Bajo Influencia… Igor Paskual, Ilegales


Hablar de Igor Paskual es hacerlo de uno de los grandes guitarras del rock estatal. Alma mater y líder de los glamourosos Babylon Chàt, desde hace un buen puñado de años se convirtió en lugarteniente de Loquillo, labor que compagina con una más que interesante carrera en solitario en la que ha firmado dos obras, “Equilibrio Inestable” y “Tierra Firme”, de las que en su momento nos hicimos eco en nuestra web. 

Nacido en San Sebastián, concretamente a las afueras, hacia Pasajes, desde muy joven emigró a territorio Astur, donde creció cultivando un gran gusto musical, cuyo exponente más bestia y cercano eran Ilegales, la magnifica banda de rock liderada por el inconfundible, temido y admirado a partes iguales, Jorge Martínez

Hoy él es elegido para hablarnos en primera persona, con elegante prosa y de todo corazón, acerca de la influencia que tuvieron en un adolescente de provincias una de las bandas más personales de nuestra música. Hoy toca hablar de Ilegales, el grupo en el que canta y toca nuestro matón favorito. 

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de Ilegales?

Igor: Tengo los recuerdos mezclados y no sé qué fue primero. Recuerdo que me impactó mucho cuando escuché "Al borde" en la radio. Todo me parecía una basura y eso era como...¡Guau! ¡Qué canción tan buena! También aquella aparición en la tele cuando salieron en el programa de Miguel Ríos. Al día siguiente en clase, nos dividíamos entre los que habíamos flipado con eso y quienes escuchaban a Mecano, que eran casi todos, claro. También sé que tuve una cinta recopilatorio donde estaban "Cuatro Rosas" de Gabinete Caligari y "Me gusta como hueles" de Ilegales, entre otras muchas que ya no recuerdo. Me parecía buenísimo y muy comercial, no entendía como no estaba toda España cantando eso. 

¿Qué es lo que más te impactó de ellos en su día? ¿Y de su sonido? 

Igor: Creo que lo que más me llamó la atención fue la voz. Parecía una voz de pop, pero con una intención muy rock. El timbre era dulce, pero estaba empleado de tal forma que transmitía una gran sensación de peligro. Además, la afinación era muy buena. Por supuesto, me fascinaba que tuvieran ese sonido tan prístino donde todo se entendía, tocaban de maravilla, eran máscaras en la actitud, pero su nivel musical era altísimo. Y los solos de guitarra, eran y siguen siendo muy originales, sin duda es el guitarrista más reconocible de este país. Una rara mezcla entre Dave Gilmour, Charlie Christian y Adrian Belew.

¿Qué recuerdos tienes de su etapa más destroyer? 

Igor: Cuando yo era adolescente, no había internet ni nada y aún existía una gran mitología en torno al rock. Los rumores, las verdades a medias, la leyenda plagada de sombras...Ese era el día a día del rock. Y con Ilegales eso se acentuaba porque, si vivías en Asturias los tenías muy cerca. Los veías por la calle y asustaban...Iban Willy y Jorge con esa altura, las botas, los dos casi calvos o calvos y resultaba muy impactante. Había muchas anécdotas que corrían de boca en boca. El hecho de tenerlos tan cerca, en Asturias en vez de menguar su leyenda, la aumentó. El caso es que cuando empecé a frecuentar más la noche, porque los inicios de mi vida nocturna fueron cuando yo era ya algo mayor, aún veías a Jorge metido en peleas y toda esa mierda...Fue un poco terrible. Odiaba eso. Era como "tío vete a hacer canciones, es indigno que con el talento que tienes, te rebajes así". También es cierto que te encontrabas a Jorge con unas chicas guapísimas y como él no era especialmente guapo, le confería un aura más grande.

¿Qué grado de importancia les otorgas en la historia del punk-rock cantado en castellano? 

Igor: Es una de las mejores bandas españolas de todos los tiempos. Están los Brincos, los Pekenikes, Íberos, Gabinete y ellos. Hay algunos más, por supuesto, pero destacan, están entre los cinco o diez primeros sin ningún género de dudas. Pueden competir con la mayoría de bandas británicas, de hecho. 

¿Por qué crees que Ilegales son fundamentales en la historia de nuestra música? 

Igor: Porque sus canciones que son mucho más que canciones. Encierran toda una filosofía de vida sin llegar jamás a ser aleccionadoras. Además, tienen la calidad y el concepto muy económico y agresivo de la instrumentación y sus recursos compositivos, por armonía y letras, están muy por encima de la media. Entendieron muy bien el juego de la provocación y la verdad es que pagaron un alto precio por mantener su actitud punk e irreverente. Eso se ve en esas famosas listas de "lo mejor de" donde se termina creando el canon de la música española que luego repiten hasta la saciedad las radios, los recopilatorios y los programas de televisión. Se les respeta, pero son tratados como una nota a pie de página y para mí son centrales, fundamentales.

¿Hay alguna anécdota que tengas sobre ellos que puedas contarnos? 

Igor: Muchas, pero no quiero contribuir más al anecdotario de Jorge. Quiero que se escuchen sus discos.

¿Qué trato personal has tenido con Jorge Martínez? 

Igor: Ahora mismo es bastante frecuente. Antes de tener el trato que tengo ahora, hace muchísimos años, a Babylon Chàt ya nos apoyó con mucha fuerza y, de hecho, el contrato con Avispa lo conseguimos gracias a él. Yo era muy fan, y en un momento, conseguí su dirección y le escribía cartas. De fan total, con mucho respeto. La verdad es que con el tiempo hemos ido tratándonos más a menudo y cuando lge he necesitado, ahí ha estado. Es un lujazo que salga en un clip mío, Bebemos, por ejemplo o que en el concierto que cerraba "Tierra Firme" viniera de invitado a cantar un tema. Es una persona muy interesante y de una gran nobleza. 

¿De verdad crees que es la reencarnación del mal o solamente un chiquillo encerrado en el cuerpo de un tipo de casi dos metros?

Igor: No lo veo nada crío, yo creo que tiene una mente de anciano escéptico, pero atrapado en un físico epicúreo que para bien y para mal se le mantiene muy joven. Si te fijas, muchas de sus canciones juveniles son inusitadamente maduras.

¿Qué te ha parecido el documental que habla de su historia “Mi Vida entre las Hormigas”? 

Igor: Alucinante. Es de los mejores documentales que he visto de música. Y te puedo asegurar que he visto muchísimos. Precioso, incluso en el sentido estético. Hay mucha información ahí, y de eso es responsable Jorge que no se metió en nada para el documental. Cuando un artista mete su zarpa en algo sobre su vida, puede que el resultado sea positivo para él, pero no para el espectador, con la salvedad de “Supersonic” de Oasis. Me gusta que aunque él esté tratado con respeto y cariño, no sea nada complaciente. Y se deja mucho vuelo a la banda, es decir, no es tan personalista como su título pudiera indicar. De lo mejorcito que he visto en mucho tiempo. Los directores han hecho un trabajo de categoría. 

Un álbum básico en su discografía.

Igor: “Chicos pálidos para la máquina” de 1988. Sobre todo en la versión CD que tiene dos temas más que en el LP se quedaron fuera y para mí son fundamentales. Aunque sea un álbum que se aleja del sonido clásico de Ilegales, muestra a una banda con múltiples registros y capaz de evolucionar. La voz tiene el tono perfecto, las letras son sublimes con un velo de melancolía tremendo. Una letra como “En el pasado” es puro Kavafis, no tiene nada que envidiarle. 

Tres canciones que nos hablen de lo que son y siente Jorge Martínez.

Igor: Hum...Canciones es difícil, la verdad.“La casa del misterio”. Está onda con una armonía compleja a lo “Enamorados de Varsovia” que, sin embargo, Jorge consigue hacer asimilable para un público no entendido. El amor no tiene por qué tiene que contarse de forma tan azucarada, ellos hacen esto muy bien. “Bestia, bestia”. Tiene varias de ese tipo, pero el sólo es criminal, y de un rock and roll muy básico de tres acordes consigue una canción muy original. Transmite muy bien lo que era a Asturias en una época sin recursos fáciles. “El corazón es un animal extraño”. La canción de desamor por excelencia. Lloro cada vez que se la escucho en directo.