Por: Javier Capapé
No es la primera vez que Amaral hacen algo así. Ya nos ofrecieron las versiones acústicas de todos los temas de su anterior álbum “Hacia lo Salvaje” en una edición doble del mismo que incluía estas tomas alternativas a modo de demos, a partir de las cuales pulieron las versiones definitivas del disco. Pero esta es la primera vez que dan forma a un disco acústico totalmente independiente de su versión original (a pesar de que en Europa sí se vendan la cara “nocturna” y “solar” de forma conjunta). Porque “Nocturnal Solar Sessions” es un disco en sí mismo, no simplemente la versión acústica de “Nocturnal”. Su entidad es evidente y conforma un álbum con personalidad propia, con canciones a las que no se les puede llamar simplemente acústicas. Amaral ofrecen aquí su vena más folk, aunque en algún momento también rozan la experimentación e incluso se atreven a desnudar sus temas hasta dar una versión completamente distinta de los mismos, totalmente nueva. En “Nocturnal Solar Sessions” hay canciones que cambian hasta su tonalidad y aunque suene a tópico, ponen luz donde antes había oscuridad. De esta forma podemos reintrepretar todos y cada uno de los temas. Algunos se quedan en una versión acústica más limpia o simplificada, pero en otros su sentido y estructura cambia por completo, al igual que su sonoridad.
“Llévame muy lejos” se desnuda en una versión donde el violín toma la voz cantante. “Unas veces se gana y otras se pierde” tal vez sea la única que podría haber sido simplemente una demo básica para dar forma a su versión definitiva aparecida en el disco original; y es justo en ese momento, cuando podríamos haber tirado la toalla pensando que éste era un disco de demos, cuando llega “Nocturnal” y nuestra percepción cambia por completo. “Nocturnal” es ahora una canción folkie vibrante, lejos de las sombras que imprimía la original. En “La ciudad maldita” destaca la presencia de la guitarra española arpegiada al más puro estilo de cantautor y de nuevo se opta por un cambio radical de estilo en “Lo que nos mantiene unidos”, que destila luminosidad, con un estribillo apoyado casi únicamente en una base de sintetizador que va creciendo y un piano que recoge toda la tensión de la canción.
Un nuevo giro de 180º se da en “500 vidas”, con un sonido que se va a Los Andes. “Cazador” parece un experimento pseudo-psicodélico, con ese órgano que lleva el riff junto a la acústica. “Nadie nos Recordará” es ahora más reposada pero a la vez más creíble, desgarrada y asentada principalmente en un piano evocador, lo que es una constante en el disco, donde las acústicas casan a la perfección con este instrumento, más aparcado por el grupo maño en discos anteriores, pero que en éste destaca como hilo conductor, casi con más presencia que las propias guitarras.
“La Niebla” suena más convincente que la original. De nuevo un folk bien construido con una base percutiva que arrastra hasta conducirnos al punteo de entrada al estribillo que recuerda directamente a la lejana “Los Aviones no pueden volar”, consiguiendo una sonoridad que hubiera encajado perfectamente en el disco donde se encontraba aquella canción, el maravilloso “Una pequeña parte del mundo”. “Laberintos” sufre una mutación total. Sus coros de apoyo recuerdan a la Enya de “Boadicea”, con una base de sintetizador que sobrecoge durante todo el tema. Esta vez no podemos hablar de transformación acústica sino más bien de un cierto toque ambient. “Laberintos” deja el protagonismo total a la voz de Eva, que sólo necesita del punteo de la acústica para embellecer por completo esta canción mayúscula. Le sigue “Chatarra”, donde la guitarra se basta y se sobra para tensar la cuerda y prepararnos para el final, consiguiendo una versión llena de fuerza gracias de nuevo a una interpretación vocal magnífica. Tal y como pudimos oír en sus presentaciones en directo, “En el tiempo equivocado” comienza a piano y voz consiguiendo estremecer hasta que estalla en su recta final. Y tras este potente broche de oro y casi a modo de pista escondida, aparece una versión reducida de “Noche de cuchillos” con los violines como protagonistas, que logra un impacto mayor que la original.
La cara “solar” de “Nocturnal” es por momentos más intensa que la original y mucho más directa, debido a que está pensada para sonar en distancias cortas y desprovista de esa pátina de oscuridad que a mí consiguió atraparme, pero que pudo desconcertar a algunos seguidores. Es un disco muy interesante, aunque sería mucho más llamativo si no hubiera habido previamente un “Nocturnal” al que hacer referencia. Si este “Solar Sessions” fuera sencillamente una nueva entrega del dúo maño estaríamos hablando de unos Amaral asumiendo más riesgos, en caída libre y apostando por nuevas sonoridades en su cancionero, con un disco que rompe con todo lo anterior presentado por los zaragozanos. Ojalá para su siguiente larga duración no sigan el camino fácil. ¿Quién sabe si el disco que prepararán tras su gira europea llevará esta línea? Sería una grata sorpresa.