Stage Live, Bilbao, viernes 4 de marzo del 2016
Por: Kepa Arbizu
Fotografías: Lore Mentxakatorre
Los Deltonos son unos auténticos clásicos en nuestro panorama musical. Hendrik Röver y sus chicos han tenido la virtud, además del empeño en continuar año tras año bajo una envidiable calidad y cantidad, de saber transitar caminos estilísticos variados manteniendo una personalidad y actitud ejemplar. Instalados en los últimos tiempos en un ambiente más americano y clásico, en paralelo al que habita también su cantante y compositor, ahora toca presentar su último disco “Salud!”, un trabajo alimentado de un espíritu enérgico y guitarrero, por lo que el interés por ver sobre las tablas la manera de plasmar esas nuevas composiciones era realmente alto.
La banda, que en los últimos años ha mantenido una alineación estable, lo que es evidente que ha ayudado a su constancia en las grabaciones, se presentaba con la nueva formación establecida tras la publicación del reciente álbum, lo que supone el relevo en la batería, ocupada ahora por Javi Arias tras la baja de Iñaki García. Un cambio que no ha visto alterada para nada la base rítmica del grupo por lo visto a lo largo de la actuación ofrecida en Bilbao, lo que habla a favor de la nueva incorporación a las baquetas, inevitablemente más observado por su estrenada condición.
Los cántabros se encuentran en plena gira de presentación de “Salud!”, un álbum que de alguna manera ha recuperado el nervio más intenso y por lo tanto la versión más robusta de la banda. Una situación que parecen haber hecho extensible a su puesta en escena, ya que asistimos a su manifestación más vigorosa y armada de contundencia. Pocos grupos podrán alardear de tener entre sus integrantes dos fantásticos guitarristas como lo son Hendrik Röver y Fernando Macaya, una condición a la que sacaron todo el jugo posible, convirtiendo su sonido en un perfecto conglomerado en el que tiene cabida desde las raíces clásicas de Merle Haggard hasta los ZZ Top pasando por Stevie Ray Vaughan e incluso expresiones de blues a lo Albert Collins.
De su nuevo repertorio extrajeron un buen ramillete de temas, como “Taquicardia”, que a base de rotundos riffs de aroma boogie abrió una noche que avisaba desde sus inicios que el común denominador iba a ser un sonido aguerrido y sin prácticamente concesiones, como apuntalaban con el contundente rhythm and blues de “Miedo”. Esto no supuso que evitaran buscar momentos para aportar ese toque nostálgico tan “deltoniano” (“Segunda Vez”) o directamente enfrascarse en medios tiempos emocionantes (“Tripas”). Recesos de energía, que no de intensidad, rápidamente subsanados al enarbolar de nuevo el carácter de celebración que tenía el show, y qué mejor para ello que ayudarse de una banda sonora basada en el tema homónimo y sus abrasivas guitarras.
Junto al repaso a la “actualidad” discográfica, acompañaron a ésta de un breve recorrido por su pasado, en buena parte con la vista puesta en trabajos que forman esta última, y actual, época entorno a un sonido más americano, aquella que comenzó con “GT”, del que abordaron temas ya emblemáticos como “Gasolina”, “Elvis” o “Brindemos”. Dentro de esa parte del repertorio también tuvieron su espacio “Repartiendo”, la canalla “Saluda al rey” o la mirada irónica a las nuevas formas musicales y/o de diversión nocturna en una alargada, casi psicodelicamente, “Discotheque Breakdown”. Entre ellas se decidieron a introducir la versión de Wilco “Box Full of Letters”, con dedicatoria incluida al festival local WOP.
Pero incluso el grupo rebuscó más en su historia pretérita, y dado el perfil por el que se habían decantado sobre las tablas, no desentonó para nada el regreso hacia los preceptos de sudoroso y denso blues-rock de cortantes letras que poblaban el “Ríen mejor”, representado en esta cita con “Versus” o “Puedo morir”. Ya puestos a desengrasar la máquina de viejos éxitos se dirigieron hasta clásicos como “No, señor” o las celebradas “Qué podríamos hacer” o el himno “(Soy un) hombre enfermo”. El final llegaría con la trepidante versión de “Hard Luck Blues”.
Los Deltonos demuestran día a día, año a año, ya sea en sus trabajos discográficos o en sus respectivas representaciones en directo, que su único lenguaje es el rock, por muchos acentos o entonaciones variadas que hayan utilizado a lo largo de su andadura. Nuevas y viejas canciones, estilos más encaminados a las raíces americanas o al blues de alto octanaje, son el alimento de un grupo que se mantiene majestuosamente en pie a base de actitud, honestidad y por encima de todo calidad.