Por: J.J. Caballero
Han tenido que pasar seis años para que las primeras (y buenas) intenciones de una nueva banda como Mechanismo se plasmasen en un primer disco largo. En 2010 consiguieron grabar un interesante EP titulado "Empire of light", cuyo tema principal recuperan ahora convenientemente arreglado, y de aquellas brasas devienen las actuales llamas. A avivar el fuego de la creatividad han contribuido Charlie Bautista y Manuel Cabezalí, dos de las cabezas más pensantes de la escena independiente en nuestro país. Ambos ayudan con sus guitarras y enfoques a construir un sonido propio, que si en un futuro no peca de la linealidad que le amenaza a lo largo de ciertos tramos, puede convertirlos en un grupo de relevancia.
Sebastián Maharg, bajista y voz cantante y sonante, es también el encargado de componer los doce temas que conforman "The forlorn hope", un álbum contenido y lleno de matices que sabe explotar el filón del pop de los ochenta en un primer single del potencial de "Proof of life", donde ya se advierte el tono vocal a lo Morrissey y los apuntes a la grandilocuencia de Simple Minds, por citar algún nombre, en este caso bien encaminada al fondo y no a la forma. Es solo uno de los rasgos de un grupo con personalidad, demostrada sobradamente en la reinvención folk de "Home", uno de los mejores temas que han escrito hasta el momento. La unión de pianos y guitarras parece ser otra de sus características, y resulta especialmente interesante en cortes como "Citizen’s arrest" y sobre todo en "Diminishing returns", un río de efusividad sonora con una mezcla de ambientes y unas guitarras noise que los apartan definitivamente de cualquier acercamiento al mainstream del pop independiente de los últimos años. Además, incorporan el bajo del gran Iván ‘Chapo’ González en algún corte ("Par for the course", por ejemplo), introducen una flauta pertinente en "Anyway" y se dejan aconsejar rítmicamente en algún que otro insospechado apunte de guitarra española como el que suena en "Afterglow". Saben lo que se hacen y lo saben hacer, para entendernos.
En general este disco resulta ilustrativo sobre lo que son capaces de hacer unos músicos con buenas referencias y mejores padrinos (Sean Marholm, de los interesantísimos Dinero, también figura en la lista de invitados, concretamente en "Still"). Sin descubrir aún sus mejores cartas y dejando bocetos sobre lo que pueden ser entregas futuras mucho más estimulantes, venden "The forlorn hope" con un bonito envoltorio físico y sonoro, y amenazan con no quedarse solo en la superficie. De momento la esperanza de quienes los hemos escuchado no está en absoluto perdida.