Por: Sergio Iglesias
Que no hay otra persona musicalmente más inquieta que Fermin Muguruza en todo el Estado es algo que ya sabíamos desde hace muchos años. Exactamente desde los 80, cuando se puso a jugar a ser Joe Strummer y consiguió traspasar las fronteras de Euskadi con Kortatu, o años más tarde cuando se propuso hacer unos Public Enemy vascos y de nuevo consiguió revolucionar el aburrido panorama musical vasco de la época con Negu Gorriak. Después de esta aventura en el hip hop y el hardcore y, tras hacer un disco genial con miembros de DUT, el músico de Irun ha tomado parte en mil y un proyectos musicales (Dub Manifest, Kontrabanda, Jai Alai Katumbi Express...), siempre cercanos al internacionalismo y al activismo social y político. También ha colaborado con un montón de artistas de diferente carácter: Manu Chao, Albert Pla (con quien actualmente se encuentra representando la obra teatral “Guerra”), Banda Bassotti, Habeas Corpus... e incluso ha participado en la banda sonora de la película del director bilbaíno Alex de la Iglesia “Las brujas de Zugarramurdi”.
Nos podríamos extender muchísimo hablando de la carrera musical del mediano de los Muguruza pero me gustaría hablar de su otra faceta que, por otro lado, es imposible separar de su música. Me refiero al Fermín realizador, que comenzó a forjarse en el documental “Checkpoint rock”, escrito y realizado junto a Javier Corcuera y que hablaba sobre los músicos palestinos. Posteriormente presentó en importantes festivales de cine, como el de Donostia, un documental sobre una banda emergente y que sirvió para dar a conocer a Zuloak. En 2013 dirige, junto a Daniel Gómez un interesante trabajo en el que podemos disfrutar del día a día del músico y de su equipo durante su gira “No more tour” que, durante cinco meses, les llevó a dar 55 conciertos en los cinco continentes.
Ahora nos llega la nueva aventura de este culo inquieto: “Nola?” es un elegante digipack formado por un CD y un documental donde Fermín relata cómo ha sido su experiencia en el tiempo que pasó grabando en Nueva Orleans. El conjunto viene acompañado de un lujoso libreto con ilustraciones de Nila Pérez.
La película se estructura en diez capítulos, encadenados con pequeños comentarios o introducciones por parte del ácido locutor radiofónico local George Ingmire, y que corresponden a cada canción del disco, ocho versiones de temas del músico irundarra y dos versiones.
A lo largo del documental, van pasando por delante de la cámara los músicos que han tomado parte en la grabación del disco. Fermín incide una y otra vez en la personalidad de la gente de Nueva Orleans, de su carácter indomable y de su resistencia ante las adversidades, cuando se cumplían diez años del huracán Katrina que destruyó esta ciudad del sur de Estados Unidos, que se pudo rehacer a pesar de que los políticos quisieron enterrarla.
Sobre esta catástrofe giran los testimonios de los protagonistas en la primera parte de la cinta. Así podemos ver cómo afectó el Katrina a los habitantes de la localidad y como fortaleció su sentimiento de pertenencia a una ciudad. También se percibe en estos primeros testimonios una crítica hacia los mandatarios por la manera que se manejaron los acontecimientos después del huracán y que les hizo sentirse como “refugiados en su propio hogar”, tal y como relatan algunos de los protagonistas, que también tienen palabras contra los “poderes capitalistas” a los que acusan de desviar fondos de las ayudas humanitarias.
Olvidándose de estos acontecimientos relativamente recientes, el documental también nos habla de esa Nueva Orleans musical, la cuna del jazz y de la música negra en general. Vemos cómo se vive la música en esta ciudad y la influencia que tiene en el carácter de sus habitantes. Fermín nos da la oportunidad de conocer a auténticos virtuosos como los componentes de la Preservation hall jazz band de Ben Jaffe, que cuenta con gente como Charlie Gabriel, saxofonista de 83 años, séptima generación de músicos de su familia, historia viva de la música norteamericana y que ha tocado con Aretha Franklin o John Lee Hooker, entre otros.
La orgullosa influencia africana reconocida por los músicos es lo que marca la diferencia de Nueva Orleans respecto a otras ciudades de Estados Unidos.
Creencias, tradiciones y hasta un sentido homenaje a Amaia Apaolaza, la que fuera manager de Fermin Muguruza y fallecida el pasado año. Todo tiene cabida en este agradable paseo por esta maravillosa ciudad del estado de Louisiana, vista a través del prisma del cosmopolita músico vasco.
En el aspecto musical poco que destacar: versiones de Fermín o sus diferentes reencarnaciones (Negu Gorriak, Kortatu...) ya conocidas y pasadas por la batidora del sonido de Nueva Orleans con un resultado desigual dependiendo del carácter de cada tema.
Hay algunas adaptaciones fantásticas como la de “Zugarramurdin akelarrea” o "Black is beltza", con el impagable acompañamiento de la voz de Erika Falls, pero a ratos se perciben unas melodías excesivamente forzadas, tal vez por ser canciones demasiado interiorizadas a lo largo de muchísimos años como “Etxerat” o “Dub manifest”.
Quizá sea ese el motivo por el que nos encontramos más a gusto escuchando las dos versiones con las que cuenta el disco (“Mess Around” de Ray Charles y “When I Die” de Kermit Ruffins) y en las que Fermín interviene hábilmente para introducir versos en euskera.
El resultado general es un atractivo conjunto en el que Fermín Muguruza nos vuelve a sorprender por su magnética visión de las cosas y se confirma como un extraordinario realizador audiovisual, sin olvidarnos de esa capacidad innata que tiene de acompañarse siempre de los mejores músicos de cada lugar que visita.