Por: Txema Mañeru
Lo primero que tengo que decir con rotundidad es que a estas horas de la película no me esperaba que Waters fuera capaz de sacar un disco así de bueno. Y es que ha pasado ya un cuarto de siglo desde su último “Amused To Death”. Ahora mismo, además, estoy disfrutándolo mucho más que lo que hice con aquel. Me parece mucho mejor, más completo y trabajado que el todavía reciente de los Pink Floyd. Esto tampoco era difícil, porque a pesar de algunos buenos momentos, “The Endless River”, no dejaba de ser un disco de refritos con momentos más o menos interesantes.
Se nota que Waters ha madurado con calma, paciencia y tesón este "Is This The Life We Rally Want?" (Columbia / Sony Music), que es magnífico comenzando por su reivindicativo título. La ideología concienciada de Waters siempre ha sido un izquierdista y eso, para un anarquista de izquierdas como yo, siempre es un punto favorable. Siempre se le ha criticado porque no coincidían muchos de sus planteamientos éticos y económicos con el mercantilismo y el capitalismo salvaje de bandas de las dimensiones de Pink Floyd, pero todos tenemos contradicciones, y no seré yo quien critique a Roger por este asunto. Así en las interesantes letras se pueden encontrar críticas más o menos claras a Trump o el Brexit, al igual que opiniones sobre la crisis de los refugiados, los problemas que acarrean las nuevas tecnologías o el individualismo galopante en el que se está sumergiendo nuestra sociedad
Al final , como siempre, lo más importante es el apartado musical y aquí hay mucho trabajo... y bueno.
En la brillante producción y las mezclas está Nigel Godrich, un laureado profesional especialmente reconocido por su trabajo con Radiohead, pero que también ha hecho buena labor con Beck, Paul McCartney o U2. Además se encarga del rico tema de los arreglos, guitarras, teclados y mezclas de sonidos varios, y ha puesto a disposición de Roger músicos de categoría habituales en sus trabajos como Joey Waronker, , Roger Manning o Jonathan Wilson. En los siempre trabajados coros tenemos a Jessica Wolfey Holly Proctor. La masterización lleva otro nombre de postín como Bob Ludwig y la especial para el vinilo doble de 180 gramos la ha realizado Barry Grint.
Me encantan temas como "Dèjá vu", poderoso, hermoso y cargado de épica. El bajo de Waters destaca en la mezcla, pero los arreglos de Nigel aumentan esas bien conseguidas dosis de épica. En "The last refugee" sigue mostrándonos que todavía guarda una buena voz que aumenta la emoción contenida en dicho tema. Desde luego que tenemos muchos momentos que recordarán a los Pink Floyd. Es el caso de "Picture that", que lo hace para bien, pero que puede encantar por voces y teclados a seguidores de Peter Hammill (y sus Van Der Graaf Generator) o Peter Gabriel.
Tenemos varios buenos momentos para las guitarras acústicas como los de "Broken bones" o los de la preciosa melodía de "Oceans apart". El tema titular tiene buenos ambientes oscuros que combinan con la denuncia de la letra. Regresan aromas claros a Pink Floyd en "Bird in a gale" y me gusta mucho "The most beautiful girl", pues hasta tiene una voz y unos ambientes que me recuerdan al último David Bowie. También aquí brillan los arreglos en forma de cuerdas y un precioso piano. La cálida y acústica "Oceans apart" se funde a la perfección con el precioso final de "Part me of died". En definitiva, todo lo que podíamos querer o esperar de un disco de Roger Waters o Pink Floyd, e incluso un poco más.
Tenemos varios buenos momentos para las guitarras acústicas como los de "Broken bones" o los de la preciosa melodía de "Oceans apart". El tema titular tiene buenos ambientes oscuros que combinan con la denuncia de la letra. Regresan aromas claros a Pink Floyd en "Bird in a gale" y me gusta mucho "The most beautiful girl", pues hasta tiene una voz y unos ambientes que me recuerdan al último David Bowie. También aquí brillan los arreglos en forma de cuerdas y un precioso piano. La cálida y acústica "Oceans apart" se funde a la perfección con el precioso final de "Part me of died". En definitiva, todo lo que podíamos querer o esperar de un disco de Roger Waters o Pink Floyd, e incluso un poco más.