Por: J.J. Caballero
El proyecto en el que se asocian el personalísimo vocalista Armando Rueda y Ventura Gómez con otros músicos sevillanos procedentes de bandas tan interesantes como Maga (David García) y Zico (Fernando Zambruno) aúna una iconografía propia e intransferible con un universo igual de particular y fácilmente compartible a poco que se escuchen una a una las canciones de este debut en largo. "Sentimiento morrón" es una combinación de factores: los que llevaron al mismísimo Antonio Luque (Sr. Chinarro) a colaborar en uno de sus tres EPs anteriores y el trabajo propio y concienzudo sobre la base de unas nuevas composiciones que suenan a muchas cosas sin dejar de resultar originales en esencia. Lo de Midi Puro, a bote pronto, parece ser una especie de desmontaje del rock a base de la incorporación progresiva y espaciada de otros elementos igualmente enriquecedores y apropiados para el concepto musical que practican.
Para crear su cóctel de degustación recurren a la ironía como base de unas letras capciosas, apoyadas en líneas melódicas profundas sustentadas en un bajo punzante y versátil y aparentemente alimentadas por una improvisación que beneficia a la mayoría de momentos del disco. Pueden descolocar a veces, en temas como "Sexo tántrico" o "Dubi dubi", donde parecen divertirse jugando con diferentes acepciones sonoras y experimentando con todo lo que han aprendido desde que el proyecto tomó forma. No siguen la corriente estética del indie nacional ni obedecen a pies juntillas sus consignas teóricas, yendo mucho más allá y rescatando el pop suntuoso que se hacía en Inglaterra a mediados de los 80, como unos Roxy Music menos trascendentes, e incorporando maneras de clásicos del rock español, con Radio Futura como referencia latente en otros tramos ("No gires", por ejemplo). Muy completo y muy equilibrado, para resumir.
Quienes dediquen apenas una escucha superficial a este disco cuyo título puede hacer salir huyendo a oídos demasiado diligentes se quedarán con la impresión de que no necesitan el enésimo remedo doméstico de The Cure, pues nada más comenzar se toparán con "Adoquines" y sus formas pseudo-siniestras, con teclados de por medio, o pensarán que el inocente fondo electrónico de "Soy una mamona" (otro título para enmarcar) tampoco esconde una gran capacidad para sorprender por otra senda. Sin embargo, si prestan la atención necesaria descubrirán el tesoro que yace tras la ligereza de "Oro en vino" o el inesperado giro hacia parajes acústicos de unos "Claveles" que cierran un álbum más que interesante, una rareza nada extravagante de unos músicos aplicados que esperan plantar la semilla, cual pimentón rojo que enarbolan en la portada como estandarte, de algo realmente importante. Los sentimientos que inspiran, por el momento, son bastante halagüeños al respecto.