Por: Javier Capapé
Depeche Mode han vuelto puntualmente a su cita discográfica como cada cuatro años. Desde 1993 entregan un nuevo disco en este plazo acordado y desde la publicación de “Exciter” en 2001 lo presentan en directo sin remisión con una extensa gira plagada de éxitos junto con alguna de sus nuevas canciones. Esta vez se presentó antes la gira que el disco que iban a utilizar como pretexto para realizarla, pero el resultado es el mismo que en ocasiones anteriores. Un nuevo trabajo como excusa para volver a la carretera y recibir la ovación de miles de seguidores totalmente entregados a la banda de Basildon. Ropas oscuras, fidelidad extrema a sus ídolos, tatuajes que recuerdan a los de su vocalista… todo en sus giras parece que ya lo hemos visto, pero igualmente nos seduce. En todas las giras recientes del grupo, desde que en 1998 volvieran a la carretera tras la desintoxicación de Dave Gahan (presentando por entonces una recopilación de sus mayores éxitos), han seguido un esquema similar: cuatro o cinco temas del nuevo disco se cuelan entre los primeros interpretados de cada velada para después comenzar con su imparable sucesión de éxitos indiscutibles que hace que el espectáculo convierta en épica cada una de las noches de la gira. No faltan nunca “Personal Jesus”, “Enjoy the Silence”, “Walking in my Shoes”, “I feel You” o “Never let me Down Again”. Y así se diluye el efecto que podrían tener sus nuevas canciones en estos conciertos, porque independientemente de que los tiempos de “Violator” o “Songs of Faith and Devotion” nunca volverán, Depeche Mode han seguido ofreciendo a sus fieles discos más que notables que se pierden sin el reconocimiento merecido. Desde “Ultra” han presentado canciones muy interesantes que otros grupos de masas quisieran para sí, pero parece que esto no se les reconozca. Y es que prima más lo que los fans quieren, los éxitos inmediatos, el recuerdo a un pasado “mejor”. Sin hacer caso a estos juicios, con “Spirit” han vuelto a repetir su fórmula ganadora: un disco notable que mezcla vanguardia con sonidos electrónicos de los ochenta. En este caso se llegó a decir que el disco entroncaba con el sonido industrial de “Black Celebration” e incluso “Some Great Reward”, aunque a mi entender es más una estrategia de marketing para resaltar su cambio de productor, que si bien redefine levemente el esquema sonoro de los últimos discos del grupo (producidos desde 2005 por Ben Hillier), no llega a mirar demasiado a esos primeros discos en los que Martin Gore y los suyos eran todavía cuarteto.
James Ford produce un disco denso, de nuevo oscuro y crítico, que tiene en el desamor y en los conflictos políticos su base lírica y en el blues electrónico su predominio sonoro. No, tal vez no sea el mejor disco de su carrera desde “Songs of Faith and Devotion”, pero es que sus fans deberían estar cansados de este tipo de etiquetas. Depeche Mode no tienen por qué intentar llegar más lejos de lo que llegaron a principios de los noventa. Su batalla ahora es otra. Una que se basa en mantenerse y ofrecer un producto de indiscutible calidad, y eso debería estar por encima de las comparaciones. “Spirit” es un gran disco. De eso no hay duda. Así que esto es lo que debería importarnos.
La primera canción de esta colección es “Going Backwards”, con la que el oyente va entrando poco a poco dejándose llevar por los suaves sonidos electrónicos hasta que se convierte en un tema grandilocuente y desgarrador, aunque el inmediato paso a “Where’s the Revolution” deja a este primer corte más en la sombra. Ahora el discurso político se mezcla con una base apoyada en un slide de guitarra que parece copiado de “I feel You”. La canción se adhiere rápidamente a nuestra cabeza y es fácil volver a su estribillo una y otra vez. Una balada efectiva llega con “The Worst Crime”, con un Dave Gahan que sabe emocionar con su solemne gravedad, y ésta da paso a “Scum”, un tema que se nutre de una base ruidista y unos sintetizadores en el estribillo casi orquestales. “You Move” es el tema que firman juntos, un divertimento que ya practicaron en el disco anterior, aunque en “Delta Machine” dejaron relegada su canción a medias al disco de extras. Ahora con “You Move” mezclan un estribillo de fácil digestión con un sintetizador que juega entre los versos, pero que no termina de encajar. Con “Cover Me” sin embargo Dave Gahan se luce en la composición junto a sus escuderos Peter Gordeno y Christian Eigner y, tras un evocador inicio, el tema se pierde en un instrumental final que recuerda muchísimo a “Clean” de “Violator”. Y es que desde que comenzó a aportar algunas de sus composiciones a los discos de Depeche Mode éstas han sido de lo más interesantes, mostrando así que su nivel compositivo tal vez no tenga la pegada y la facilidad para convertir en hits cada una de las creaciones de su compañero, pero son igualmente meritorias. En “Cover Me” estremece y nos conduce con su desarrollo final hasta ese puente que es “Eternal” que funciona a modo de lamento en la voz de Martin Gore para pasar a otro de los temas compuestos por Gahan, “Poison Heart”, esta vez en tono de blues electrónico que tan bien manejan con una guitarra que se hace presente marcando el tempo de forma contundente y con un estribillo final muy sentido. “So Much Love” estalla con un ritmo seductor acelerado y con esa distorsión vocal de su autor que tan bien le sienta cuando se mezcla con los coros armónicos de Martin Gore. Si a esto le sumamos un estribillo que juega con la rima y la repetición y un toque de guitarra más rock este tema puede convertirse en otro de los clásicos recientes del grupo. “Poorman” recuerda a un “Policy of Truth” deconstruido, aunque no llega a explotar, y “No More (This is the Last Time)”, firmada a medias entre Dave Gahan y su amigo y productor Kurt Uenala, suena a despedida del oficio aunque con cierto aire colorista en su parte central. “Fail” pone el punto y final a un disco denso con un Martin Gore cantando realmente ajustado y con un profundo sentimiento. Un final lúgubre, algo decadente, pero es que el disco en sí no es en absoluto optimista y predomina la autorreflexión y el escapismo.
Una vez más Andy Fletcher funciona como el engranaje del trío entre sus dos cabezas visibles, el ideólogo y compositor principal y el frontman seductor. Pero es que este trío tiene muy claro el papel de cada uno de ellos y consigue hacer funcionar a la perfección a uno de los grupos clásicos de los ochenta más interesantes en activo. Depeche Mode es uno de esos gigantes de estadio a los que les pesa mucho su pasado y tal vez por eso no se valoren como merecen sus últimas creaciones, pero pensad por un momento que no fuera así, que este trío fuera de nueva creación. Estaríamos hablando entonces de algunos de los discos más rotundos y arriesgados del siglo XXI. Depeche Mode siguen resultando transgresores y cautivan a todo aquel que se acerca sin prejuicios a sus obras más recientes. “Spirit” merece sin ninguna duda su propio espacio en una discografía que ya suma catorce álbumes, sin contar recopilaciones o directos. Una discografía de las más interesantes y equilibradas de los últimos cuarenta años.