Por: Javier González
A estas alturas de la película no creo que haya nadie sorprendido ante la repercusión que tiene cualquier paso en la carrera de Leiva. Y es que el músico de la Alameda de Osuna ha conseguido a fuerza de insistencia ganar para su causa a casi todos aquellos interesados en ciertas sonoridades pretendidamente rockeras.
En la noche del pasado viernes en un abarrotado palacio de deportes de la comunidad de Madrid, perdón por el desplante comercial pero me niego a llamarlo de otra forma, uno podía cruzarse con una fauna dispar que transitaba desde el joven y la joven de pantalones pitillo en tonos oscuros y gorrito, émulos del artista madrileño, al señor mayor que antaño visitaba salas underground de menor aforo en busca de un mayor grado de guitarreo, hasta desembocar en familias enteras, dispuestas a disfrutar de un espectáculo para todos los públicos que desde hace días se nos vendía cómo mítico.
Y en el fondo lo fue, vaya que si lo fue, porque más allá de consideraciones musicales, estilísticas y de puesta de escena, en las que entraremos más tarde, la noche deparó una velada digna de disfrute.
Desde los instantes iniciales con unos voluntariosos Morgan, con una gran presencia escénica y bonita voz al frente, atacando su rock americano de medios tiempos, con buen hacer y tablas, batallando contra la dificultad de ser teloneros de un grande, saliendo airosos de un envite mayúsculo, dejando en el ambiente un buen regusto y la obviedad de que si su propuesta se atreve con el castellano tendremos banda para mucho tiempo y además de las de gran repercusión.
Hasta desembocar en el momento en que las luces se desvanecieron a las diez menos cuarto de la noche dejando el escenario, con inmaculada iluminación y puesta en escena, para que tanto Leiva como su Leiband hicieran vibrar al respetable con dos horas de pop-rock en el que la única realidad, la incontestable, fue que las sillas sobraron, pues los asistentes se levantaron en el primer acorde para no recuperarlos en toda la noche, disfrutando con un repertorio efectivo que fue coreado y bailado de una manera unánime, algo ante lo que cualquier consideración crítica se viene abajo.
Leiva intercambió clásicos, porque sí, ya podemos hablar en esos términos de sus temas, por novedades, mirando al pasado glorioso al frente de Pereza y con parada obligatoria en cada uno de sus tres discos en solitario, los que ganaron la partida, agradeciendo a la parroquia su asistencia a la velada y dándose un baño de felicidad en su ciudad, rodeado de su gente, con su banda en perfecta comunión, algunos como Tuli amigos desde su adolescencia además de confesor de sueños de estrellato, y disfrutando del que calificó como “el concierto más importante de toda su vida”.
De ésta forma sonaron entre otras canciones la mayoría de su último disco, Monstruos, representado por "Sincericidio", "Medicina", "La Lluvia en los Zapatos", quizás las dos favoritas del que suscribe, "Breaking Bad", "Guerra Mundial" y "Hoy Tus Ojos"; de Pólvora acudió a "Terriblemente Cruel", "Vértigo", en una emocionante presentación, "Mi Mejor Versión", "Ciencia Ficción", "Palomas" y "Los Cantantes", y de su ya lejano debut Diciembre no faltaron, "Eme", "Miedo" y "Vis a Vis", en una adaptación semiacústica del tema escrito por Kike Babas, acudiendo a Pereza en temas del calado de "Cómo lo tienes Tú", "Windsor" y "Lady Madrid", con la que cerró el concierto, apoyados en todo momento por la prestancia sonora de las percusiones excelentemente tratadas por El Niño Bruno y Luismi Huracán, quienes son sin lugar a dudas el motor de la máquina de la Leiband, toda vez que las guitarras de Juancho y el propio Leiva quedan relegadas en directo a un segundo plano, salvo honrosas excepciones, de la misma forma que los son los teclados de César Pop y la sección de vientos de Gato Charro y Tuli, que aún así asoman de cuando en cuando con gran efectividad, aportando un toque mágico a los temas.
La realidad dicta que lo acontecido la noche del pasado viernes está a la altura de muy pocos músicos de nuestro panorama. Leiva ha conseguido dar con la fórmula mágica de facturar canciones con gancho, efectivas y efectistas, también de gran calidad, todo sea dicho, que conectan con gran parte del público, consiguiendo despejar la ecuación con la que cualquiera soñaríamos con una facilidad que solo da el trabajo bien hecho. Ahora, felicitándole de antemano con todo nuestro cariño, no queda más que caer en el tópico y decir que sí…que Leiva es un monstruo.