"Este disco no busca machacar, sino seducir"
Por: Kepa Arbizu
Gatoperro, seudónimo del vallisoletano David LLosa, materializa esa tradición del rock tradicional de autor, un término que en este caso hace tanto referencia a, lógicamente, unos parámetros musicales pero también a unos literarios que se relacionan con una escritura íntima, reflexiva, poética y también noctámbula. Elementos todos ellos que le han acompañado a lo largo de su carrera pero que es en su cuarto disco "Cowboys" (del que estrenamos en exclusiva el videoclip del single "Los buenos viejos tiempos") cuando se muestran en su definición más perfecta, en buena medida gracias a su sobriedad y clasicismo. Desde Dylan hasta la conexión argentina Los Rodríguez-Tequila-Calamaro pasando por Quique González son algunos de los referentes que sin embargo no deben empañar una voz personal e identificativa, cualidades que funciona igualmente cuando responde a nuestras preguntas...
¿David Llosa es Gatoperro o estamos ante su álter ego bohemio?
Gatoperro: Más bien al revés, yo soy el bohemio, el que fuma y envejece y él es el artista, que se ríe de mí y se lleva todas las flores.
Teniendo en cuenta que tu anterior disco (“Juglar”) era un directo, no publicabas un repertorio de nuevas canciones desde hace casi cuatro años, ¿no le metes prisa a tus historias, les dejas que nazcan a su ritmo?
Gatoperro: Es verdad que he tardado bastante, pero es que necesitaba tiempo para saber qué disco quería hacer, qué quería contar y para eso tenía que llegar hasta el fondo de un proceso que a su vez ha implicado cambios de hábitos, de ciudad, musicales, personales,…No puedes escribir una crónica de sucesos si todavía no sabes quién es el cadáver.
Además, nadie me pone una pistola en la cabeza para que saque discos nuevos y hay que ser honesto con el público, con el proceso creativo y con uno mismo.
Este nuevo trabajo “Cowboys” suena orgánico y rockero, parece que has ido más a la esencia que nunca...
Gatoperro: Creo que todavía puedo avanzar más en ese camino de buscar el hueso de las canciones. Para mí es un disco muy de canciones, todos los míos lo son en realidad. Me refiero a que dominan por encima de un sonido o una producción determinada. Pero es verdad, que quizás sea el más orgánico y el más homogéneo. No tiene apenas estridencias, no busca machacar, sino seducir.
Cowboy es un término que nos remite a lo americano y a cierta tendencia a lo solitario, ¿hay que buscar en esos significados su elección como título?
Gatoperro: No, en realidad se trata de una figura crepuscular, pienso en los cowboys de finales del XIX, innecesarios en un mundo que ya había cambiado. Además, si te fijas, es un plural, es decir no hablo de mí, si no de un grupo o colectivo, o de una generación. Nos hemos criado con una forma de hacer las cosas y con unos valores que ya no tienen cabida. Pero también se podría haber llamado “La última manada de mamuts en la corte de los mamíferos tropicales” o “El año que cerraron los mejores bares”, algo así.
El ambiente musical que traslada es mayormente nostálgico, ¿dirías que es algo consustancial a tu música o un elemento más relacionado a estas nuevas canciones?
Gatoperro: Bueno, más bien es una cosa de este disco. Yo he vivido la vida con una política de “tierra quemada”, sin mirar atrás. Ya sabes, pensaba que iba morir joven, dejar un bonito cadáver, o que era inmortal o una mezcla de las dos cosas. No me preocupaba ni el futuro, ni el pasado. Pero claro, uno no se muere y de pronto tiene 37 años y se oye el “!Chin, pom!” que anuncia el final de la juventud y toca reevaluar las cosas. Aún así, la verdad, es que no lo veo como un disco nostálgico, que además es un sentimiento que no practico. Por ejemplo “Los buenos viejos tiempos” puede parecer que es una canción nostálgica, pero en realidad es lo contrario, hablo con bastante brutalidad del presente para dejarle mi versión de los hechos a los habitantes del futuro. Es una canción que tiene una inscripción imaginaria que dice: “Escuchar dentro de veinte años”.
Sin duda el rock anglosajón es parte esencial de tu música, pero también hay un deje importante en tus formas, en tu manera de interpretar, de cierto “argentinismo”, ¿ambos son ingredientes de tu estilo y de este disco?
Gatoperro: Sí, obviamente el rock es una aportación americana y anglo, también africana si me apuras, pero obviamente la abordo desde una perspectiva latina, europea y mediterránea. No puede ser de otra manera.
A pesar de ese tono más íntimo hay momentos de electricidad punzante como
“Insatisfacción”, Gatoperro es capaz de acariciar, pero también de arañar...
Gatoperro: Sí, quizá es la canción que más conecta con “Noches alegres, mañanas tristes”, la única que podría haber entrado en aquel disco, por actitud punk, por sonido, …. Sin embargo, aunque formalmente este disco es más reposado, eso no quiere decir que no pueda “arañar”, o que escucharlo sea un masaje, para mí ha sido un disco duro de hacer, de escribir, cruel incluso, y creo que se nota.
Tomando ejemplos de canciones como “El tigre albino” o “Comitragedia”, repletas de detalles instrumentales, nos encontramos con una producción que pese a esa sobriedad no renuncia a cuidar todos esos detalles…
Gatoperro: Claro, eso es en gran medida mérito de Josu García, nuestro productor, que ha sabido respetar el aire de cada canción sin renunciar a cierta orfebrería sonora. Para mí la clave es el plano y la intención donde se han colocado esos arreglos y detalles, un plano discreto, al servicio de la canción.
Uno de los temas más emocionantes es “Poltergeist”, ayudado por la presencia de la voz de Patricia Lázaro ¿desde un primer momento pensaste en la canción con esa doble voz?
Gatoperro: No, la escribí y fue una canción de esas que parece que se han escrito solas. Es una canción extraña, amorfa, muy emotiva. No sabía muy bien qué hacer con ella, así que se la enseñé a Patricia, que además de ser una artista que admiro profundamente, es amiga y ella mostró un gran entusiasmo y me pidió que la cantara con ella en un concierto que tenía la noche siguiente. Desde entonces la cantamos juntos siempre que podemos. Nos gusta, nos emociona y creo que tiene todo el sentido hacerla a dúo, por lo que cuenta la letra. Poder cantarla con Patricia es un regalo, no creo que me gustase cantarla con otra persona.
Tus letras suenan viscerales y muy personales, ¿se nutren siempre de esas experiencias íntimas o hay parte de “ficción”?
Gatoperro: Tienen que estar los dos ingredientes. Creo que, aunque no quieras, siempre dejas algo de ti en una canción. La proporción de esos ingredientes, eso sí, es muy variable.
Tanto en “Roto” como en "Los buenos viejos tiempos” te adentras en el mundo de la música, tratas sobre su autenticidad o sobre cierta idealización... ¿A lo largo de estos años has aprendido a tratar/tolerar/comprender ese mundo entorno al rock n roll?
Gatoperro: Sí, claro, es un proceso largo y que nunca acaba, comprender el oficio y todo lo que implica, saber dónde está tu fuerza y tu debilidad, que el éxito y el fracaso son dos impostores, las dos caras de una moneda falsa. Mirarte dentro y comprender cuál es la motivación, la fuerza, la gasolina que nos lleva a pasar por todo lo que hay que pasar para vivir como vivimos, de acuerdo a nuestra ley. Por supuesto al principio, cuando eres joven, todo lo que implica el “Rock and roll style of life” también resulta algo muy seductor, pero obviamente eso no es suficiente a largo plazo. Al final todo se reduce a que para mí hacer una canción es el mejor lugar del mundo, desde siempre. Quiero vivir en el mundo de las canciones porque se parece más a lo que debería ser la vida que la vida misma. Creo que fue Oscar Wilde quién dijo: “La vida imita al arte, mucho más de lo que el arte imita la vida”.
Aunque repites con algunos de tus músicos, no sé hasta qué punto tienes la conciencia de formar una banda o si prevalece la condición gatuna celosa de su individualidad.
Gatoperro: Cuesta mucho darle continuidad a una banda. En cualquier caso, todos los músicos que forman o han formado parte de Gatoperro, en directo o en grabaciones, lo han hecho con altura, compromiso, respeto e indudable oficio. La música es un fenómeno colectivo, precisa de la comunicación con los demás, no admite el aislamiento.
Y en los conciertos de la gira de presentación de este disco te veremos más rodeado de banda o en acústico.
Gatoperro: Haremos diferentes formatos y diferentes repertorios en cada uno de ellos: Banda de rock, trío electro-acústico y en solitario.