Sala Barts, Barcelona. Viernes, 31 de marzo del 2017
Texto y fotografías: María Solano Conde
Suena “La vie en rose”. Pasadas las nueve de la noche, la personalísima voz de Édith Piaf se desvanece para ceder el testigo a unos versos recitados. Apenas se pueden apreciar debido al ruido que provocan los últimos asistentes en llegar mientras buscan sus butacas en la penumbra de la sala Barts.
Pero, como cantan los propios Elefantes, volvió la luz. Y lo hizo con “Hoy”, perteneciente a su último trabajo, “Nueve canciones de amor y una de esperanza”. Ya desde el primer momento anticiparon que concederían parte del protagonismo a este disco, y la reacción jubilosa por parte del público condujo a la primera broma de la noche: Shuarma recordó que, cuando tocan fuera de Barcelona, lo que el público celebra es que, además de las recientes, interpreten también las canciones antiguas, las de siempre. El ambiente más o menos solemne que acompaña al festival Guitar Bcn no fue impedimento para el humor, que ejerció de hilo conductor durante una noche “especial porque… porque sí”.
Después de “Me he vuelto a equivocar” y “Aun más alto”, volvieron a las canciones de amor (aunque, según ellos, todas las canciones lo son) con “Que todo el mundo sepa que…”. Y tras esta, Hugo Toscano alargó el final de “Me falta el aliento” con un magistral solo de guitarra que incluso tuvo que detener por un momento a causa de los aplausos del público.
Con el paso de los años y la perspectiva que éste aporta, Elefantes han abandonado el prejuicio que tenían al principio de su carrera, y por el que creían que ningún músico conectaba con la música que hacían. Así, en su último disco versionaron al gran José Luis Perales, contaron con las colaboraciones de Bunbury, Love of Lesbian y Sidonie; y en el concierto del pasado viernes pudimos disfrutar de la melodiosa voz de Joana Serrat y de la energía de Gerard Quintana.
Aunque no fueron los únicos: quien más protagonismo acaparó fue Lourdes. ¿Lourdes… qué Lourdes? A raíz de varias interrupciones por parte de una asistente, que se desgañitó pidiéndole una fotografía a Shuarma, este al principio optó por ironizar: “¿No has venido a muchos conciertos nuestros, no?”. Ante la negativa de la interpelada, el músico la tranquilizó anticipando que después del espectáculo siempre dedican un momento a saludar, firmar y hacerse fotos con quien lo desee (desde aquí damos fe). Pero no fue suficiente para Lourdes, que acabó subiendo al escenario para inmortalizarse con el líder de la banda mientras el público, jocoso, no paraba de corear su nombre.
Con “Piedad” ponían fin a la primera parte del concierto, y unos minutos después reaparecían sobre las tablas para interpretar un bis que incluyó “Equilibrios”, “Somos nubes blancas”, “Mi estrella” (dedicada a Sunna, la hija de Shuarma, y a todos los “papás y mamás” que estuvieran presentes) y “Momentos”. Pero no fue suficiente, la gente pedía más. En un ejercicio de humildad, Elefantes dejaron a un lado su repertorio para recordar el problema de la acogida de los refugiados, y para ello versionaron “Mediterráneo”, la canción de la campaña “Volem acollir”. Ahora sí, Elefantes se despidieron de forma definitiva, mientras el público abandonaba sus localidades tarareando el tema de Serrat y comentando qué habría sido de la ya casi famosa Lourdes.