Por: Javier Capapé
Carlos Goñi ha vuelto a resucitar al Revólver clásico con este “Capitol”, un disco de digestión lenta, pero como suele tenernos acostumbrados su protagonista, lleno de recovecos a los que volver una y otra vez. “Capitol” es el perfecto contrapunto acústico a su predecesor “Babilonia” y como nos venían advirtiendo los medios es una semi-vuelta a sus orígenes, y digo lo de semi porque lo veo más entroncado con aquel maravilloso “Calle Mayor” que con su lejano debut de 1990. Las guitarras acústicas dominan el minutaje, pero la actitud de Carlos Goñi sigue siendo dura, retratando la realidad sin pelos en la lengua, dejando bien marcados los “puntos” sobre las “ies”. Tal vez éste sea su más interesante trabajo desde el citado “Calle Mayor”, un disco que respira profundidad en las intenciones, pero donde no hace falta machacar con un sonido más potente sino cocer los mensajes a fuego lento y con un decidido gusto por las distancias cortas. Revólver siempre ha sido de los que dejan las cosas claras y esta vez no cambia los patrones, tan solo los aligera o presenta de una forma más accesible que con “Babilonia”. Y por eso puede recordar a sus trabajos “Básicos”, aunque mi impresión es que está un paso por encima de éstos. Si los “Básicos” retratan a Revólver desde unos arreglos puramente acústicos, aquí la sonoridad es justo la que necesitan los temas, la más adecuada para esta colección. No es un traje a medida para la ocasión, sino que las canciones de “Capitol” piden este ritmo y cadencia, esta cercanía con el oyente que en ocasiones se pierde con unos watios de más.
En “Capitol” hay sitio para todo: para la introspección a modo de canción de autor como ocurre en “Perdí lo que no tuve” (con el uso de la guitarra española poco habitual en sus canciones), para hacer un repaso de las absurdas modas imperantes del momento presente en “Más tequila”, para hacer un alegato contra la pederastia en “Cerraré los Ojos” o incluso para reivindicar su amor por Barcelona. Según su autor es un disco para mostrar lo que él ha vivido en estos últimos años de puertas adentro, aunque sería más correcto decir que es también un disco hacia el exterior, exponiendo abiertamente las posturas de su protagonista, cantando una vez más sin miedo y en primera persona y siendo capaz de conmover o hacer revolverse en el sitio a sus oyentes.
Es un disco social y muy urbano. Compuesto al calor de la Gran Vía madrileña, pero siendo a la vez un disco íntimo y muy personal. Encontramos algún cañonazo con garra con esa escritura suya tan particular como “Mustang Shelby”. En contraposición se cuelan la intimidad de “Campanilla”, con imágenes que nos retrotraen a la infancia, o “Ángeles de alas sucias”, que juega de nuevo a la crítica social. “Premios y Cicatrices” hace un repaso personal de sus subidas y bajadas, e incluso hay tiempo para homenajear a amigos admirados como ocurre en “Sacristán de Sacristanes”. También hay sitio para una imagen muy certera del deseo y la pérdida de los sueños en “Frío en Madrid” y para otra de las escrituras clásicas de Goñi en “BlackJack”, el primer single extraído del disco con reminiscencias claras a la E-Street Band junto a ese protagonismo del saxo que tanto recuerda a “El Dorado”.
Carlos Goñi además no se sube a la moda del folk americano que se cuela en muchos artistas rock de nuestro país, mantiene su estilo acústico tradicional donde no es necesario abusar del slide para emocionar y donde las seis cuerdas se bastan y sobran por sí mismas sin demasiadas florituras. La única pega que se le puede poner a este disco, aún siendo el más acertado de su autor de los últimos 20 años, es su larga duración, que llega a hacernos perder parte del interés en los últimos temas. “Magnolia Lane” suena como la perfecta despedida, pero llega con la guardia algo baja en el oyente. Teniendo en cuenta que las canciones de Revólver ver son de por sí largas y con densas letras, un repertorio más ajustado podría haber redondeado mejor el conjunto. Pero aún así, el resultado es muy interesante y rico en matices.
Habrá que esperar a ver la transformación de estas canciones para el directo y si sigue apostando por el formato trío más contundente con el que ha hecho equipo en los últimos años. Me refiero a Manuel Bagüés y Julián Nemesio, al bajo y batería respectivamente. Tal vez para ser fiel al espíritu de “Capitol” necesite algún miembro más en la banda que dé un color menos eléctrico al repertorio, aunque estoy seguro de que Carlos Goñi encontrará el mejor modo de hacerlo.