Sala Razzmatazz, Barcelona. Jueves, 14 de septiembre del 2017
Texto y fotografías: Àlex Guimerà
Siempre es un placer reencontrarse con un tipo como Paul Weller. Quizás con el único lamento de no poderle escuchar exprimir su imponente legado con The Jam, pero siendo conscientes de su capacidad para ofrecernos un atractivo show lleno de grandes canciones -que nunca ha dejado de hacer- y de demostrar su imponente figura.
Tras su paso por la edición del Festival del Jardins de Pedralbes de 2015 y del ya lejano concierto de 2008 en el Espacio Movistar, el regreso a Barcelona prometía, pues llegaba cargado con las nuevas canciones de su recién estrenado "A Kind Revolution" (2017), un disco en el que aúna lo mejor de la música negra con unas texturas que miran hacia el futuro del rock.
Con ello, una sala Razzmatazz llena de un público, que incluía su legión de fans británicos, fue testigo de la confirmación de la leyenda de este tipo que demostró que se encuentra en plena forma. Rodeado por cuatro jóvenes músicos (percusionista, batería, teclista y bajista) más su inseparable guitarrista Steve Cradcock (sí sí, el de Ocean Colour Scene), el de Surrey se despegó en un concierto fresco y potente en que sus casi 60 años pasaron inadvertidos por su pletórico estado físico y por la lozanía de sus acompañantes.
Y como era de esperar, mucho protagonismo para sus dos últimos trabajos de estudio.
Del modernista "Saturns Pattern" (2015), sonó un tempranero "White sky", que firmarían los mismísimos Jack White y Black Keys, la caótica "Long time", "Going My Way", con Paul al piano, y "I’m Where I Should Be", con los sintes a todo gas. De lo nuevo, el pop art de "Nova", la funky "She Moves With The Fayre" o la coreada "Woo Sé Mama", con el desmadre en la pista. Muy bien recibidas fueron también las bailongas "My Ever Changing Moods", presentada como "ahora toca una canción antigua", y "Shout To The Top", ambas de su etapa con los Style Council. De su cancionero en solitario sonaron exitazos como "The Weaver", "Friday Street", "Peacock Suit", "The Changingman", "Broken Stones" o "Out Of The Sinking", con las que The Modfather inspiró a la generación del Brit Pop en los noventa. También aparecieron las emotivas baladas "Above The Clouds" y "Do You Something To Me", esta última de nuevo al piano.
Pero más allá del repertorio, la interpretación vocal impecable, la energía de la banda y la pasión de su líder, las tormentas eléctricas, los duelos titánicos a la guitarra con Cradock o las lujurias rítmicas fluyeron en las más de dos horas de concierto y las casi 30 piezas que nos regaló. Incluyendo dos salidas y vueltas para los bises en que escuchamos las guitarras punk de "From The Floorboards Up" y "Come On/ Let' s Go" (¿"Teenage Kicks" de los Undertones?), y sobre todo dos temas de los Jam: "Start!", con su línea rítmica robada del "Taxman" de los Beatles, y el memorable hit de corte Motown que es "Town Called Malice", con el que la locura se apoderó de la sala.
Era la rúbrica al generoso espectáculo de este veterano en estado de gracia que no se conforma en mirar al pasado y que logra mantener la llama del rock británico como pocos.