Por: Kepa Arbizu
Tanto Teddy Thompson como Kelly Jones tienen en común su gusto por el sonido de raíces. Ambos, eso sí, lo desarrollan en sus respectivas carreras de formas diferentes aunque igualmente eclécticas. Mientras el primero ha elegido caminos más rotundos, ella ha optado por la delicadeza. Es precisamente todo aquello compartido lo que les ha llevado a juntarse para elaborar este “Little Windows”, disco encendido por la espita que supuso su colaboración durante una actuación conjunta en el 2011 y que ahora tiene su materialización definitiva.
Se trata de un trabajo compuesto por canciones hechas ex profeso para la ocasión y en las que ha intervenido también en su creación un tercer par de manos, las de Bill DeMain. Añadamos la producción de Mike Viola y la presencia en la grabación de, entre otros, músicos integrantes de los Imposters, habituales acompañantes de Elvis Costello, como Pete Thomas y Davey Faragher, y tendremos los elementos decisivos que constituyen un álbum que mira claramente hacia un sonido vintage donde el country, pop y rock and roll se fusionan bajo un aspecto bello y sensible. Una meta en la que la voz de ambos intérpretes, lejos de buscar esa forma de duetos antagónicos, aquí empastan a la perfección para lograr de manera más acertada todavía ese ambiente.
Hablamos de unos territorios musicales que no le son para nada ajenos sobre todo al músico norteamericano, que además de su conocida pasión por ellos ya les dio salida creativa en su disco de versiones del 2007 “Upfront & Down Low”. Por si eso fuera poco, las capacidades vocales-musicales de Kelly Jones se acoplan impecablemente a esas premisas como queda demostrado desde un primer instante en el delicioso country-pop, al estilo de Porter Wagoner o Charlie Rich, “Never Knew You Loved Me Too”. A partir de ahí todo serán matices y sutiles acercamientos a diferentes tonalidades, como las representadas dentro de esa parte más íntima alimentada, por ejemplo, a través de un romanticismo tipo Bobby Vee (“Better At Lying”), arrullado por un encantador órgano, o desde una perspectiva más sobria (“I Tought That We Said Goodbye”).
Más allá de esa manifestación más melancólica, aunque sin desaparecer nunca del todo su huella, la pareja también desarrolla ritmos más movidos. Buena representación de ello lo supone tanto el honky tonk que aparece, pasado por el tamiz de un George Jones, en “You Can’t Call Me Baby” u “Only Fooling”, como la dinámica, sobre una base de vivaz folk-country, “Wondering”. Un tema como “Make a Wish On Me” se desenvuelve por su parte entre vibrantes percusiones, pero siempre contextualizadas en un tono delicado, que recuerdan a Bo Diddley,
La conjunción entre los talentos de Teddy Thompson (del que todavía no se había mencionado su condición de hijo respecto a dos mitos como Linda y Richard Thompson) y Kelly Jones ha dado como consecuencia un disco que carga, pretendidamente, con cierto aire nostálgico en su interpretación de sonidos irremediablemente relacionados con el pasado, pero partiendo de esa base, sobre todo demuestran que si hay algo atemporal y eterno es la belleza, y de eso este disco anda sobrado.