Por: Javier Capapé
No pretendo poner en tela de juicio la carrera de Arcade Fire. De hecho podría decir sin pudor que es el mejor grupo surgido en la primera década del siglo XXI. Tan sólo creo que habría que puntualizar que su último disco “Everything Now” no llega a la altura de sus predecesores. Y con esto no quiero decir que sea un mal disco (ya querrían muchos grupos para sí una colección de canciones como ésta), pero sí es tal vez el menos cohesionado de todos los que han publicado desde aquella obra que revolucionó el rock de masas en 2004 como era “Funeral”. Hay que tener en cuenta también que Arcade Fire venían de publicar su fantástico disco doble “Reflektor” , al que no le sobraba nada, y que habiendo dejado tan arriba el listón iba a ser complicado estar a la altura. Por ello este “Everything Now” no deja de ser valiente e intenta dar pequeños golpes de timón exigiendo atención y apertura de miras, pero por el camino el combo liderado por Win Butler y Règine Chassagne ha perdido parte de su magia y algunas canciones del disco podrían haber encontrado un sitio mejor en una colección de rarezas. Independientemente de todo esto el quinto disco de los canadienses contiene piezas nada despreciables, como la que da título al mismo, que además ha sido su carta de presentación desde que dieran la campanada con su concierto sorpresa (antes de hacerlo como cabezas de cartel) en el Primavera Sound a comienzos de este verano.
Como ocurría con “The Suburbs”, “Everything Now” comienza y termina en bucle con una intro y un reprise derivados del tema principal del álbum, una manera directa de dar valor al conjunto de canciones como un todo y poner por delante el concepto más amplio de disco por encima de una simple colección de canciones sin nexo entre ellas. Una vez más, la entidad del álbum como obra global queda clara, cuidando con mimo desde el sonido, que esta vez busca un hilo conductor en la música disco de los setenta, hasta el arte del libreto (sin lugar a dudas merece la pena pagar por ediciones como ésta).
Pero en lo que flaquea “Everything Now” es en que sus canciones no ofrecen la solidez de otras entregas. Si el protagonismo de la música disco se intuía en su single inicial y se corrobora en la siguiente pieza, la excelente “Sings Of Life”, en pocos minutos esta sonoridad se pierde por otros derroteros más fallidos como ocurre en “Creature Comfort”, que comienza con unos sintetizadores bien armados, pero pierde fuelle en cuanto prima la repetición y se convierte en un tema más plomizo. La insulsa “Peter Pan”, los ecos reggae de “Chemistry” que mutan hacia el semi-punk y el sonido garage rock de “Infinite Content”, que sólo mejora levemente cuando en su segunda parte se transforma en un pseudo country repetitivo, convierten este tramo del disco en una colección inconexa donde todo vale y con un predominio del horror vacui que no trasmite, poco digna para el nivel al que nos tienen acostumbrados los canadienses.
“Electric Blue” otorga el protagonismo a Règine Chassagne, pero queda lejos de la épica de otras canciones interpretadas por ella y también puede llegar a cansar al oyente. “Gold God Dawn”, sin ser un corte aparentemente llamativo, mejora con mucho el listón de los temas predecesores para conducirnos hacia una recta final mucho mejor construida gracias a la intensidad creciente de “Put your money on me”, que nos devuelve a la grandilocuencia de estadio que tan bien maneja el grupo, pero sin llegar a las cotas de “No Cars Go”, “Ready to Start” o “Wake Up”. El dramatismo llega antes de terminar de la mano de “We don’t deserve love”, una canción que fusiona la emotividad con efectos que retornan al sonido disco de los primeros temas pero con tintes más contenidos.
Este “Everything Now” no es un disco largo y si advertimos además que la mitad de los temas que lo componen hubieran podido ser descartados en anteriores entregas, podría decirse que a Win Butler y los suyos se les están agotando las grandes ideas. Tal vez es algo más sencillo y únicamente están pasando por un bache creativo que no les permite ofrecer una colección de temas de mayor nivel ni reuniéndose con productores de prestigio como Markus Dravs, Thomas Bangalter o Steve Mackey, pero debido a la presión del mercado (hacía 4 años del lanzamiento de “Reflektor”) quizá han tenido que darse prisa para rematar el disco y les ha llevado a este irregular resultado. Aún con todo estoy seguro de que Arcade Fire seguirán cosechando grandes éxitos y reconocimiento gracias sobretodo a sus directos (obligado detenerse en su fantástico concierto en Londres recogido en la caja “The Reflektor Tapes”) y como no a algunas canciones nada desdeñables como las ya citadas “Everything Now”, “Sings Of Life”, “Put your money on me” o “We don’t deserve love”. El resto puede obviarse si queremos conservar el respeto hacia el combo canadiense sin que pierdan credibilidad, y eso que a pesar de la irregularidad que respira el conjunto, éste consigue engancharte en sus redes haciéndote que vuelvas a él una y otra vez. Ahí está su misterio.
“I Need It. I Want It. I Can’t Live Without”. Las palabras que resuenan como emblema del disco podrían funcionar como un mantra que reivindica aquello que Arcade Fire no quieren perder. Eso sin lo que no pueden vivir, que necesitan de verdad. Esa inspiración que no les puede fallar. Y es que no siempre se puede tener “Todo Ahora”.