Joy Eslava, Madrid. Martes 18 de octubre del 2016
Por: Eugenio Zázzara
Fotografías: Eugenio Zázzara
Estas operaciones-nostalgia suelen dejarme frío, y hasta procuro evitar acudir. Sin embargo, en este caso la curiosidad era demasiado fuerte, y no hay quien se resista a una cita con la historia. Esta noche teníamos la suerte de escuchar (¿quizás una de las últimas veces?) a uno de los grandes mensajeros cósmicos, uno de los artífices de los mejores y más duraderos logros del así llamado krautrock. Término que quiere decir todo y nada, ya que fueron la prensa británica y americana que intentaron etiquetar lo incatalogable, es decir el fermento de centenas de bandas que, desde esta parte del muro, estaban ejerciendo una pequeña y gran revolución musical. Un término-paraguas, que busca reunir bajo el mismo techo experiencias tan distintas como Faust, Popol Vuh, Amon Düül, Ash Ra Tempel, Kraftwerk, Neu! y Harmonia. Y nuestro Michael Rother ha tomado parte en las aventuras de los últimos tres representantes de la kosmische musik (otro término eufemístico), dejando así una huella imborrable y una influencia incalculable en las bandas por venir. Esta noche hemos repasado una clase de historia con algunos de los mejores temas de sus bandas de antaño y de su producción propia.
Los tres caballeros aparecen en el escenario con una puntualidad que, valga el estereotipo, definiría teutónica. Al acompañarle en esta gira-recordatorio Franz Bargmann (Camera) a la guitarra y Hans Lampe a la batería, también protagonista de una de las bandas míticas de la época, La Dusseldorf. Rother está detrás de una mesa como un sacerdote detrás de un altar. Un hombre mayor y sonriente, casi sorprendido a veces por una acogida tan cariñosa. Aun sin estar llena, la Joy Eslava se ha poblado de un público heterogéneo, que va de gente aún joven cuando todo empezó y se desarrolló, a veinteañeros que esa época sólo pueden soñarla y descubrirla a través de los discos o de giras como ésta. Ya con el primer tema se dan las pautas de lo que va a ser el leit-motiv de esta noche: el inconfundible ritmo motorik de la batería, la guitarra de Bargmann para proveer del soporte rítmico y la de Rother para dibujar y enredar escenarios espaciales y épicos. Dos adjetivos que bien se adaptan al músico alemán, cómplice con una pantalla en el fondo proyectando imágenes borrosas pero sugerentes: autopistas con coches, cielos ahora nublados encima de la mar, ahora despejados y de un azul infinito, atisbos de Der Blaue Reiter y de abstraccionismo.
Quien busque variedad se quedaría pronto aburrido o exasperado, porque la fórmula musical suele ser la misma en cada tema, a excepción de paréntesis más electrónicos, como en el segundo tema que, si lo reconozco bien, debería de ser “E-Musik”, del catálogo Neu! Sin embargo, quien anhele a una auténtica experiencia de viaje, aquí va a encontrar hogar, regocijo y resguardo. Si bien este género tal cual quizás acuse el paso de los años, en cambio es poderosa todavía su influencia en las bandas de ahora: empezando por toda la epopeya del post-rock (Mogwai y Tortoise en primer lugar) pasando por la neo-psicodelia de los '90 de Flaming Lips, Mercury Rev y Spiritualized hasta llegar a parajes sónicos inesperados, como el post-hardcore de bandas como los Bitch Magnet. ¿Os cuesta creéroslo? Escuchad temas como “Douglas Leader” o “Americruiser” y ya me diréis. Mientras tanto aquí se van enjoyando piezas de toda una vida, como “Hallogallo” (otra vez los Neu!) y “Dino”, de la discografía de los Harmonia, los episodios que, más previsiblemente, se llevan más ovación y disfrute por el público. No obstante, tampoco decepcionan capítulos más recientes y menos conocidos del guitarrista alemán, como “Sonnenrad”.
En fin, un concierto para apasionados y conocedores, básicamente. No sé hasta qué punto algún novato del género pueda llegar a querer descubrir esta música después de asistir a este concierto. Y no porque estuviese mal, por supuesto, sino porque el acercamiento a esta música quizás pase por rutas y recorridos sorprendentes e inesperados, como cuando un amigo de la universidad me regaló para un cumpleaños de hace mucho años “Krautrocksampler”, la biblia del krautrock por la inspirada y chiflada mano de Julian Cope (deberes para quién no lo haya leído). Y entonces la mente da la vuelta, se reconecta a esa anécdota más preciosa y un círculo se cierra. Allí, arriba, cerca de la puerta de Tannhäuser, donde brillan los Rayos-C y vibran las cuerdas de esta inspiración musical germánica. Hasta pronto, Herr Michael.