No mentiré a nadie al afirmar que la figura de Igor Paskual me parece a día de hoy absolutamente necesaria dentro del pop-rock de facturación estatal, tanto en su labor puramente musical, ya sea bajo el estandarte de lugarteniente de Loquillo u en solitario, como en su faceta de articulista y escritor, otro de los ámbitos que desarrolla de manera habitual en diversas publicaciones, compartiendo en ambos el denominador común de la brillantez, la amplitud de conocimientos y una más que razonable actitud crítica, que deja bien a las claras que en su caso no estamos ante un autor de canciones al uso, de esos hay muchos ya en el panorama sueltos, quizás demasiados, sino que nos encontramos ante un tipo realmente interesante.
Un hombre norteño con vocación de estrella, en la más amplia y positiva acepción del término, la que hace referencia a que para serlo hay que haber vivido mucho, tener un componente mitómano y mucha cultura en las entrañas y sesera, en las antípodas de la pose imperante en su siempre odiado indie, que hace algunos meses publicó 'Tierra Firme', el segundo trabajo que firma como solista en el que plasma casi todas las vertientes musicales de las que ha mamado a lo largo de años y años de escucha y disección metódica de grandes y pequeños, buscando, escarbando y encontrando donde otros solamente se quedan en lo superficial. Ya saben, viviendo en esa sutil diferencia entre sentir las cosas de verdad o solamente queriendo salir en la foto con la mejor sonrisa de vestido para epatar.
A través de esas coordenadas ha firmado un trabajo poliédrico y vibrante, que contiene trallazos, intimismo, melodía y sintetizadores; deudor de muchas voces y a la vez autónomo e independiente. Potente, lírico y visceral. De barra de bar, grada de estadio, soledad y amor, y que a la vez contiene muchos ecos de sensualidad, luz tenue y habitación en compañía ajena.
La emoción comienza desde los primeros acordes de la titular 'Tierra Firme', transformada en jolgorio con la rocanrolera instantánea de 'Napalm', repleta de referencias futboleras de innegable sabor argentino; para dar paso a los aires leves de la orgánica y elegante 'Pasos de Baile', enlazada con la sensualidad del soft-glam secuenciado que nos muestra en 'Alborada' y la resacosa 'Al Otro lado del Amanecer', hasta llegar a los aromas acústicos de 'El Cielo es poco Acogedor I'.
Con el 'El Cielo es poco Acogedor II' y 'Nuevo Cine Español', marca una pausa en el minutaje gracias a dos composiciones netamente punk en las que recupera el espíritu de una banda seminal, única e irrepetible que le marcó en su más tierna juventud como son nuestros admirados Ilegales, para dar paso a las embriagadoras y hedonistas 'Casanova' y 'Opulencia'.
Llegamos a la recta final del disco entre los ambiente cabareteros culturetas de 'Poemas', enlazando con las amorosas e interesantes “Tú y Yo” y “Sin Miedo”, que no hacen sino demostrarnos que Igor es un artista camaleónico con armario repleto de trajes por vestir en los que se mueve con total acierto.
Las sensaciones que nos acompañan después de la escucha reposada y exhaustiva de 'Tierra Firme' son más que alentadoras. Nos encontramos ante un trabajo versátil, capaz de transmitir emociones y de moverse con acierto en un amplio abanico de estilo diverso abordados siempre con notable acierto.
No sabemos cuánto tiempo habrá que esperar hasta que el músico de Pasajes se decida a volver a entregarnos una nueva colección de canciones, más que nada por su frenética e hiperactiva actividad, pero de lo que sí estamos seguros es que hemos encontrado con ésta 'Tierra Firme' un lugar en el que quedarnos a disfrutar largo y tendido.