Por: Alejandro Guimerà
Habiendo aparcado la gira de repaso de la excelsa trilogía “Sound Of Lies” (97), “Smile” (00) y “Rainy Day Music” (03), y el intento de recuperación para la banda de Mark Olson (como en el desapercibido “Mockingbird Time” de 2011), los de Gary Louris y Marc Perlman vuelven al lugar en el que se hallaban en 2003. Con grandes elogios de la crítica y la postulación como banda indie americana de referencia, se hacía esperar un nuevo material continuista que no ha llegado hasta trece años mas tarde con este "Paging Mr. Proust".
Un disco demasiado esperado que ha tenido la co-producción del propio Louris junto a Peter Buck de los REM y el ingeniero Tucker Martine (The Decemberists o My Morning Jacket). Unos flamantes doce cortes grabados en Portland (Oregon) y enfundados en una futurista (y criticada) foto de portada del aeropuerto JFK.
El resultado, el sonido habitual de los halcones. El americana /country-rock de tendencia popera se mantiene aunque para la ocasión se marcan algunos cameos de alt- country y lo-fi. Con un excelso arranque, de la mano de “Quiet Corners & Empty Spaces” recuperan ese tono fresco e inconfundible que les hace recordar a los Byrds, Tom Petty o Big Star. En cambio encontramos efluvios de REM en “Leaving The Monsters Behind”, en la enérgica “The Dust of Long Dead Star” y en “Isabel’ s Daughter”, esta última con unos preciosos punteos de guitarra-mandolina.
Más rockera y oscura – baja fidelidad inclusive – es “Lost the Summer”,, mientras que en “Ace” se vuelven experimentales en la onda de My Morning Jacket y Wilco. En “Lovers of the Sun” a quienes evocan es a los Teenage Fanclub mas melifluos y a los Yo La Tengo del agradable “Fade”.
A destacar “ Devil Is In Her Eyes”, un medio tiempo que suena como una mezcla entre los Geroge Harrison y Neil Young de los setenta con unos impecables coros marca de la casa. Los mismos que en “Lies in black & white” con su armónica titánica. En cambio en “Comeback Kids” se meten en trajes indie-rock que no les sientan nada bien, no sabemos si es por las guitarras, los sampleos o la melodía irreverente. Con la balada final “I’ ll Be Your Key” recuperan el tono por el sendero fácil de la calma.
Como el título de la obra maestra de Marcel Proust "En busca del tiempo perdido", parece que con el nuevo elepé los de Minnesota busquen ponerse al día después de su cúspide de hace trece años, y engrosar así su habitual y sobre-explotado repertorio de unos conciertos tan infalibles como maravillosamente previsibles.