Por: Alejandro Guimerà
Dylan LeBlanc se presentó en el cambio de década con un notable "Paupers Field" (2010), que le reportó grandes elogios y comparaciones con el mismísimo Townes Van Zandt. Canciones como "If The Creek Don' t Rise" - que contaba con la participación de la gran Emmylou Harris-, revelaban el talento de este muchacho de Shreveport (Lousiana) capaz de ofrecer una mirada personal y renovada a las baladas country con una prodigiosa voz y muchas dosis de calidez musical. La continuación del disco, "Cast The Same Old Shadow" (2012), no se hizo esperar aunque acabó recibiendo malas críticas ya que se alejaba de lo esperado, quizás por carecer de esa frescura del debut que intentaba suplir a base de ambientes misteriosos y, en ocasiones, con estructuras musicales desordenadas .
Para su tercer largo, el joven cantautor ha querido tomarse su tiempo y madurar unas composiciones que finalmente han quedado fabulosamente empaquetadas en los diez cortes de este álbum que vuelve a recuperar las mejores esencias de quien lo firma. Si bien con "Cautionary Tale" (traducido como "cuento con moraleja") Dylan LeBlanc se aparta de la balada country para acercarse hacia el folk-pop más universal explotando su mejor arma: la evocación de sentimientos.
Con unas texturas que se llenan de pianos, guitarras acústicas, slides, tenues baterías, la mandolina marca de la casa y unos sentidos violines, la voz de Dylan planea por encima de todo mostrándose cálida y cercana, romántica e íntima, y, sobre todo, dando muestras de un carisma perdido en su segundo elepé.
Así, encontramos evocaciones al soft-rock de bandas como Chicago o America ( "Cautionary Tale"), barroquismo de porcelana ("Roll the Dice"), ejercicios de blues ligero ("Look How Far We' ve Come"), épica ensoñadora ("Man Like Me"), apasionadas denuncias a las manipulaciones mediáticas y políticas ("Beyond the Veil"), aproximaciones a Roy Orbison ("I' m Moving On") o taciturnas y arenosas baladas ("Balance or Fall").
Un disco bastante completo, de fabulosa producción y con cierto aire "comercial" que le va acercando poco a poco a la figura de cantautor indie consagrado, y a nombres como Josh Rouse, Neil Halstead, Iron & Wine, o al Ryan Adams más sosegado. Ahora solo falta conocer cuál es su aceptación.