"Queremos hacer canciones. La vanguardia es otra cosa"
Por: J.J. Caballero
Fotografías: Iris Banegas
La experimentación en música puede ser un arma de doble filo. Bien entendida y aplicada a lo que ya sabes hacer –y además lo haces muy bien- resulta un componente enriquecedor con el que aprender el manejo de otras vías de instrumentación que aportan un matiz nuevo y brillante en algunos casos. Con Rufus T. Firefly, una banda que ya había facturado grandes grabaciones en sus dos anteriores trabajos, sucede un poco de eso. En "Magnolia", otro acierto pese a lo irregular y extraño de algunas de sus canciones, se encargan de puntear las mejores melodías que han hecho hasta la fecha con ribetes electrónicos y un personal concepto de la psicodelia. A Víctor Cabezuelo, voz, guitarra y portavoz de la banda, le gusta implicarse en el proceso creativo y hablar de él con quien se atreva a preguntarle. Nosotros somos unos de los interesados.
Fotografías: Iris Banegas
La experimentación en música puede ser un arma de doble filo. Bien entendida y aplicada a lo que ya sabes hacer –y además lo haces muy bien- resulta un componente enriquecedor con el que aprender el manejo de otras vías de instrumentación que aportan un matiz nuevo y brillante en algunos casos. Con Rufus T. Firefly, una banda que ya había facturado grandes grabaciones en sus dos anteriores trabajos, sucede un poco de eso. En "Magnolia", otro acierto pese a lo irregular y extraño de algunas de sus canciones, se encargan de puntear las mejores melodías que han hecho hasta la fecha con ribetes electrónicos y un personal concepto de la psicodelia. A Víctor Cabezuelo, voz, guitarra y portavoz de la banda, le gusta implicarse en el proceso creativo y hablar de él con quien se atreva a preguntarle. Nosotros somos unos de los interesados.
Dos años y medio después de vuestro gran disco ‘Nueve’ publicáis este ‘Magnolia’, con el que igualar el reconocimiento de crítica y público será difícil visto lo visto y escuchado lo escuchado con el anterior. ¿Es este álbum una vuelta más, una prolongación de todo lo bueno apuntado en el anterior?
Víctor Cabezuelo: Sabíamos que habría mucha expectación con este disco porque todo lo que pasó con ‘Nueve’ fue increíble. Muchos nos pusieron como una nueva esperanza de la música y cosas así. Hemos querido hacer este disco con mucha calma y con mucho mimo. Es una locura de sonidos y armonías entre todos los elementos si te pones a profundizar, pero no queríamos que fuera la segunda parte de ‘Nueve’, queríamos que fuera otra cosa. Para bien o para mal no somos los mismos que hace cuatro años, y nuestra música tampoco debe serlo. Creo que es inútil comparar trabajos. Son sencillamente momentos vitales, nada más. Lo importante es que ‘ø’ fue un disco sincero con nosotros mismos, ‘Nueve’ fue un disco sincero con nosotros mismos y ‘Magnolia’ también lo es.
Eso del rock psicodélico aún no sabemos si es un cuento que se han inventado algunos críticos o existe realmente para describir propuestas como la vuestra.
Víctor Cabezuelo: A mí es que ya hace tiempo que me da absolutamente igual lo que me llamen. Indie, alternativo, rock, psicodelia, cortavenas… me da igual. Hacemos canciones, cada vez de una manera diferente, nos encantaría que las pudieras disfrutar libremente porque esa es nuestra única premisa, hacer música libre. Sé que existe la necesidad imperiosa de querer etiquetarlo todo, pero ahí nosotros no tenemos nada que ver.
Decís en la presentación de ‘Magnolia’ que es “un alegato en defensa del arte, el amor y la naturaleza”. Traducido a un idioma más común, ¿qué y cómo queríais expresaros con estas canciones?
Víctor Cabezuelo: Queríamos defender esos tres valores que consideramos los más importantes de nuestra existencia y están siendo terriblemente maltratados y menospreciados en los tiempos que estamos viviendo. Para ello hemos tirado de referentes, algunos universales y otros más personales, a lo largo de todo el disco. Todo es un pequeño homenaje a las cosas bonitas que han pasado por nuestra vida y nos encantaría llegar a ser algo bonito que pase por la vida de alguien.
Después de una evolución tan clara en los anteriores trabajos solo os faltaba la ayuda de Manuel Cabezalí, un especialista en dotar de fuerza y brillo a las canciones más aparentemente calmadas.
Víctor Cabezuelo: Manuel es una especie de embajador de la realidad fundamental para poder llevar a cabo nuestras locuras musicales de una manera amable y cercana. Él siempre sabe hacia dónde queremos llegar y nos ayuda a hacerlo, pero también nos ayuda a no desviarnos, a saber cuándo nos estamos pasando y cuándo no llegamos ni de coña. Rufus sería una mierda sin Manuel, es lo más importante que nos ha pasado y nos pasará como grupo. Muchos discos más juntos, por favor.
Por cierto, grandes piropos los que dedica a Julia Martín-Maestro, que además de ser la baterista del grupo, se encarga del arte y el diseño artístico del disco, que es todo un regalo, dicho sea de paso.
Víctor Cabezuelo: Es que Julia es absolutamente increíble. Es de verdad. Te guste nuestra música o no, entiendas más o menos este tipo de canciones, verla tocar es un espectáculo único. He tocado con muchísimos baterías a lo largo de mi vida y no he conocido a nadie que toque y transmita de esa manera. Julia es feminismo efectivo. Es un ejemplo como músico y tambien como artista. Ella acabó muy desencanta con el arte después de estudiar bellas artes. Parece que en ese mundo el mamoneo es casi tan extremo como en el de la música. Le pedí por favor que hiciera el diseño de este disco y es increíble lo que ha hecho, veo las canciones literalmente. Me alegro de que esté volviendo a pintar, el mundo es más bonito cuando lo hace.
Por los créditos se pasean también grandes nombres de la escena actual, como Martí Perarnau de Mucho y Rodrigo Cominero de Sonograma. ¿Son colaboraciones pensadas o surgieron por casualidad o circunstancias?
Víctor Cabezuelo: Rodrigo ya es un Rufus más, empezó a tocar con nosotros después de la salida de Alberto de la banda y nos está dejando muy buenos momentos. Tiene un papelón muy serio con los teclados pero poco a poco se está haciendo fuerte, lo veréis en el directo. Martí por otro lado es como un hermano. En el último disco de Mucho nos volvimos un poco locos con los sintetizadores y quise que lo repitiéramos de alguna manera en este disco. Creo que Martí es un genio de la música actual, que mira todo el rato hacia el futuro sin prejuicios. Me alegro mucho de que la vida me haya llevado a su lado y de que nos piquemos mutuamente con cada disco que hacemos.
¿Os consideráis realmente una banda vanguardista o simplemente intentáis no perder esa gran capacidad de evolución con cada nuevo trabajo?
Víctor Cabezuelo: Creo que la vanguardia es otra cosa. Nosotros tiramos de ella porque nos flipan los nuevos sonidos y tendencias pero no pretendemos inventar nada. Queremos aprender más y más para aplicarlo a nuestras canciones pero al fin y al cabo, queremos hacer canciones, algunas más experimentales y otras más clásicas, dependiendo del momento y de lo que queramos expresar. Somos muy inconformistas, no queremos repetirnos ni dar a la gente lo que espera de nosotros, queremos descolocarla pero haciéndolo con criterio y calidad. Nos exigimos mucho constantemente, pero es que esa es la única manera de crecer.
Teníais un homenaje pendiente a Jeff Buckley y a ese momento lúgubre de la historia del rock reciente en el que se anunciaba su desaparición en las frías aguas del río Wolf. Por fin lo habéis convertido en canción.
Víctor Cabezuelo: Sí, teníamos muchas ganas desde que escuchamos ‘Grace’ con dieciséis años. Nos cambió la vida y la visión de la música para mejor. Se abrió el techo cuando escuchamos ese disco. Ya no había límites, éramos libres y se lo debíamos. Creo que no se puede volver a hacer un disco así. Creo que vino solo a dejarnos ese disco y después se fue. Se acercó al río Wolf y se dejó llevar por su corriente, y lo hizo mientras cantaba ‘Whole lotta love’ de Led Zeppelin. Yo también quiero irme cantando una canción así.
Las imágenes de la infancia o los recuerdos también son parte importante, como titular uno de los temas ‘Tsukamori’, un guiño a la película ‘Mi vecino Totoro’; o ‘El halcón milenario’, otra referencia al universo Star Wars.
Víctor Cabezuelo: Son todo homenajes a momentos, libros, películas, canciones, personas que cambiaron nuestra vida a mejor sin ni siquiera pretenderlo. Dejaron algo bonito en el mundo y eso hizo que otras personas decidieran hacer también algo bonito. Ese es el espíritu de este disco. ´
No perdéis, pese a todo, el gusto por las grandes melodías. Aquí destaca la de ‘Pulp fiction’, que sin embargo contrasta con la espiral de más de ocho minutos de ‘Magnolia’, con lo que volvemos a encontrarnos con dos vertientes muy marcadas en la banda.
Víctor Cabezuelo: Eso es porque los Beatles nos pegaron muy fuerte de pequeños también. No hay melodías como las de los Beatles. Durante la composición de este disco me los volvía poner a saco, a todas horas, es increíble lo simple que parece todo, cómo lo hacen sin el más mínimo esfuerzo, les salía así de forma natural. La instrumentación siempre ha sido muy importante en todos los discos de Rufus pero sentía que en cuanto a melodías todavía teníamos un “necesita mejorar” y he gastado mucho tiempo en intentar acercarme a ellos lo máximo posible, siempre con las limitaciones de mi voz de rata, pero con ellos en la cabeza todo el tiempo.
Siempre habéis sonado muy setenteros, pero a la vez habéis ido dando cabida cada vez más al componente electrónico en las canciones.
Víctor Cabezuelo: Creo que en este disco aún más. Julia tenía muy claro que la base rítmica tenía que ser muy Led Zeppelin o Pink Floyd. Me dijo, “tú mete electrónica y fricadas que yo me encargo de que suene cañón”. Y es lo que ha pasado. Yo me he encargado de volar y ella de sujetarme a la tierra. Al final ha sido un poco como intentar mezclar a Bonham con Bonobo, y nos encanta lo que ha quedado.
El disco venía además con regalito extra: A los cincuenta primeros compradores se les obsequiaba con una entrada doble para el acústico que disteis el pasado 22 de enero en el Café La Palma de Madrid. ¿Qué tal la experiencia?
Víctor Cabezuelo: Muy bonita. Les enseñamos las canciones un poco como surgieron, muy desnudas. Queríamos explicarles cómo llegamos a donde hemos llegado. Fue precioso y haberlo podido hacer en La Palma un lujazo, porque allí nos sentimos como en nuestra propia casa.
¿Cómo se retroalimenta una banda que intenta renovarse con cada nuevo disco sin perder nunca el norte?
Víctor Cabezuelo: Imagino que no dejando nunca de escuchar música que no conoces. Respetándola e intentando entender por qué cada artista se expresa de esa manera. Los prejuicios son el mayor enemigo de la creatividad. Conozco guitarristas que piensan “no usaría un chorus en mi vida”, bajistas que dicen “un buen bajista no puede tocar con púa” o baterías que si les planteas no usar platos en un disco te mandan a la mierda… Sinceramente, creo que están jodidos y muy ciegos. Ya tenemos bastantes muros delante como para encima ponernos más con nuestros prejuicios. Cuando nos pongamos a hacer un disco nuevo pensaremos en ‘Magnolia’ y como siempre, diremos “eso ya lo hemos hecho, ahora hay que seguir caminado”.