Por: Txema Mañeru
La verdad es que el bueno de Elliott Murphy no necesita presentación alguna. Los buenos aficionados al rock de raíces americanas, y a nombres clásicos como Bob Dylan, Bruce Springsteen, Lou Reed, Neil Young, John Cougar o Tom Petty, hace tiempo que le siguen, aunque, a menudo, hagan algunas justificadas desconexiones. Y es que por su afán creativo publica todo lo que compone, sacando algunos discos en el nuevo milenio que no son especialmente brillantes ni significativos.
Además nos visita año tras año y en ocasiones en repetidas veces, por lo que por ejemplo aquí en Euskadi es especialmente querido y apreciado. Es más, en su todavía reciente y muy recomendable documental "The Second Act Of Elliott Murphy" (Cameo), filmada con buen tino por Jorge Arenillas, tenemos como jugoso extra su concierto del Ciclo Musiketan en la Sala BBK del 2015 al completo. Por cierto, que el título de dicho documental es un homenaje a su admirado escritor, muerto en la ruina, Scott Fitzgerald. Él fue quien dijo: “No hay segundos actos en las vidas americanas”. Pero Elliott sí lo ha tenido, quizás por su gran éxito en Europa y por llevar varias décadas residiendo en París. La base central de la cinta es una entrevista reciente con el propio Elliott pero con opiniones más que autorizadas de músicos habituales como Danny Montgomery, Ernie Brooks, Brian Ritchie (Violent Femmes), su hermano y, sobre todo, el propio Olivier Durand. Están también músicos “amigos”, entre los que se lleva la palma Bruce Springsteen, con repetidas apariciones y demostraciones de su admiración, pero donde no faltan tampoco Willie Nile o Billy Joel.
Regresando a su nuevo disco te diremos que "Prodigal Son" aparece como primera referencia de su sello, Murphyland, distribuido aquí por Everlasting / Popstock! Todas las canciones son propias y han tenido un proceso de creación más pausado. La producción, mezclas y estupendos arreglos vuelven a recaer en su hijo, Gaspard Murphy, que lo borda y está creciendo día a día más en esta labor. Ya lo demostró hace un par de años en la buena producción del "Aquashow Deconstructed" que significó una buena puesta al día de su fantástico debut.
El nuevo disco se abre con una brillante "Chelsea boots" que ya conocimos con agrado en su última gira. Se nos muestra con una gran armónica y adquiriendo los tonos épicos de su amigo Bruce Springsteen. Pero el trabajo, en general, tiene una orientación bastante clara hacia la música góspel, y el piano y violín de aires europeos del este tienen un inusual y muy buen protagonismo. Así "Hey little sister" es un guapo tema lento con arreglos folk muy bonitos. Sigue relajado en "Let me in" y aquí los coros femeninos góspel toman ya gran protagonismo. Se adentra más en estos sonidos en "The prodigal son", en la que casi recuerda al Nick Cave de "Let Love In". También por ahí y por terrenos del Lou Reed más introspectivo se sumerge en "Karen where are you going". Los más de 6 minutos de "Wit's end" mantienen el pulso y siguen gozando de buenos arreglos. Vuelve un poco a su terreno más habitual con una "You'll come back to me", en la que se luce su escudero de lujo, Olivier Durand.
Finaliza con un torrencial "Absalom, Davy & Jackie O" que con sus casi 12 minutos se convierte en el tema más extenso de toda su discografía. Parece una de esas narraciones sin fin de Bob Dylan con un violín que recuerda muchísimo a ese mismo instrumento en el "Desire", aunque el pegadizo estribillo es puro y acertado góspel. Por su sonido inesperado, uno de los mejores discos que he escuchado de Elliott Murphy en muchos años y con el que se puede alguno hasta reconciliarse con él.