Por: Txema Mañeru
¡El ritmo del ahora sexteto de Nueva Orleans, Royal Southern Brotherhood, continua imparable! Creo que aun no han pasado cinco años desde su magnífico debut con fabuloso disco homónimo para Ruf Records. El genial sello de blues alemán, uno de los mejores de Europa, lo distribuye aquí la gente de Karonte y cuenta con artistas americanos de primera fila como Walter Trout, Luther Allison, Coco Montoya, Jeff Healey, , Canned Heat. Jack Bruce & Robin Trower, Spin Doctors o Samantha Fish, entre muchísimos más. También han sacado flamantes trabajos en solitario de las estrellas originales que formaron Royal Southern Brotherhood: Cyril Neville, Devon Allman y Mike Zito.
Los dos últimos ya no están en la banda en este quinto y fresquísimo trabajo para Ruf en este lustro, pero la verdad es que tampoco se nota tanto la ausencia. Y es que en su lugar han entrado Bart Walker que estuvo en las fantásticos Screamin ‘ Cheetah Willies de Mike Farris y Tyrone Vaughan, otro con apellido más que ilustre. Es hijo de Jimmie y sobrino del gran Stevie Ray Vaughan y al igual que a Devon Allman parece que tiene mucho más que un buen apellido para esto. Por si fuera poco, aunque no aparezca en las fotos, son prácticamente un sexteto y la labor al Hammond B3 de Norman Caesar es para enmarcar.
Entre todos y con la dirección del gran Cyril, que emocionó a todos desde hace muchos años con The Meters o con The Neville Brothers, han vuelto a crear un buen “gumbo” made in New Orleans. Así tenemos ese funk sureño, blues, jam bands, góspel, southern rock, soul y swamp-rock que conforma un magnífico compendio de la mejor música de raíces. Es normal que Cyril haga en el estupendo triple digipack que trae el disco una dedicación muy especial para su maestro y amigo, Allen Toussaint. También dedica el disco a los débiles, los pobres, los sin hogar, los enfermos, los sedientos y los hambrientos y quiere que esta música nos inspire a crear juntos mejores personas y un mejor mundo. Buenos deseos, pero…
Al menos esos buenos deseos están reflejados en un buen disco, grabado como en los viejos tiempos casi en primeras tomas y con toda la frescura que eso aporta. Casi como si lo estuvieran haciendo en directo pero en un buen estudio de grabación.
Así abren con la rockera e intensa "Where there’s smoke there’s fire". Y en este eléctrico tema hay mucho fuego en forma de punteos de Vaughn y de Walker y con el B3 de Caesar. Sólo han recurrido a un par de buenas versiones. Son el "I wonder why" de Pops Staples que suena a puro góspel, calmado y con sabor a ritos de vudú y pantano. La otra es la genial balada soul "Face of love" que cuenta otra vez con fantásticos punteos de guitarra.
La segunda parte del trabajo es realmente apabullante. Arranca con el poderoso ritmo funk, pero con punteos de hard-rock salvaje, de "Land of broken hearts". Sigue con el blues eléctrico a lo Albert Collins o Cream de "Spirit man", composición de Walker, con ayuda del veterano Gary Nicholson. Luego llega el soul góspel a dos voces (Vaughan y Walker ayudan en las voces principales al gran Neville que de nuevo se sale con sus múltiples percusiones) titulado "Hooked on the plastic". Los coros son estupendos y los guiños simpáticos al "Soul man" de Sam & Dave están muy logrados. Luego llega una guitarra llena de funk que deja paso a otras más rockeras. "Can’t waste time" es una deliciosa forma de perder el tiempo a ritmo de funk vacilón al estilo de Dr. John, Allen Toussaint o The Meters. El final es "Stand up" un tema para corear a voz en grito en sus actuaciones y para finalizarlas con nuevos e impresionantes duelos a dos guitarras por todo lo alto y con unos hipnóticos coros soul y góspel. ¡Seguro que a Toussaint le encantaría, Cyryl!