Por: Kepa Arbizu
En ocasiones uno ni quiere, ni incluso puede, evitar mostrar la especial admiración personal que siente por ciertas bandas. Así sucede con el caso de Capsula. Los vasco-argentinos encarnan a la perfección esas denominadas, muchas veces con más retórica que cargadas de hechos contrastados, carreras construidas paso a paso y en las que cada uno dado supone la ratificación para los ya convencidos y un nuevo impulso para atraer adeptos. Todo ello ejercido desde un espíritu underground, entendido como sinónimo de una expresión libre y personal, que impide manchar su camino con estridencias o ansias desmesuradas por alcanzar la meta.
“Santa Rosa” es de momento el último, el número once, de esos escalones pertenecientes a un desarrollo que esperemos, y así lo hace sospechar un nuevo trabajo otra vez de altísimo nivel, todavía no nos haya llegado a enseñar su tope creativo. Y es que la banda ha logrado por una parte crear una actitud, también aplicable a sus incendiarios directos, claramente reconocible como alcanzar la capacidad de en cada nueva grabación añadir matices y/o elementos identificativos particulares.
Acompañados siempre por un espíritu onírico, no obstante el título hace referencia tanto a ese inexplicable fenómeno de tormenta eléctrica que se produce en Latinoamérica como a un lugar imaginario, que suele encontrar su manifestación sonora en la presencia de elementos relacionados con la psicodelia, en esta ocasión nos encontramos con un trabajo que se decanta por mostrar una cara algo más directa y sintética. Dejando atrás la colaboración exógena en la producción del mítico Tony Visconti, ahora son sus manos (las de Martín Guevara), y el estudio propio ubicado en Bilbao Silver Recordings, las que dirigen estos recientes estallidos eléctricos.
El trío (Martín Guevara-Coni Duchess-Guantxe) tiene en su genealogía una amplia nómina de influencias setenteras, y al igual que es evidente el rastro que dejan en ellos, lo es igualmente la forma enérgica y visceral que desarrollan para trasladarlas hasta su propia concepción. Por eso no debe de extrañar que el disco se inicie con “Dirty Rat” , una onomatopéyica canción que recoge toda la suciedad del blues-rock, abarcando desde MC5 hasta representaciones llegadas desde Australia. Es solo el inicio de todo un abanico de trallazos que igual beben del psychobilly de The Cramps (“No contestás”) que del robusto hard rock (“Hikikomori”). La tensión punk se abrirá paso en canciones como “Dali’s Face”, e incluso la profusión de electricidad no será suficiente para esconder los ritmos pegadizos que se atisban en “They Are New Models”. Nombres icónicos como los de su adorado David Bowie o Bob Dylan se fusionarán para aparecerse en “Past Lives”.
Como ya ha quedado dicho, las ambientaciones entre lo psicodélico, lo irreal y embriagador, siempre a base de cantidades ingentes de distorsión, son una marca de la casa , sea cual sea su cantidad y formulación a la horade presentarse. En esta ocasión tendrán sus representaciones más patentes en la envolvente "Tierra Girando”; con esa tenebrosa agresividad de L7 (“Candle Candle”) o insufladas de melodías, a lo PJ Harvey, en el tema homónimo. Incluso en el bonus track que representa su adaptación de un tema mítico del rock radical vasco como “Ikusi eta ikasi” de Delirium Tremens parece caída en una marmita alucinógena.
No se trata de seguir enumerando (halagadores) calificativos sobre Capsula, su música escenifica,y principalmente transmite, con tal profusión esa fuerza y sentimiento que no necesita ningún apoyo externo más. "Santa Rosa" es un (no)lugar donde las guitarras imponen un lenguaje electrizante y directo, un microcosmos imaginario plagado de una propuesta sonora tan real que nadie debería dejar de visitar, y quedarse en él.