Por: Javier Capapé
Hoy me acerco a un disco de “grandes éxitos”, más que por la colección de canciones en sí, por detenerme en la carrera de un gran músico, de David Gray, que con este recopilatorio conmemora sus 25 años en activo. Y eso sí que es digno de mención. Sobre todo porque en este país nuestro parece que no queramos prestar atención a algunos artistas notables, como es el caso del británico. Un músico que ha crecido bajo la línea de la canción de autor y que ha sabido ofrecer siempre interesantes discos cargados de melancolía, delicadeza y emoción. Sin embargo cuando pronuncias su nombre en nuestro país pocos saben quién es. Tal vez recuerden su gran éxito “Babylon” o quizá alguno conozca “The One I Love”, pero inexplicablemente su cancionero no ha trascendido aún tratándose de un músico que bebe de clásicos como Bruce Springsteen o Bob Dylan. Así que yo, aprovechando este lanzamiento, me dispongo a reivindicarle, no sólo por los intensos momentos que me ha regalado con sus canciones, sino porque es un artista al que todos deberíamos acercarnos. Y esta selección de lo más granado de su carrera es una buena manera de hacerlo.
En el primer disco de la edición “deluxe” (con la que hay que hacerse sin ninguna duda) nos presenta algunos de sus temas más celebrados. Todos ellos publicados a partir de 1998 tras el lanzamiento del disco que le colocó en el candelero: “White Ladder”. Ese disco era una obra maestra, pero tras él vendrían otros de incuestionable valor como “Life in Slow Motion” (por el que tengo una debilidad especial y merece un sitio muy destacado en mi colección) o el más reciente “Mutineers”, también reflejados aquí. De sus primeros tres discos no hay ni rastro en estos dieciséis temas, de los que dos son nuevos, pero era algo previsible debido a que aquellos no tuvieron tanta trascendencia. Abriendo con su mayor éxito “Babylon” (al que la remasterización le sienta tan bien que parece una nueva grabación mucho más equilibrada) y seguido de la efectiva “You’re the World to me”, el recopilatorio rápidamente nos presenta al David Gray más íntimo, el que te engancha desde las distancias cortas, y así nos presenta otros temas imponentes como “Sail Away”, “Alibi” o “Flame Turns Blue”. La selección de estos éxitos es la esperada, no dejando fuera “This Year’s Love”, “Please Forgive Me”, “The One I Love”o “Be Mine”, que parece renovada con su mezcla actual. Aunque también hay espacio para temas destacados más recientes como “Fugitive”, “Back in the World” o el dueto que firma con LeeAnn Rimes en “Snow in Vegas”, que engrandece un corte ya de por sí emocionante. Como en la mayoría de las colecciones de este estilo las nuevas canciones que regala a sus seguidores no destacan en exceso y siguen una línea continuista, pero no se trata de vendernos nada nuevo, sino de celebrar su carrera y así “Smoke without Fire” y “Enter Lightly” cumplen sobradamente con su cometido.
El verdadero documento que interesará a sus seguidores es el segundo disco, que ofrece una selección de temas más íntimos elegidos por su protagonista, donde caben ya todos sus discos y en los que destacan por encima de todo las rarezas o canciones “en la sombra”. Como el artista reconoce en las notas del CD, ha elegido estos quince temas por lo que representan personalmente para él, porque suponen un espacio de intimidad al que le gusta recurrir y porque no han dejado de ser temas muy especiales que le han acompañado a lo largo de su vida por encima incluso de sus canciones más conocidas. Entre éstos aparecen desde nuevas versiones de alguna canción casi olvidada como “Falling Free” (de su segundo disco “Flesh”) hasta extractos en directo como la extensa interpretación de “Nemesis” y otros que formaron parte de su disco de “Canciones perdidas” como “A clean pair of Eyes”, “Falling down the Mountainside” o la discreta “Twilight”. También hay sitio para el delicado balanceo de “From here you can almost see the Sea”, la etérea “Gulls”, el instrumental “January Rain” o la maravillosa revisión de un tema casi perfecto 25 años después de ser escrito: “Shine”. Quince canciones para saborear despacio, para dejarse llevar, donde impera la calma y serenidad. Una selección que conforma un conjunto de gran calado no sólo por su emotividad sino también por su calidad incuestionable.
Si os gusta la música que araña y llega hasta el corazón, David Gray no os abandonará nunca. Si además creéis en la autenticidad del escritor que defiende sus canciones hasta la médula, estáis ante uno de los mejores ejemplos de ello.
Cuando vi el documental “Up to a Point” de la gira de presentación de “White Ladder” (que mostraba uno de los momentos más dulces de la carrera de David Gray) quedé impresionado por el valor de estas palabras:
“Lo más maravilloso de la música es que no tiene reglas sobre cómo llega a la gente. Y probablemente esa es su esencia; te llega sin que lo esperes, y la mayoría de las veces, sin que lo pidas. La mejor música simplemente te golpea, y al hacerlo, altera el tiempo, se acopla a él. Y así, aunque se mueva y flote, su verdadero poder reside en ese momento específico.”
“Lo más maravilloso de la música es que no tiene reglas sobre cómo llega a la gente. Y probablemente esa es su esencia; te llega sin que lo esperes, y la mayoría de las veces, sin que lo pidas. La mejor música simplemente te golpea, y al hacerlo, altera el tiempo, se acopla a él. Y así, aunque se mueva y flote, su verdadero poder reside en ese momento específico.”
Nada mejor que dejar en el aire estas frases que representan la honestidad de un autor convencido del enorme poder de la música y que transmite con cada uno de sus temas la magia de aquello que parece simple, pero que es absolutamente poderoso, como su cancionero.