Por: Artemio Payá
Desde que comenzaran su trayectoria allá por 2002, Okkervil River han mantenido una infatigable y constante producción hasta hace tres años cuando editaron el luminoso y optimista “The Silver Gymnasium”. Es en ese momento a partir del cual su indiscutible líder, Will Sheff, comienza un periodo voluntario de desconexión con el mundo real en el cual se dedica a cuidar hasta la muerte a su abuelo e ídolo en un hospicio y a intentar reencontrarse con su propio destino y con su propia identidad. Tras la muerte de su abuelo, un amigo le presta una cabaña en las Catskill Mountains y en ella se encierra (tirando fuera las llaves), obligándose a escribir lo que sintiera, trabajando rápido, sin pensar y haciendo caso a su corazón. En palabras de Will “estaba escribiendo la historia de la muerte de una parte de su vida que había que enterrar y que me hiciera encontrar un camino que seguir y que me llevara a nuevos lugares”.
Es ésta la simiente de “Away” un trabajo que en principio no iba a salir bajo el nombre de Okkervil River e incluso el propio autor no sabía si iba a ser editado o no. Finalmente, con la mochila cargada de canciones se traslada a New York con una banda totalmente nueva y en tres días y en una o dos tomas facturan en la Neve 8068 (la misma consola que ha sido usada por ejemplo para el "Double Fantasy" de Lennon) una colección de canciones introspectivas, muy personalistas y adornadas con la orquestación de Nathan Thatcher dotando al conjunto un cierto aroma a las andanadas de Arthur Lee.
El disco se abre con dos de los mejores momentos que vamos a encontrar en los surcos de “Away”, ambas canciones según reconoce Will compuestas a la vez en un atardecer otoñal en la cabaña y puesto de setas. Para empezar, nos suelta el obituario de su propia banda en “Okkervil River R.I.P” una preciosa canción que nos arroja directamente todos los problemas que ha sufrido nuestro protagonista en esta última época y a continuación “Call Yourself Renne” que es igualmente adictiva y donde las acústicas, coros y los preciosos arreglos van acompañando la angustiosa voz narrando una huida sin mirar atrás.
A partir de ahí, dedica cuatro minutos a ajustar cuentas en la luminosa “Industry” y acto seguido recuerda las aventuras de su abuelo en la segunda guerra mundial mientras actuaba de trompetista de jazz en “Comes Indiana Throught the Smoke”, desde mi punto de vista uno de los momentos menos afortunados del disco junto con la primera de las canciones de amor que vienen seguidas: “Juday on the Street” que propone una fallida épica orquestada. El amor sigue rondando en las siguientes canciones con un oscuro baladón llamado “She Would Look For Me” y “Mary on a Wave”, ejerciendo de crooner con ambiente de americana melancólica y taciturna.
El álbum se cierra con otras dos historias que discurren por sonidos tranquilos, acústicos y repletos de intrincados arreglos mientras Will Sheff despacha sus angustias, ya sean los del agotamiento mental tras las largas sesiones de grabación en “Frontman in Heaven” o “Days Spent Floating”, el último corte del disco y lo último que grabó que hace referencia a una frase con la que se despertaba todos los días y que convirtió en una especie de angustioso mantra oníricio .
Es en definitiva “Away” el disco más personal y personalista de Will Sheff y que según él no es realmente un álbum de Okkervil River pero sin embargo es su disco favorito de Okkervil River. Para el que escribe es quizá un trabajo más difícil de penetrar, poco confortable pero que cada vez que le damos al play vamos sumergiéndonos esta acústica oda pop de recorrido placentero pero con ahogados gritos de desesperación en su interior. Teniendo en cuenta que de las nueve canciones, seis de ellas rondan los siete minutos no podemos convenir que es la mejor forma de comenzar con la banda, pero desde luego que para los seguidores de los de Arizona será un lugar al que acudir a menudo y disfrutar con los recovecos vitales que aquí nos ofrece su líder.