Texto y fotografías: Oky Aguirre
Por encima de Foo Fighters o Green Day, de Wilco o Ryan Adams; Pedro Aunión será el artista más recordado de la pasada edición del Mad Cool. Ocurrió entre los conciertos de Alt-J y Green Day. Estábamos escuchando el "Purple Rain" mientras mirábamos, allá en lo alto, un cubo con un acróbata dentro. El desenlace ya lo conocemos todos, pero las 45.000 personas que allí estuvimos nunca olvidaremos el 7 de julio; un día infame para el ser humano. Pasados unos días, nos damos cuenta de la repercusión que puede tener una decisión mal tomada. Nunca tuvo que actuar Green Day: que se lo digan a Billie Joe Armstrong, que en unas emotivas palabras a través de un comunicado en su cuenta de instagram, dejaba en evidencia a la organización, que nunca informó a los artistas del mortal accidente de Pedro. “No somos personas sin corazón. Si lo llegamos a saber no actuamos”. Poco después de comenzar el show ya estábamos recibiendo noticias y videos de lo ocurrido delante de nuestras narices, sin que nadie diese la más mínima información, no ya de la demora sino de lo acontecido, que ya había dejado de ser un rumor, llenando de desánimo y desaliento unas gradas repletas y ávidas de música en directo. ¿Cómo se puede ver un concierto cuando acabas de presenciar una accidente fatal? ¿Dónde está la sensibilidad? Desde luego yo la tengo y me pudo más mi conciencia que mi labor de redactor. Por cierto, el comunicado de prensa me llegó a las 3:38 de la mañana. Desde El Giradiscos queremos dedicar estas líneas a Pedro Aunión. Descanse en paz.
Jueves 6. La tormenta perfecta
No prometía ser una buena tarde para los conciertos en directo. Salir de casa en Madrid a las 6 de la tarde suponía una gesta sin precedentes, viendo como las calles se convertían en ríos y las nubes eran más negras que James Brown. Pero mientras esperábamos una cola eterna, nos dio tiempo a presenciar los caprichos de la naturaleza, llegando a dejar de llover y salir el sol justo a la mitad de la actuación de The Lumineers, en el escenario principal de los cinco que había en el recinto. Estos chicos de Denver cuya admiración por Rodríguez (sí, el de "Searching for sugar man") puede hacer una idea del folk-rock que transmite su repertorio, lleno de hermosas canciones que su cantante, Wesley Schultz, con hermoso sombrero country, sabe transmitir, junto a su amigo, el batería Frites y la imprescindible y sugerente violonchelista Neyla Pekarek. Presentaron su nuevo disco “Cleopatra”, que promete mucho, sobre todo por esa hermosa canción “Ophelia”, que les va a hacer recolectar nuevos admiradores, como los ya conseguidos con su exitazo de hace unos años “Ho Hey”, que la bordaron, junto con muchos de sus conocidos temas para series y películas, como "Flowers In Your Hair", "Charlie Boy" o “Gale Song”.
Seguidamente fuimos a ver a la siempre promesa británica: Foals. Ha pasado casi una década desde el nacimiento de los de Oxford y su variación de estilos sigue siendo su sello, quizá un poco desvirtuado y en los que echamos de menos la pureza de sus inicios, cuando el indie no era tan pop. De todas formas su sonido en directo llega a momentos que incluso superan a sus composiciones originales, siendo Andrew Mears el perfecto anfitrión para realizarlas, aunque a veces el sonido se la jugara. Eso sí, el “Inhaler” es un tema que siempre sonará a lo que es: una joya. Sin duda, el concierto más flojo para lo que se les exigía.
De todas maneras, y como es inevitable que en estos eventos las actuaciones se solapen, y ya que Foals no andaban muy finos y se repetían mucho, no quería dejar de ver, por fín, a ese caballero llamado Quique González, que estaba grabando un DVD en el escenario Stage Radio Station. Aunque llegué con el concierto empezado, desde lejos ya era evidente que algo fallaba con el sonido, haciéndose evidente más cerca del escenario, donde iba a trompicones. Sin embargo, fueron subsanados a tiempo para que uno de los artistas más importantes y auténticos de nuestro país tuviera su tarde de gloria junto a sus queridos Detectives, perfectos cada uno de sus miembros. En todo momento se respiraba autenticidad y talento, el mismo que le ha hecho ser un grande de la música de raíces americanas, adaptándola al castellano tanto en su idioma como en la conjunción de los instrumentos (guitarras y violines con armónicas y voces sureñas). No es fácil. Además de presentar su último y emocionante trabajo "Me mata si me necesitas", nos regaló todos los éxitos, iniciados en discos clave en 1998 con “Personal” y el ya clásico “Salitre, 48”. , “Dallas-Memphis” , “Vidas Cruzadas, “La ciudad del viento”… Cuando casi todas las canciones suenan a himnos. Sin duda este DVD dará que hablar.
Toda la enfurecida lluvia que cayó unas horas antes se quedó en unas simples gotitas comparado con el torrente de música en directo que descargaron los Foo Fighters. Rocanrol puro y duro, sin concesiones, con canciones que permanecen igual de fuertes y contundentes tras más de veinte años; melodías inquebrantables, sólidas y hechas para los cuatro instrumentos en los que se basa el Rock: batería, bajo y dos guitarras. El berrido de Dave Grohl nada más aparecer sonó más fuerte que cualquiera de los mil rayos y truenos que nos acompañaron antes. A partir de ahí no hubo descanso, exceptuando un par de extensas y melodiosas baladas, recordando que éste género creado por el mismo Lucifer también abarca ritmos más sensuales. Hay una cosa que no se nos puede escapar, y es que tarde o temprano las guitarras eléctricas tenderán a desaparecer, a no ser que nos queden grupos como los Foo. Pat Smear y Chris Shiflett deberían tener sendas estatuas en el Hall of Fame, ya que su labor con las seis cuerdas, junto a la voz de Grohl, hacen de este grupazo, uno de los muy pocos y decentes supervivientes de lo que es la música rock, sobre todo en directo. “Everlong”, “Learn to fly”, “Best of You”, “The Pretender”, “Walk”, “My Hero”, “Something from nothing”, “These Days” o “Big Me” podrían formar parte de éxitos de grupos de la época dorada de los 70, como unos Deep Purple cualquiera, y no es broma. La batería de Taylor Hawkins es como un motor de una Harley-Davidson, algo imperecedero y genuino, dotado de algo muy común en generaciones anteriores, donde lo genuino y puro acreditaban que una canción vale más que mil palabras. Foo Fighters demostraron que son más que una de las mejores bandas de rock del planeta: ahora mismo son su insignia.
Como nos fue imposible irnos después de los Foo, tuvimos la mala suerte de perdernos a Belle & Sebastian en el escenario Matusalem. Tan sólo pude llegar para oír "Another Sunny Day" y "Judy and the Dream of Horses", en donde el grupo de Stuart Murdoch me dio un vuelco al corazón, llevándome a esos paisajes musicales que sólo unos escoceses con talento pueden ofrecer. Por ahí me soplaron que regalaron joyas como “I’m a Cuckoo” y “Seeing Other People”. Ayyy, qué pena más grande. Bonito es un adjetivo muy en desuso; y bonito fue lo que vivimos en apenas 10 minutos.
Y de lo bonito pasamos a lo impredecible. El escenario Koko fue el lugar donde se hicieron los conciertos más peculiares; y Kurt Vile nos dejó un aroma por el sonido bien hecho, con armonías de otras latitudes pero bajándolas al terreno de lo actual: donde un simple acorde puede hacer desarrollar una canción indescriptible. Es lo que nos pasa con este mago del subterfugio, en donde esconde su voz hasta llevarte a ese “wohoo” que sólo son capaces los más grandes, aunque sean pequeños. Desde que dejó War on Drugs, este chaval con los pelos desatados no hace más que engrandecer el sentido de dedicarse a la música. Probablemente fue el directo más personal y trabajado de las tres noches, pues fuimos testigos del auténtico trajinar de guitarras y estribillos impecables en cada uno de los temas, donde el virtuosismo de Kurt nos dejó sin palabras. !Vaya claridad de ideas! Juntar con éxito el Folk-Blues con el Lo-Fi es tan difícil como ver a Lady Gaga y Tony Bennett en un dueto. Lo primero se hizo realidad en la noche del jueves 6 de julio. De lo segundo mejor no hablar.
Viernes 7 Julio. Pedro y la maldita performance In Fact
La segunda tarde comenzó soleada y con mucha tralla, pues se notaba que Los Zigarros tocaban por allí, concretamente en el escenario principal. Estos tíos son puritito rocanrol; por sus canciones llenas de actitud guitarrera y por el respeto y la pasión con que las ejecutan, demostrando ayer el por qué de sus contínuos llenos en sus conciertos. Grupos como este, y encima en castellano, auguran buenos tiempos para la música no enlatada.
Pero sin duda el directo más arrebatador y electrizante del día llegaría con las Deap Vally. Parece mentira que este power-dúo de Los Angeles se conociera haciendo ganchillo, cuando con una guitarra Fender Mustang y una batería la pueden liar parda. Lindsey Troy -guitarra y voz, con traje, pantalones rojos y flecos que se colaban por las cuerdas- y Julie Edwards -batería y voz, ataviada con un mono adornado con hojitas de marihuana- ofrecieron un espectáculo extraordinario. Sus canciones a base de golpes rítmicos, melodías primitivas y sentimiento, dejaban con cara de bobos a todos los presentes, que veíamos incrédulos la compenetración de estas dos muchachas californianas. Su “Baby I call hell” es una auténtica fuerza de la naturaleza, como un volcán a punto de estallar, y las canciones de su fantástico último trabajo “Femejism” sonaron espléndidas y contundentes. Fue el comienzo del “golpe en la mesa” del género femenino, absoluto triunfador del Mad Cool 2017.
Los texanos Spoon pusieron elegancia con ese indie-rock que llevan años haciendo tan brillantemente, matizado por ritmos funk y soul que les ha dado su lugar en la música. La voz de Britt Daniel es un auténtico tesoro. “Inside” sonó apabullante.
Mi gran duda para estos tres días consistía en elegir entre Ryan Adams y Alt-J; apostar por lo añejo o el mañana. Cuando vi el escenario que estaban preparando los chicos de Leeds –tres partes bien diferenciadas por multitud de columnas de unos tres metros- me tuve que quedar, aunque mis ansias por conocer al americano me dieron la oportunidad de ver su explosivo comienzo, guitarrero total, con un “Do you still love me?” memorable y varios temas de su último trabajo “Prisoner”.
Los que lo bordaron fueron Alt-J. La presentación de su último “Relaxer” les sirvió para consolidar un sonido que en directo no pierde esa esencia que escuchamos en los cascos. Tan cuidado es el aspecto visual como el sonoro, con tres miembros que hacen nacer un sonido inigualable, sincronizado con unas columnas luminosas que creaban una atmósfera casi idílica. Los “riffs” y falsetes de Joe Newman flotan junto a los teclados de Gus Unger-Hamilton y la batería de Thom Green, en canciones que además de hits ya suenan como clásicos. “Matilda”, “Something good”, “Left hand free” o “Breezeblocks” sonaron junto a otras joyitas de su último disco, sin duda uno de los favoritos a entrar en las listas de final de año.
Y después llegó la maldita performance In Fact, cuando estábamos preparados para asistir a una auténtica pasada de actuación, que lo fue, la de unos Green Day que triunfaron cerca de donde Pedro Aurión perdió la vida. Después de una hora abandonamos el recinto. Descanse en paz.
Sábado 8. ¡¡¡Viva el Girl Power!!!
Comenzar la tarde contemplando a Anna of the North bajo el sol es un lujo que pocos tuvimos el último día de este Mad Cool. La sensualidad de Anna y su synth-pop llenó el Matusalem stage de aromas y melodías que demuestran que el frío norte también puede ser acogedor y sutil.
Después del homenaje, con minuto de silencio en respeto a Pedro Aunión, acudimos al esperado momento Wilco, a una hora impropia para un tipo de música que requiere más intimidad y, todo hay que decirlo, el lugar menos indicado para unas canciones que por su agradable extensión y carga de sensibilidad, estarían mejor en un Teatro Real. Eso sí, todos sabemos que Jeff Tweedy es incomparable, y con su guitarra acústica de flores hizo realidad lo que muchos hemos soñado: escuchar y sentir a Wilco, por fín. Ese grupo que le ha devuelto a la música americana un lugar que últimamente nos había abandonado.
Aún nos dio tiempo a ver a los fantásticos Fuel Fandango, grupazo único e inigualable, que lleva años haciendo gozar a medio planeta con su singular propuesta: dance music con flamenco. Olé y olé. El directo es glorioso, con la voz y presencia de Nita, vestida de traje flamenco rojo carmesí y peineta impoluta, y cuya imagen con un micrófono rodeado de rosas rojas quedará para el recuerdo; igual que volver a sentir aquéllas canciones del trío galés Manic Street Preachers, que siguen sonando con esa desfachatez y atrevimiento de hace tantos años y cuyo directo pudimos comprobar que no ha perdido el toque de distinción y delicadeza.
Con los Kings of Leon pasa como con sus discos. Amas unas canciones y reniegas de otras. Este cuarteto de Nashville todavía no ha sacado esa maldad necesaria para emocionar de verdad; se quedan a medias, a pesar de que su esfuerzo por mantener sus raíces sureñas mantiene vivo su repertorio, lleno de auténticos temazos acústico-rock, como el “Sex on fire”, “Use somebody” o “Waste a moment”.
M.I.A. fue el concierto que cerró nuestro periplo por este festival , que en su segunda edición se ha hecho mayor y que por cartel se puede considerar de los mejores del mundo hoy en día.
Con los acordes de la canción de los Clash “Straight to Hell”, que esta productora sampleó para su obra maestra “Paper planes”, se cerró una edición que no hace más que alimentar las ganas de que llegue la siguiente. Ojalá sea cierto y le pongan a la tercera edición el nombre de Pedro Aunión Mad Cool.