Por: Artemio Payá
En 2014 y casi con unanimidad, la crítica especializada señaló “Lost in the Dream” de The War On Drugs como el mejor álbum de aquella hornada, una espléndida rodaja musical cargada de épico rock americano barnizado con un particular muro de sintetizadores. Ninguna objeción a dicha elección, aunque cabe mencionar que ese mismo año también se editó “Heal”, el anterior trabajo de Strand Of Oaks , y que pasó bastante desapercibido en las listas. Un disco cuyas texturas resonaban parecidas a las de la banda de Adam Granduciel y que contaba asimismo con una fenomenal colección de canciones que uno no olvida fácilmente, allí estaban por ejemplo la perfección de “Goshen ‘97”, el stoner pop de “For Me”, el himno rock de “Shut In” o la joya de la corona, un recuerdo a Jason Molina llamado “JM” que sigue poniéndome los pelos como escarpias a base de salvajes guitarras. Han pasado tres años, y el que suscribe esperaba como agua de mayo el nuevo trabajo de estos Strand Of Oaks o mejor dicho de Tim Showalter que al final es el socio unipersonal de la banda, un tipo por cierto con pinta de tocar en una banda de heavy metal pero que se siente como pez en el agua mezclando la instrumentación clásica del rock arreglándolo con sustratos electrónicos.
Su nueva obra se llama “Hard Love” y nace después de un tour que le dejó exhausto, de un matrimonio complicado, de una experiencia familiar traumática y según su creador de la escucha compulsiva del catálogo de Creation, de los recopilatorios de Trojan y de un empacho de Jane's Addiction (!). Con todos estos ingredientes, Tim comenzó a componer en primera instancia pero sin sentirse confortable con el resultado final. Así pues, e intentando encontrar un punto mas distendido durante la grabación buscó la ayuda de su buen amigo Jason Anderson y se encerró en el estudio junto al productor Nicholas Vernhes para dar forma a la versión final del disco.
“Hard Love” comienza con temores, y por un momento nos hace pensar que Showalter se ha sumergido en la impersonalidad sintética, pero al cabo de un minuto y entre el ambiente mecánico del principio aparece una de esas guitarras luminosas que cambian de un plumazo la canción. Volvemos a sentir la épica pop, todo aquello por lo que nos gustó “Heal”. Strand of Oaks están de vuelta y también el segundo corte es como la continuación lógica de su anterior álbum, un himno cocido al contrapunto dónde guitarras y sintetizadores se dan la mano a las mil maravillas. “Everything” nos muestra su lado más rockero, dónde un riff que resuena a The Cult es el que manda. Con las cartas encima de la mesa, nos adentramos en el lado más intimista del lote y cargado de reminiscencias a un Neil Young pasado por una batidora de modernez en el synth-folk de “Salt Brothers”, la inmaculada psicodelia pop de “On the Hill” o el baladón al piano en “Cry”.
Para el final se reserva la porción mas abiertamente directa con dos andanadas netamente rock: “Quit It” y el hit instantáneo “Rest of It” y acaba la faena con ocho minutos dónde nos sumerge en un viaje interestelar con guitarras, mantras, aullidos y máquinas trabajando a la vez y donde Tim evoca desde una visión lisérgica la experiencia cercana a la muerte de su hermano de 27 años.
Al final de la novena canción uno se queda con ganas de más, señal de que estamos ante otro disco notable y eso si, voy avisando que si eres de los que considera una afrenta mezclar guitarras y sintes entonces no te acerques a “Hard Love” pero si no le haces ascos te puedo asegurar que esté disco que va a encantar.