Segundo trabajo de este joven artista, que en sólo siete canciones (una de ellas se incluye únicamente en el disco en formato físico, como bonus track para sus seguidores más fieles) presenta un proyecto complejo que navega por distintos géneros.
No sólo eso, sino que Kike presenta cada uno de sus temas asociado a un color, de ahí el título y a un elemento, ofreciendo así un álbum redondo, con sentido, pensado.
La música en una primera escucha recuerda muchísimo a Leiva, a quien hay que reconocer como mínimo el mérito de dejar a su paso una estela de artistas influenciados fuertemente por él. En una segunda escucha encontramos también puntos en común con Quique González, sobre todo en el tema extra, "Dos lagartos al sol", el más rockero, junto a "Contacto con tacto", que abre el disco. Muy bien elegido el orden, ya que esta primera canción contiene una gran dosis de energía y consigue que te pares a escuchar, que prestes atención. Kike rapea en ella, más que canta, una relación sentimental como si de un combate de boxeo se tratara. Original e interesante, sin duda.
Merece también especial atención "Dos", precioso tema, muy íntimo y delicado (color rojo para Kike) al que sólo pondríamos un pero, el abuso quizá de las frases hechas, de una letra algo forzada.
Y es importante destacar los clarísimos toques de jazz y de blues en "Haz lo que tengas que hacer", muy bien instrumentada y con letras que incitan a recomponerse, a resucitar y tomar las riendas, a pasar a la acción (“herido de muerte, has vuelto a nacer...”); y en "Clave de Sol", un dejarse llevar muy agradable, con el color amarillo como protagonista, verde y azul a la vez, naturaleza y agua fluyendo.
Por último, la canción quizá más sentida del disco, "Sincronizados", una delicia color cian que comienza con punteo de guitarra y voz y va in crescendo, ganando intensidad e instrumentación de forma paralela a la letra: “Vamos despacio, pero vamos paso a paso, nos estamos acercando...”. Una canción a primera escucha pequeña, pero que algunos (o muchos) escogeremos como nuestra favorita del disco.
Hay que dar una oportunidad a este trabajo, porque es de los que cuanto más se escucha más gusta y hasta engancha. Y si en un primer momento nos hace pensar fundamentalmente en Leiva y más adelante en Quique González, cuando entras a fondo en el disco ya encuentras un estilo propio, que sólo corresponde a Kike Calzada.