Por: Txema Mañeru
¡Casi 20 años sin disco nuevo de los neozelandeses The Chills es demasiado tiempo! Más aún porque en los años 80 y de la mano del sello Flying Nun Records formaron una hornada de bandas de gran y heterodoxo pop junto a The Clean o The Bats. Al frente del cotarro estaba y sigue un superviviente nato como es Martin Phillips. Al comenzar los 90 tuvieron un relativo éxito internacional merced a un gran disco como “Submarine Bells” y a un celestial single como ‘Heavenly pop hit’.
Luego llegó una larga travesía por el desierto debido a varias adicciones peligrosas de Martin y a alguna grave enfermedad. Además tampoco ayudaron los múltiples cambios de formación. Pero Martin ha resultado ser un superviviente nato y aquí lo tenemos ahora con un disco más que agradable y con algunos momentos realmente brillantes que merece la pena diseccionar.
No es “Submarine Bells” pero te enamora pronto con un ritmo reposado como el de ‘Warm waveform’, con el encanto de The Blue Nile o de los mejores Prefab Sprout. Luego rejuvenece con la fresca y chisposa ‘Silver Bullets’ y enamora con la melancolía de antaño de ‘Underwater wasteland’ en forma de guitarras que recuerdan a The Church y a The Chameleons. Sigue otro tema polémico como ‘America says hello’ ya que estamos ante un tipo cuyas letras siempre estuvieron muy por encima de la media y que merece la pena tenerlas a mano al escuchar el disco.
En su cambio constante tenemos las guitarras con aire western de ‘Liquid situation’ antes de llegar a uno de los momentos más espectaculares del disco. Los más de 8 minutos de ‘Pyramid / When the por can reach the moon’ tiene crítica social y grandes momentos corales que finalizan en un pegadizo estribillo final que te gustaría seguir oyendo unos minutos más. ‘I can’t help you’ te ayuda y te carga las pilas cn su precioso y pegadizo estribillo.
Todavía mejora la cosa al final con los aromas folk a lo Waterboys de la canción de amor ‘Tomboy’ que es realmente entrañable. Acaban con más pegadizo jangle-pop en ‘Molten gold’ de nuevo con cristalinas guitarras y con un ritmo alegre entre The Church y Lloyd Cole & The Commotions. ¡No me gustaría tener que esperar otros 19 años antes de volver a escuchar canciones así de agradables y personales!