Por: Artemio Payá
Ya nos estábamos preocupando por Ty Segall, un tipo que salvando las distancias compite en cuanto a incontinencia creativa con el bueno de Ryan Adams y que si en 2015 editó material en solitario, con su banda paralela Fuzz o bajo ese divertimento llamado Ty Rex, había dejado el casillero de 2016 en blanco. A pesar de que su anterior entrega “Emotional Mugger” estaba para mi gusto por debajo de su ambicioso “Manipulator”, conviene seguir la pista del californiano que en cada uno de sus trabajos además de hacernos disfrutar siempre nos muestra cosas interesantes.
En este caso, no se si se tratará de un buscado reseteo, pero vuelve a ponerle su nombre a un elepé (tras su debut) y se aleja momentáneamente de aquellos que le encorsetan como un geniecillo del garage punk. En “Ty Segall” (Drag City) hay poco, ya que son nueve escasas canciones, pero también hay un poco de todo y está tan bien armado que suena como una maravillosa amalgama de lo mejor que le ha pasado al rock and roll en la década de los 70: pop acústico, protometal y por supuesto el garage desde el que parte.
El disco se abre con el crepitar de guitarras de “Break The Guitar”, un garage con sabor a boogie que es marca de la casa y que pone las cartas sobre la mesa: este soy yo y rockeo como el demonio. Tras el abultado nivel de decibelios del comienzo, nos adentramos en una bella tonada glam a la que le inyecta de repente un endiablado solo punk que desconcierta pero que convierte el resultado en una píldora altamente adictiva. La sorpresa viene en el tercer corte “Warm Hands (Freedom Returned)” donde nuestro protagonista fusiona durante diez minutos no menos de cuatro canciones en una y nos hace subirnos en una inabarcable montaña rusa sónica en la que nos cuela un fenomenal flashback dónde conviven ecos de The Beatles, Dead Kennedys, Pink Floyd y hasta Black Sabbath.
Después de recuperarnos de semejante viaje nos topamos con una delicia en clave acústica llamada “Talkin'” con sabor a los mejores momentos de Big Star y que después de repetidas escuchas del disco no sale de mi cabeza. Tras ella, el amigo Ty vuelve a subir el volumen de las guitarras en dos canciones que son lo mas fiel a su estilo que encontramos en el álbum, dos certeras punzadas de boogie punk. La sorpresa vuelve a llegar después puesto que de aquí al final el tono del disco es mas bien relajado, comenzando por la emotiva declaración de amor a su pelirroja favorita en “Orange Color Queen”, la sesentera “Papers” o el corte final “Take Care” (To Comb Your Hair”) que se abre con aires sosegados y va creciendo a base de guitarras poniendo el broche final al disco en todo lo alto.
En resumen, que tras escuchar “Ty Segall” uno sigue pensando como apuntaba mas arriba que este hombre sigue siendo de lo mas interesante del panorama actual, no estamos ante su mejor ni su peor disco pero si estamos ante otra rodaja más de fantástico rock and roll.