la buena banda que le acompaña, a la que en ésta ocasión se suma un viejo conocido como Jacinto Ríos, quien se hace cargo del bajo.

Un rock and roll a la antigua usanza como “Nuestro Trabajo”, nos hace volver a pisar el acelerador, en un tema que habla de individualismo, reivindicando el derecho al error, a buscar los porqués y la experimentación, ya sea en nuestra vida o quizás, más bien diría yo, en los escenarios, dando paso a unos bellos arreglos acústicos que marcan el comienzo de “No hay Prisa por Llegar”, una canción sinuosa, abierta y sorprendentemente accesible, que destaca entre lo mejor del disco, con una letra dolorosa y bella, de las que gusta entonar a pleno pulmón, que habla del día a día y de que a veces no siempre se llega al destino deseado; en una línea similar se mueve otro de los grandes momentos del álbum, nos referimos a “Dinosaurios” otra reivindicación del pasado del rock, con referencias a tiempos lejanos en los que las radios pinchaban a The Troggs y Dylan, donde las tarifas planas no causaban estragos, tal y como nos canta Lapido

La recta final de “El Alma Dormida” comienza con “Lo que Llega y se nos Va”, otro corte claramente de la factoría del maestro José Ignacio, donde quizás sea más que evidente el influjo de la última gira que ha realizado con 091, ya que bien podría haberse incluido en alguno de los últimos álbumes de estudio de la banda, siguiendo con “Estrellas del Purgatorio”, un tema repleto de referencias religiosas, revestida de sonoridades americanas, muy al estilo de lo que nos tiene acostumbrado otro genio como Hendrik Röver, rematando la faena con el lento minimalismo de la certera y doliente “Enésimo dolor de Muelas” y “Escalera de Incendios”, un cierre magnifico que en su letra aboga una mezcla de certezas, ardientes y de nuevo punzantes, y un poso de relativo optimismo en busca de un futuro que decididamente debe ser mejor a pesar de que el fuego, siempre presente, puede quemarnos. 

Con “El Alma Dormida”, expresión tomada prestada de las coplas de otro grande, Jorge Manrique, José Ignacio Lapido vuelve a demostrarnos que su capacidad innata para escribir grandes canciones se mantiene intacta, entregando un trabajo sobresaliente que desenmascara una realidad social destruida y tambaleante, ante la que aquella afirmación punk del “no future” es pura vigencia, más si cabe en el marco de una sociedad en la que el espíritu y ese alma a la que él mismo hace referencia, no solo han quedado relegadas a un segundo plano, sino que en muchos casos han desaparecido e inclusive han sido vendidas al mejor postor.

Suerte que aún quedan artistas íntegros, capaces de escribir canciones emocionantes y regalar al viento frases cargadas de verdad con aspecto puramente poético, como las que encierra éste “El Alma Dormida” de nuestro querido y admirado Lapido.