“La falta de difusión es la peor de las censuras, y eso ahora mismo es demoledor porque todo se mueve por intereses”
Por: Sergio Iglesias
Fotografía 1: Christian Espinel
Fotografía 2: Jordi Gil
Más allá de las filias, de las fobias y de las críticas está el músico; y en ese aspecto no hay duda de que 40 años al pie del cañón y un puñado de discos sobresalientes son más que suficientes para afirmar que Ramoncín es una de las grandes figuras de la historia del rock estatal. Como muestra de esto, recientemente se ha publicado un pack formado por un recopilatorio con sus temas míticos masterizados, otro disco titulado “Ramoncín en los huesos” con la reinterpretación de manera acústica de varios de sus canciones más representativas y un documental titulado “Una vida en el filo”, donde se hace un repaso, con todos sus claroscuros, a la carrera del músico madrileño.
“Hasta aquí hemos llegado, no es el fin, es el principio de otro principio”; afirmas en el documental `Una vida en el filo´. ¿Era el momento de volver a empezar después de 40 años?
Ramoncín: Es que es una cifra tan redonda que asusta. Pensar que el año que viene hará 40 años que saqué mi primer disco asusta, porque es verdad que han pasado muchas cosas y el tiempo se nos echa encima. Además, con momentos tan intensos como los de los últimos años…yo creo que era el momento de hacerlo pero quería, sobre todo, fijar muy bien las fechas y los hechos. Porque hay cosas que pueden ser interpretables, como si te gusta o no lo que hago, pero hay cosas impepinables: Enero del 78 es Enero del 78 y el primer disco que sale de rock cantado en español, compuesto por una persona de aquí y en nuestro idioma y con un lenguaje de la calle es el de Ramoncin y WC, unos meses después salen Asfalto y Tequila y anteriormente habían salido discos recopilatorios que hizo Vicente Romero con los Viva el rollo, pero no había un LP completo de rock de un músico español. Eso hay que situarlo al margen de si te gusta o no, o si es bueno o malo, porque las fechas y los hechos son los que dan la verdad objetiva y eso es lo que trata uno de buscar. Al final, cuando digo la frase por la que me preguntas, lo que hago es decir “bueno, ya está, hasta aquí hemos llegado, esto es lo que ha habido, vamos a ver que pasa a partir de aquí…”. No es un cambio radical, porque yo me subo ahora a un escenario y hacemos canciones de hace cuarenta años y canciones de hace cuatro, pero siempre tienes que buscar estímulos, tú no puedes hacer esto como el que va a pasar otro día más a la oficina, o como una forma de buscar dinero exclusivamente, yo sin estímulos soy incapaz de trabajar y cuando funciono es cuando encuentro esos estímulos.
Aparte del documental, el pack se completa con un recopilatorio con canciones de todas las épocas; Supongo que será complicado hacer una selección que sea justa después de tantos años…
Ramoncín: Pues mira, esta vez he hecho trampas, porque es la primera vez que el recopilatorio no lo he hecho yo. En todos los que han salido anteriormente, siempre he ido metiendo cosas originales o distintas; supongo que tenía que ver con el hecho de que tú grabas una canción y muchas veces no te gusta cómo queda o te gusta más como la haces en directo…pero eso no te puede hacer perder la perspectiva de que la gente tiene memoria y la memoria de lo que uno tiene son aquellas canciones que, en un momento determinado, le recuerdan una serie de cosas en su vida. Teniendo en cuenta esto, me convencieron para incluir una serie de temas originales masterizados, pero yo les dije que no iba a hacer el listado, y cuando me presentaron las que habían escogido era una selección muy aproximada a lo que yo habría hecho y me parecía que estaba muy bien. Pero, para mí, un “Grandes éxitos” es cuando me subo al escenario y elijo las canciones que quiero tocar y, en ese sentido, es probable que todas las canciones que tenemos montadas para el directo estén en este recopilatorio.
¿O sea, que para ti, cada setlist es un “Grandes éxitos”?
Ramoncín: Hombre, a veces te equivocas. Este año, por ejemplo, hemos empezado a tocar “El loco de la calle larga”, que era una cara B de “Marica de terciopelo”, que queríamos probar porque tenía un riff de guitarra muy potente y pensábamos que podía encajar. Pues lo hemos montado, suena muy bien, los chicos lo hacen estupendo, pero yo me he puesto a cantarlo y no lo he disfrutado; seguramente, si en ese momento hubiera tenido otras capacidades, la melodía habría sido más rica… no sé, hay algo que no y es una pena porque es una historia muy buena. A veces, hay canciones que no tocas porque ya no tienen sentido emocional porque lo escribiste en un momento en concreto, o sentido social, porque son cosas que ya están superadas hace tiempo. Pero sí, mi “Grandes éxitos” estaría en esos 40 temas que manejamos habitualmente para los directos.
Volviendo a “Una vida en el filo”, ¿cómo surge la idea de hacer un documental?
Ramoncín: Estábamos dando vueltas a qué hacer porque estábamos en ese momento de transición en que hicimos esa edición especial 35 aniversario de “Arañando la ciudad” y, de pronto, me encuentro con que casi todo mi catálogo está en Warner, lo que está muy bien porque la comunicación con ellos es buena puesto que, cuando te diriges a ellos, ves que tienes delante personas que no hacen discos como el que hace galletas y que saben que están tratando con seres humanos y con emociones. Pues en una de estas conversaciones me dicen “tú tienes que hacer tu caja definitiva” y la idea era un box con un grandes éxitos que suenen bien y, aparte, yo les lié para meter “Ramoncín en los huesos”, que son canciones conocidas pero despojadas de toda la vestimenta. Para completar el pack, fueron ellos los que sugirieron hacer un docu, porque a la gente le gustan mucho y te da posibilidad de hacer proyecciones. Cuando nos decidimos tuvimos muchas reuniones, el material personal lo aporté yo porque tengo la buena costumbre, no sólo de guardar las cosas, sino de guardarlas y saber dónde están. Lo que quería es que se viera un lado muy personal: mis emociones, mis conflictos… así que hicimos una intro presentando mis raíces y, a partir de ahí, lo que hicimos fue ir hablando disco por disco de lo que sucedía en cada momento.
¿Y cómo se hace la elección de la gente que participa en el documental?
Ramoncín: Me proponen que saliera gente, y yo les dije que les daba una lista de personas con las que he mantenido y mantengo relación: amigos, músicos, políticos, cineastas… para que, sin ningún compromiso, les propongan estar en un docu donde van a poder decir lo que quieran. Algunos no han podido salir y otros han desechado la idea porque no creían que tuvieran nada que decir, lo que me parece estupendo porque yo también lo he hecho. Pero, personalmente, creo que está muy bien porque se ha conseguido que la gente diga cosas muy interesantes, algunas para mí a tener muy en cuenta, y es algo que enriquece mucho el trabajo.
En “Una vida en el filo” también se habla de los problemas que te han acarreado tu implicación en la SGAE y la lucha contra la piratería. Si supieras lo que iba a pasar, ¿volverías a implicarte de la misma forma?
Ramoncín: No, de ninguna manera. Lo que pasa es que, como es imposible saber lo que va a pasar, me volvería a implicar (risas). Lo que quiero decir es que la vida es una toma de decisiones y tú puedes elegir entre pasar por la vida o estar en la vida, y yo elegí, desde muy pequeño, estar en la vida y, por otro lado, complicármela. Sabiendo el tipo de persona que soy, en su momento, alguien me propuso presentarme a unas elecciones con listas abiertas. Salí el segundo más votado de todos y entonces vi claro que la gente quería que estuviera allí sacando la cara por ellos; en ese caso, tú puedes hacerlo de dos maneras, puedes ir, estar ahí y no decir nada o estar ahí e implicarte, así que sería mentira decir que no lo volvería a hacer porque, si coges una bandera, tienes la sensación de que detrás tienes a un grupo de personas que te siguen. En aquella ocasión, se trataba de defender unos derechos laborales y diez años después, lo primero que tengo que hacer es agradecer a un tío como Miguel Ríos, que podría ser el patriarca de todos nosotros, que se siente delante de la cámara y diga “Este colectivo le debe una disculpa a este señor, porque no hemos estado a la altura y hemos sido unos cobardes” cuando, precisamente él, no fue de los cobardes. La cosa es que, cuando llueven hostias, la gente coge el paraguas y se tapa y, si hay uno que las recibe todas, pues mira qué bien. ¿Cuál es la putada de esto? Que ahora te dicen que tenía razón, pero la tenía hace diez años…no por ser el más listo, sino porque tenía los datos y sabía lo que estaba pasando. Ahora, cuando ves los conflictos de los taxistas, de los que fabrican perfumes, bolsos, camisetas de fútbol…es que esto se lo tomaban a guasa y era gravísimo porque es una industria de la que dependen muchos puestos de trabajo. Entonces yo me preguntaba “¿es posible que estemos en esta pelea solos?”, pero lo que no sabía es que estaba yo solo, con algunos pocos más. Ahora todo el mundo está de acuerdo y lo que yo pienso es que, si tenía razón y lo tenían tan claro, me podían haber ahorrado el sufrimiento… pero esto es el mundo en el que vivimos.
En el documental también se habla del lamentable episodio del Viña Rock y el abandono que sufriste por parte de tus compañeros de profesión en ese momento…
Ramoncín: A eso respondo de una manera que, el que me conoce, sabe que es verdad: si yo estoy allí y eso le pasa a un solista o grupo, tenga amistad o no con ellos y me guste o no, yo te garantizo que no lo permito y no toca nadie más allí. Todos tienen derecho a hacer su trabajo y el que no le guste… que se vaya 500 metros más lejos, que hay espacio de sobra. Lo que ilustra perfectamente lo que pasó es que, en aquella edición tocábamos 87 grupos y, tres meses más tarde, todos menos uno cobraron los derechos de autor de aquel concierto, y el que defendía que todos tuvieran la opción de cobrar esos derechos, fue el único que no los cobró porque no pudo tocar; todos y cada uno cobraron sus derechos de autores y artistas menos el que se jugaba la piel para que los cobraran, eso no tiene interpretación, es la verdad objetiva y, desgraciadamente para ellos, no lo va a cambiar nada.
¿Crees que, en ese momento, había una falta de unidad como colectivo?
Ramoncín: ¿Había? La profesión no ha tenido ni tiene ninguna unidad y, si además, a la profesión le sale un verso suelto que no permite que le metan en ningún saco como yo, que soy un cantante de rock que va por libre que hago lo que quiero y que, si hoy me apetece hacer un libro, lo hago, y si me apetece salir en la tele salgo, pues la cosa es peor todavía… somos unos cuantos a los que nos gustan otras cosas, pero hay una parte de la profesión que no admite esa disgresión emocional para con el colectivo. Pero es que, en ese momento, incluso eso había que haberlo dejado a un lado, porque lo que se defendía eran los mismos derechos para el que hace rock, para el que hace hip hop, flamenco, trash… La realidad es que no existe esa unidad en el colectivo y, además, piensa que la mayoría de músicos no son dueños de su profesión, porque están en manos de sus productores, de sus managers y de sus compañías de discos en un porcentaje elevadísimo, y son estos los que deciden lo que el músico tiene que hacer.
¿Sientes que, debido a este activismo, pusiste en serio riesgo tu carrera?
Ramoncín: Sí, a punto estuvimos de cargárnosla, pero no pasó porque tienes a tus espaldas un pasado musical importante con más de 300 canciones, una banda magnífica y, sobre todo, porque el núcleo duro de mis seguidores ha sido impecable. En el peor momento, ver que a los conciertos seguía yendo la gente que creía y confiaba en ti…eso ha sido muy importante y lo llevo grabado a fuego y por eso soy muy respetuoso y agradecido con los que me han seguido.
Y después de tantos años de carrera, ¿cómo ves el panorama musical?
Ramoncín: Yo creo que en este tiempo ha habido cambios perversos. La industria, en aquel momento que parecía que iba a desaparecer y parecía imposible que se salvara, no supo cómo actuar. El miedo a perder una manera de vivir fue tan paralizador que hubo un momento en que nadie sabía qué hacer, piensa que antes el disco de platino te lo daban con 100.000 copias vendidas y ahora lo dan con 40.000 y para llegar al número 1 había que vender muchos discos. Una industria no se puede basar en una decena escasa de artistas que venden grandes cantidades, eso paraliza la industria y hay un momento en que se decide pensar más en el consumidor que en el aficionado… ese formato de usar y tirar que es el CD empieza a perder el valor en todo lo demás: quién hace el arte, quién toca, dónde se graba…todo eso que rodea al aficionado se pierde; el problema de eso es que el consumidor, cuando consigue otra cosa, te da la espalda y, en cambio, el aficionado nunca va a hacer eso. Ahora mismo, tenemos la suerte de que volvemos a vivir del aficionado, la industria hace cosas mejores, se vuelven a hacer discos en vinilo de verdad, no en plástico. Lo que ha cambiado es que el aficionado ha vuelto y se le trata bien porque saben que hay un tipo de música que sólo lo va a consumir el aficionado porque no suena en los medias… ¡que esa es otra!, parece mentira que, después de todo lo que hemos pasado, siga habiendo un par de emisoras de radiofórmula que son las que deciden el destino de la música, de las canciones y de los artistas de este país. Me resulta incomprensible, pero es una bandera que yo no voy a coger, que lo hagan otros; pero como no lo hagan… ellos sabrán, porque ocurre algo terrible y que es peor que la censura, que es el olvido y la invisibilidad. Es increíble la falta de difusión interesada, poniendo en la foto al que interesa y quitando al que no. Parece mentira que la gente no esté luchando por eso, preguntándose por qué en una radio no les ponen a ellos y a otros sí… ahí es donde está la trampa, lo que hay que averiguar es el porqué…yo lo sé, pero no lo voy a contar, que cada uno lo descubra. Lo que tenía que hacer el colectivo es unirse y decir “si no pones a aquel, a mí tampoco y, si usted decide poner exclusivamente lo que quiere, no le damos licencia para que lo haga”, a ver qué clase de negocio hacen sin licencia para poner a los artistas españoles. Pero, lamentablemente, eso no va a pasar porque mientras uno esté sonando no se va a preocupar del que no lo hace; a lo mejor se acuerda dentro de unos años, cuando su carrera esté estancada y tampoco le pongan en la radio.
Quien dice radio dice también televisión ¿no?
Ramoncín: Bueno bueno…piensa que esas imágenes que hay en el docu son del año 78 y salgo en el Dos por dos un sábado por la noche cuando veían el programa 18´5 millones de personas, que eso no ocurre hoy ni en la final de la champions, cantando durante seis minutos “Marica de terciopelo”. Después vinieron otras cosas como La edad de oro, Tocata, Aplauso… a los que iba todo el mundo y por donde incluso pasaron Los Ramones; salía Asfalto y después María Jiménez y la gente decidía qué era lo que le gustaba. La falta de difusión es la peor de las censuras, no hay nada peor que censurar el trabajo de alguien y eso ahora mismo es demoledor porque, desgraciadamente, todo se mueve por intereses.
Lo lamentable es que todo esto suceda en un momento en que se hacen muchas cosas buenas por aquí…
Ramoncín: Sin duda. Los ecos que vienen de fuera son excelentes y la música que se hace en EE.UU. es una maravilla. Pero mira, en Italia, por ejemplo, hay solistas y grupos que hacen giras en su país tocando en grandes estadios como si fueran los Rolling Stones y les tienen verdadera adoración, en Francia también sucede algo parecido, pero aquí… ¿quién llena un estadio? sólo Alejandro Sanz, que ole sus cojones… pero eso no puede ser porque no crea un tejido industrial; en esas cosas todavía somos un poco paletos, porque estamos esperando que venga no se qué guiri para llenar un estadio. Aún así es cierto que aquí hay muy buena música porque hay una escuela de aprendizaje brutal, ya que un chaval que empieza en el rock puede empezar escuchando los 60 y acabar en los 90 y no veas lo que hay para elegir… hay una enciclopedia musical enorme de donde tirar y eso es maravilloso porque así saldrán mejores músicos, mejores cantantes, mejores compositores y mejores autores.
En tu caso, ¿qué grupos o solistas te gustan?
Ramoncín: A mí me gusta mucha gente. De mis contemporáneos o un poco más jóvenes me gusta lo que hace el Loco, cómo lo hace y su actitud; Enrique Bunbury creo que lo hace muy muy muy muy bien, me gusta cómo se toma esto, cómo lo entiende. También hay gente en eso que llaman indies, que no sé exactamente lo que es, porque yo sé lo que es el rock, el trash, el pop, el honky tonk… ¿pero el indie? no es una música, sino que es una forma de ser y de hacer y ahí me gustan Corizonas. De todas formas, hoy en día, necesito alguien que me ponga la piel de gallina…mira, se acaba de morir Chris Cornell y tú oyes el disco “Higher Truth”, que sacó hace un par de años y ves a un artista de un tamaño espectacular y, por cierto, un tío que viene del grunge y del rock más crudo pero que hace discos en solitario donde se permite baladas, giros instrumentales y vocales, y nadie le tacha de nada; no digamos lo que hace Ryan Adams… ¡hay gente tan buena! Yo intento saber lo que va saliendo porque me gusta escuchar la música.
¿Entonces tú crees que el rock todavía está a salvo?
Ramoncín: Yo creo que sí, y espero que todo eso que está pasando en el mundo anglosajón y en países como Italia y Francia que antes te comentaba, tenga impacto aquí para que empecemos a respetar a nuestros artistas. Tú piensa en los grupos que empiezan que sólo pueden tocar en algunos festivales, que no llegan a vender ni 5.000 copias… ¿Cuánto tiempo van a aguantar sin tener otros trabajos? Al final, la música acaba siendo un hobby y eso no puede ser, porque esto, para dedicarte a ello, como mínimo te tiene que llenar el frigorífico y, a partir de ahí, te puede ir mejor o peor pero, si no vives de ello y haces un disco cada cuatro años, la creatividad es imposible.
Para terminar, ¿estás convencido, como dices en el documental, que tu mejor momento todavía está por llegar?
Ramoncín: Yo creo que sí y hay que pensar así; la vida es una carrera de obstáculos que siempre termina mal y tienes que tener momentos puntuales que vayan dando impulsos a la vida, sobre todo a ciertas edades. Mis próximos 20 años son fundamentales y, por lo tanto, cometería un error si no pensara que lo mejor está por llegar, porque la vida te va dando sorpresas permanentemente; claro que te va a tocar mucho sufrimiento ya que la gente y tus seres queridos se van haciendo mayores y la vida te va dando esos toques que son lo que realmente importa. Pero, sabiendo que todo eso va a pasar irremediablemente, tienes que tener una parte de tu vista y de tu energía puesta en hacer algo que sea lo mejor que has hecho jamás y, sin esa perspectiva, mejor te quedas en casa.