Por: J.J. Caballero
En los tiempos que corren cada vez se hace más complicado escribir canciones que no se impregnen de la realidad circundante de alguna manera. Incluso las bandas teóricamente menos proclives a ello acaban demostrando que sí, que por muchas filias y fobias musicales que se tengan, es imposible abstraerse de un mundo que se intenta hacer más amable precisamente con tus canciones. Sucede así en ciertos tramos del segundo disco de los vascos Señores, mucho más asentado en sonido y luminoso en resultado final que el anterior largo. A la producción de Santi García, uno de los nuevos próceres del pop nacional, se une el hecho de que las intenciones están mucho más claras y las líneas de inspiración inician la apertura desde el rock independiente de los noventa y el hasta ahora habitual poso hard-rock del grupo hasta una actitud mucho más enérgica y unas referencias que aunque siguen basándose en la pura independencia, parecen reunirse en la onda expansiva de unos temas de perfil low fi pero absolutamente incendiarios en general.
El punk de base que hasta ahora había sido el motor de su maquinaria sigue ahí, pero dando tumbos hacia la amabilidad de un pop con ribetes toscos. Quizá sea ese el colchón que necesitan las letras de "Corporarturo Avaricio" (la imaginación al poder), donde se implican como nunca antes en la molicie de la corrupción, o "Democracia enferma", otro título de igual o mejor elocuencia. Sorprendente, pero solo hasta cierto punto, porque no debemos olvidar que ese fue siempre el sentido primigenio del punk, el desenmascarar la cara amable del poder y revocar cualquier tipo de norma u opresión incipiente. Ellos lo hacen a su manera, densa al plasmar las guitarras de "Margaritas", por ejemplo, o densa al defecar en Le Corbusier y revolcarse en los restos de la contracultura del siglo XX. Dardos al consumismo y certeras burlas a la nadería en la que navega la sociedad contemporánea se alternan con citas a Woody Allen y Phil Spector en "Dios enamorado", para que se aclare ligeramente su discurso. Seguirá sin entenderse del todo, pero por ellos que no quede.
Se agradecen discos tan sinceros y directos como "La luz", a la vez que se disfruta enormemente la lucidez de una banda libre, que se siente con plenos poderes para hacer lo que le venga en gana aun sabiendo que nunca serán portavoces de nada ni de nadie. Otros hicieron lo mismo y seguramente mucho mejor, pero lo digno es intentarlo sin morir en el intento. O mucho nos equivocamos, o a estos Señores aún les quedan muchas vidas para seguir combatiendo.