Por: Javier Capapé
Empezaré dejando claro que “Monstruos” es un gran disco, el mejor de los tres publicados hasta ahora por el músico madrileño. Pero al escucharlo no paran de venirme multitud de referencias musicales de las que bebe Leiva, que él mismo sabe reinterpretar y que le sientan como un guante, pero evidentemente no nos descubre nada nuevo. Leiva es un artista polifacético, domina varios instrumentos, conoce profundamente el rock de los sesenta y setenta y sabe escribir melodías contundentes y directas. Parte de esto ya se podía vislumbrar en su época con Pereza que le acercó al gran público y le abrió un hueco entre músicos de referencia en nuestro país. Y de esos músicos supo empaparse de múltiples enseñanzas y matices para dar a luz unas composiciones propias precisas, muy inspiradas a veces, pero que siempre nos recuerdan a alguien. Leiva les imprime estilo propio, sobretodo gracias a su voz inconfundible, pero no ocultan sus referencias.
Empezaré dejando claro que “Monstruos” es un gran disco, el mejor de los tres publicados hasta ahora por el músico madrileño. Pero al escucharlo no paran de venirme multitud de referencias musicales de las que bebe Leiva, que él mismo sabe reinterpretar y que le sientan como un guante, pero evidentemente no nos descubre nada nuevo. Leiva es un artista polifacético, domina varios instrumentos, conoce profundamente el rock de los sesenta y setenta y sabe escribir melodías contundentes y directas. Parte de esto ya se podía vislumbrar en su época con Pereza que le acercó al gran público y le abrió un hueco entre músicos de referencia en nuestro país. Y de esos músicos supo empaparse de múltiples enseñanzas y matices para dar a luz unas composiciones propias precisas, muy inspiradas a veces, pero que siempre nos recuerdan a alguien. Leiva les imprime estilo propio, sobretodo gracias a su voz inconfundible, pero no ocultan sus referencias.
“Monstruos” sigue esa línea. Desde los primeros acordes de “El último incendio” nos vienen a la cabeza nombres como Quique González, M Clan, Iván Ferreiro, Deluxe e incluso The Beatles. Y lo bueno es que sabe sacar lo mejor de estas influencias y a la vez hacerlas suyas. Tal vez me recuerde a Lenny Kravitz, un músico de los pies a la cabeza, que domina gran cantidad de instrumentos así como métodos de grabación y producción pero que siempre ha sido criticado por sonar a otros. Pero eso no es malo, Lenny Kravitz ha escrito canciones esenciales del rock de los noventa y tiene una personalidad arrolladora. Algo así me pasa con Leiva. También sabe defenderse muy bien con muchos instrumentos, es de hecho un músico obsesivo con los detalles y la producción y suena a otros sin perder su gran personalidad.
Dicho esto habría que centrarnos en el disco que nos ocupa, que como apuntaba al principio es el mejor de su primera “trilogía” en solitario, ya que según Leiva cierra con este “Monstruos” un camino que empezó con “Diciembre” y siguió con “Pólvora”. Estos discos también tuvieron momentos inspirados (tal vez más redondo quedó “Pólvora” gracias al buen hacer de Carlos Raya y a dejar entrar a otros músicos a participar en la grabación del mismo), pero con “Monstruos” se crece para firmar un disco que, sin aportar demasiados aspectos novedosos, reafirma a Leiva como un músico imprescindible del rock en castellano y convence plenamente con una propuesta equilibrada. Para esto ha tenido mucho que ver que deje las riendas de la producción totalmente a Carlos Raya, que domina este oficio y que también imprime un carácter muy personal a los discos que produce. Así es normal que “Monstruos” suene por momentos al rock de Quique González o M Clan, músicos producidos por Raya, aunque en el estilo compositivo tal vez se acerque más esta vez a Iván Ferreiro. Sabemos que son buenos amigos y que comparten una manera similar de entender la música, pero en esta ocasión Leiva suena mucho más Ferreiro que en ningún otro momento, sin lograr sus inspiradas letras, pero sí sus giros y tonalidades sonoras. También destaca del disco su poderío instrumental, cediendo protagonismo esta vez al mismo Raya a las guitarras junto a José “Niño” Bruno, Iván González “Chapo”, César Pop o Alejandro “Boli” Climent, todos ellos del entorno más cercano del productor así como de los otros músicos antes citados. Estos aportan solidez junto a una sonoridad cruda a la vez que exquisita dirigida por el propio Carlos Raya junto al también excelente Joe Blaney, encargado en este caso de la grabación. El resultado: telecaster afiladas, bases de hammond que permiten apoyar el resto de instrumentos, baterías contundentes y matices de vientos con los que Leiva ha querido identificarse desde que iniciase su carrera en solitario (aunque en esta ocasión tienen algo menos de presencia).
El disco arranca con la potente “El último incendio” a modo de declaración de intenciones con ecos al rock argentino de corte más clásico. “Guerra Mundial” es uno de los temas más logrados con una letra desgarradora y una sonoridad que recuerda inevitablemente al “Sgt. Peppers”. “Sincericidio” es una clásica composición del madrileño con ecos del oeste que le sientan más que bien y un estribillo muy radiable, pero a mi parecer con menor trascendencia en el conjunto salvo por su condición de single. “Breaking Bad” tiene desde su inicio aires de M Clan tirando hacia el soul que éstos dominan y nos conduce de forma agradable hasta “Dejándose caer”, un tema delicado, algunos dicen que excesivamente comercial, pero a mi parecer tremendamente efectivo con otra de las letras más intensas del disco y ese silbidito que no se te va de la cabeza. “La lluvia en los zapatos” tiene un riff interesante pero termina en un estribillo demasiado manido en la carrera de este artista que aporta poco nuevo a pesar de tener imágenes muy atrayentes rondando en la letra.
La segunda parte del disco se abre con “Hoy tus ojos”, que recuerda a los últimos trabajos de Deluxe con predominio de los metales que marcan el riff de la canción. “Monstruos” es más personal e introspectiva y da paso al mejor tema de los doce que componen el álbum. “Electricidad” empieza como susurro para explotar en un grito eléctrico infalible. Es un momento mágico a la par que desgarrado que crece y crece ahogándose en un abrupto final. Extasiados llegamos a “Medicina”, con un riff inicial muy del estilo de Raya. Una canción cargada de rabia pero que se asimila fácilmente por ser un rock ligero de los que Leiva domina. “San Sebastián – Madrid” podría estar firmada perfectamente por Iván Ferreiro tanto por su forma de cantar como por el tipo de letra y sobretodo por la forma de afrontar los puentes. El ritmo baja y se distancia de la contundencia del resto del disco, pero se agradece debido a que hasta este momento final apenas ha habido descanso. El disco se cierra con “Palermo no es Hollywood”, otro tema delicado y emocionante haciendo referencia constante a Buenos Aires y el rock argentino. Con canciones así yo también echo de menos ese país y su música sin conocerlo en primera persona, por lo que en el caso de Leiva, que le debe mucho a su experiencia argentina en los tiempos de Pereza, este tema le sienta genial y supone un broche fantástico para un disco notable (recordemos que fue en Argentina donde se juntó con Xoel López, Iván Ferreiro y Quique González en el proyecto “Laboratorio Ñ”, por lo que podemos entender algo de su influencia sonora).
“Monstruos” evidencia así que Leiva deja a la vista sus influencias sin ningún pudor y las transforma para dar vida a sus canciones. Que admira a estos músicos que tiene cerca y que aprende de ellos para forjar una carrera que cada vez es más coherente. Poco se le puede reprochar a un disco tan sincero como éste.