Por: Javier González/javi@elgiradiscos.com
Hace un par de años los barceloneses Elefantes decidieron volver de su retiro musical con “El Rinoceronte”, un compendio de canciones emotivas que devolvían a la actualidad a una de las bandas que mejor supieron asimilar en su momento parte de la herencia del mejor pop-rock de facturación británica, condimentándolo debidamente con el calor y saber hacer de ciertas propuestas hispanas, tanto de un lado como de otro del océano atlántico, para dar muestra de que los grandes nombres de nuestra música podrían tener en ellos unos más que dignos herederos.
Hace un par de años los barceloneses Elefantes decidieron volver de su retiro musical con “El Rinoceronte”, un compendio de canciones emotivas que devolvían a la actualidad a una de las bandas que mejor supieron asimilar en su momento parte de la herencia del mejor pop-rock de facturación británica, condimentándolo debidamente con el calor y saber hacer de ciertas propuestas hispanas, tanto de un lado como de otro del océano atlántico, para dar muestra de que los grandes nombres de nuestra música podrían tener en ellos unos más que dignos herederos.
Una afirmación de lo más oportuna que sobrevuela a cada nota éstas “Nueve canciones de amor y una de esperanza” con las que ahora vuelven para hacer lo que más y mejor saben hacer, cantarle al amor y al desamor de una manera tan emotiva como sincera con una soltura y solvencia de la que muy pocos pueden hacer gala.
Vuelven con un disco cargado de grandes canciones, profundo en letras, melodías y repleto de calado, y además lo hacen rodeados de un buen grupo de amigos provenientes de distintos ámbitos musicales (ahí aparecen nombres como los de Bunbury, Sidonie, Love of Lesbian y hasta, pongámonos de píe para citar a éste genio de nuestra música, el señor José Luis Perales), otorgando rotunda bendición al que creemos que es el mejor disco de toda su trayectoria.
Desde los primeros acordes de `Que todo el mundo sepa...`, queda bien claro que el aroma de Elefantes impregnará el disco, tengamos en cuenta que quizás sea la canción más previsible del álbum, al menos musicalmente es la que más se acerca a otros trabajos de la banda, algo similar a lo que ocurre en `Lo Más Pequeño`.
La emoción comienza a desbordarse con la interpretación que Shuarma y Bunbury realizan en `Duele`, un corte repleto de dolor y hondura, dando paso a la revisión del `Te Quiero` del maestro Perales, al que ahora muchos modernitos y no tan modernitos descubrirán gracias a ésta versión, pero que lleva muchas décadas siendo un grande de nuestra música, no en vano en ésta páginas se han reseñado algunos de sus trabajos recientes, donde Elefantes se hacen acompañar por la voz de Santi Balmes y Marc Ros de Sidonie, en un acertado y brillante homenaje a un grande de los de verdad, dando paso al minimalismo detallista de `Hoy´, un arrebato de sinceridad critica con mucha luminosidad.
El estado de gracia queda declarado al afrontar con valentía, descaro y acierto ´No me Amenaces´, el clásico de José Alfredo Jiménez, al que remozan con otra versión marca de la casa que invita a cantarla en casa, el coche o en pleno concierto, pero voz en grito y a corazón abierto. A renglón seguido el cuarteto catalán busca con la mirada el sur, parando justo en el barrio de Triana, rescatando la voz y el sentimiento del maestro Jesús de la Rosa en ´Oígo tus pasos´.
La recta final del disco comienza con ´Volvió la Luz´, una canción resplandeciente con más peso del que parece mostrar de primeras deudora sin lugar a dudas del sonido de los The Cure más pop, continuando por ´Creo en Ti´, un corte que nos devuelve a los Elefantes más crudo y experimentales, en un corte que bien podrían haber firmado Joe La Reina o sus paisanos de Standstill, para cerrar con la ambiental y dolorosa ´Te Echo de Menos´ el disco más redondo y excepcional de toda la andadura de la banda.
Soy consciente de que el patrón musical e incluso lírico de éstas “Nueve canciones de amor y una de esperanza” será fácilmente rastreable a poco que se escarbe dentro de la discografía del grupo barcelonés. Muy probablemente muchos me dirán que por ahí el elemento sorpresa se irá al traste y la afirmación de colocarlo entre mis favoritos de los editados por la banda sea censurada por parte del público lector. De lo que no me cabe la menor duda es que estamos ante un trabajo excepcional, emotivo, consistente y redondo en su minutaje, con un total de diez canciones de entre las cuales ocho rayan a un nivel más que alto. Por lo que creo que sí, que Elefantes han conseguido llegar a su gran obra, la más lograda y disfrutable. Recomiendo su escucha encarecidamente. No les decepcionará.