Sala Barts, Barcelona, miércoles 9 de noviembre de 2016
Texto y fotografías: María Solano Conde
Como la luz de la mañana, y como él mismo canta en “Dioses de la distorsión”, Iván Ferreiro tardó ocho minutos –más o menos- en salir al escenario de la sala Barts. Con esta misma canción, por cierto, abría las puertas de su “Casa” para esta suerte de fiesta apertura que se celebró en Barcelona.
Con las entradas agotadas en el último momento, el gallego empezaba la gira de presentación después de un año alejado de los escenarios, salvo ocasiones más que puntuales. A lo largo de la velada recorrió cada una de las doce “habitaciones”. Apenas hacía diez días que había salido el disco, pero los fieles coreaban sus temas con la seguridad y el cariño que le ponían a las tres que interpretó de su época con Los Piratas (“Santadrenalina”, “Años 80” y “Promesas que no valen nada”).
“El Bosón de Higgs”, de su disco anterior, ya apuntaba las alusiones al cosmos que en “Casa” constituyen una constante, y esa noche compartió repertorio con los ya clásicos de su carrera en solitario como “El viaje de Chihiro” o “Cómo conocí a vuestra madre”. Alternó las canciones lentas al piano con los temas más animados, en los que sus poses y su característica y “sobrenatural manera de bailar” fueron protagonistas.
La importancia que concede a los amigos en el disco (en él participaron Martí Perarnau IV de Mucho, Leiva o Nicolás Pastoriza) la trasladó al directo con la versión de “Diecinueve” de Maga, convertida en una de las habituales, y que como acostumbra a hacer imbricó con la mítica “Turnedo” para decir adiós, no sin antes formar una piña con su banda. Tras algo más de dos horas de música, en un punto del supercúmulo de galaxias de Laniakea queda inaugurado este nuevo hogar.