Por: J.J. Caballero
Segundo álbum de nuestro soulman blanco y segunda andanada de rhythm and blues caliente, sentido y sensible, cocinado a fuego lento con los mejores ingredientes de la música americana de raíz negroide. A la enciclopedia de sonidos que atesora Alberto Palacios al frente de Anaut se unen en esta ocasión la experiencia de una leyenda de Nueva Orleans como Jon Cleary u otro grande de la escena étnica, Antonio Serrano. La mano del primero se nota especialmente en el traje reggae-soul que confecciona para "When you take it slow", una de las cúspides de un trabajo impecable y grabado con precisión y cariño, factores básicos para parir un disco de asentamiento como "Time goes on".
El sexteto no se queda en la superficie y enfoca el lado festivo de metales, cuerdas y teclados en direcciones que miran al norte y al sur, al góspel y al funk, pero también al blues y sus derivaciones. No en vano hasta un total de dieciséis músicos se han empleado a fondo para que el concepto global del álbum, que no es otro que el paso del tiempo y sus consecuencias -positivas en su concepción básica-, resulte en himnos que rezuman energía desde el primer instante ("You got me in heat") y se empapen del groove al que ya nos tenían acostumbrados ("Stab" es justo eso, una puñalada de negritud que atraviesa el estómago), demostrando cierto avance respecto a la hornada anterior en cuanto a instrumentación e ideario sonoro ("Far, not fast"sería otra ideal carta de presentación) y apuntando maneras de big bang competente, capaz de atizarle al folk y al country con las mismas grandes prestaciones. Así sucede respectivamente en "Little by little", acolchada con un impresionante hammond, y en "Guilt". Para que nos demos cuenta que lo de estos chicos es realmente serio.
Que los amantes del rock clásico no deberían echarse las manos a la cabeza dan fe las referencias, nada evidentes pero tampoco descabelladas, a los Kinks o Tom Petty, siempre camufladas bajo la permanente sombra de sus dioses particulares, léase Sly & The Family Stone y otros habitantes de similar olimpo. En ese blues comandado por el piano de "I ain’t gonna be with you" están algunos de ellos, y se podría extender su divino mandamiento hasta el bonus track, un corte titulado "Dientes" para llegar al cual debemos dejar expirar el minutaje. La sorpresa final de un trabajo lleno de otras agradabilísimas. En el trabajo gráfico, sin ir más lejos, extraordinario y en consonancia con el colorido del contenido, encontramos al diseñador Fernando Gutiérrez, habitual en los créditos de célebres revistas de tendencias y artista en nómina del Museo del Prado entre otras prestigiosas instituciones. Buenas amistades tampoco les faltan, no. De grandes canciones y principios irrefutables para seguir haciendo lo que hacen y cómo lo hacen van sobrados, y por ahora todo parece indicar que no les abandonará la inspiración. Ellos mismos lo dicen, esto es lo que sucede cuando el tiempo pasa y no reniegas de la música que te ha hecho ser feliz, que haces felices a los demás.