"Estamos un poco realojaditos en este planeta y lo hemos usado ya lo suficiente"
Por: J.J. Caballero
Debería ser obligatorio para cualquier periodista o aficionado a escribir sobre música que se precie entrevistar cada cierto tiempo a un personaje como Julián Hernández. Por su enorme bagaje y certeros pareceres sobre cualquier tema perpendicular al oficio de ser músico y ejercer de ello, la charla se convierte en una continua espera del titular perfecto. Este señor de aspecto desgarbado y embeleso perenne esconde el secreto del éxito parcial pero seguro de una banda mítica en España como Siniestro Total. Lleva muchísimos años en el candelero (mejor dicho, fuera de él) y sigue grabando álbumes casi imprescindibles con la actual encarnación del grupo, de la que él se erige prócer y portavoz por experiencia y sabiduría. Al hilo de nada en concreto y de todo lo que sus discos significan para muchos de nosotros descolgó el teléfono a nuestra llamada y se mostró tan apasionado y apasionante como siempre. Un regalo para los oídos y las conciencias adormecidas.
Por: J.J. Caballero
Debería ser obligatorio para cualquier periodista o aficionado a escribir sobre música que se precie entrevistar cada cierto tiempo a un personaje como Julián Hernández. Por su enorme bagaje y certeros pareceres sobre cualquier tema perpendicular al oficio de ser músico y ejercer de ello, la charla se convierte en una continua espera del titular perfecto. Este señor de aspecto desgarbado y embeleso perenne esconde el secreto del éxito parcial pero seguro de una banda mítica en España como Siniestro Total. Lleva muchísimos años en el candelero (mejor dicho, fuera de él) y sigue grabando álbumes casi imprescindibles con la actual encarnación del grupo, de la que él se erige prócer y portavoz por experiencia y sabiduría. Al hilo de nada en concreto y de todo lo que sus discos significan para muchos de nosotros descolgó el teléfono a nuestra llamada y se mostró tan apasionado y apasionante como siempre. Un regalo para los oídos y las conciencias adormecidas.
Lo suyo es un curioso caso de hiperactividad no expuesta. Los seguidores de Siniestro Total lo saben, y los que los siguen solo esporádicamente deberían sospecharlo. Músico, actor, productor, escritor… ¿Qué extraño mal aqueja al cerebro de alguien para impedir que nunca descanse en paz, con perdón?
Julián Hernández: Bueno, tampoco son tantos frentes abiertos. Parece un poco… Publicando libro, estando de gira con el grupo, pero no son tantos, al final es más o menos lo mismo todo. Se trata básicamente un poco de lo que decía el Wyoming, matarnos a trabajar para no dar un palo al agua. Es lo que se debe hacer pero no nos sale, al final tenemos que trabajar un montón y el pluriempleo es a lo que tiendes.
No me negará que lo de ‘Sustancia negra’ no fue sorprendente. Algunos incluso aún no se han repuesto del shock de leer una novela de esas características.
Julián Hernández: Hombre, había algo de ficción ya escrita, había algún cuento que fue publicado, pero claro, una novela de largo recorrido y que has de trabajar bastante más fue muy divertido. Había que plantear los temas largo y tendido y en fin, con toda la confianza que me dio Belén Bermejo, la editora de sección de Espasa, que a medida que iba leyendo barbaridades me decía que siguiera adelante y yo encantado, claro.
Hasta se permite la licencia de registrar un nuevo término: “cachaverosódico”.
Julián Hernández: Hombre, tanto como registrarlo no, no es cosa mía. Eso ya existía, sinceramente, no es ninguna pretensión de inventarme palabras ni del gíglico de Julio Cortázar ni nada por el estilo. Es una palabra que usaba mi padre y que era de uso más común, y cuando de repente alguien me dijo en twitter que “cachaverosódico” no existe dije “¡va, qué tontería, claro que existe!”. Bueno, pues busqué en todas partes, en ese momento me puse a buscar en el diccionario de la Real Academia, en el de María Moliner, en todos, y no estaba en ninguno. Yo empezaba a pensar que el término no existía, y cuando lo dijeron en twitter me acordé de mi padre, que había muerto, y ya no le pude preguntar de dónde había sacado la palabra, o sea que nos hemos quedado sin etimología. Mi madre, que aún vive, no sabe de dónde salió, pero sí, se le daba uso común en casa.
La historia se las trae, y el trasfondo del fin de la civilización siempre está ahí, como una idea recurrente. ¿Tan cerca está el apocalipsis?
Julián Hernández: Hombre, yo lo espero. Sinceramente, yo creo que ya estamos un poco realojaditos en este planeta y lo hemos usado ya lo suficiente. Aparte de que este mes es el sesenta aniversario de la primera bomba atómica, o sea que tenemos los medios para ese apocalipsis muy bonito, como el de “Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?”. Yo creo que aparte de que narrativa y literariamente es un tema que da mucho juego, la extinción de la especie humana es un opción que hay que contemplar taxativamente.
Por otro lado, permítame decirle que ya estaba tardando en publicar algo con “sustancia” literaria. Su pluma, con perdón otra vez, siempre ha sido muy afilada, y no solo en las letras de las canciones.
Julián Hernández: Escribir letras de canciones o columnas para El Faro, por ejemplo, es verdaderamente el instinto que me pesa, pero bueno. Había habido varios intentos también con Gonzalo Canedo, de Libros del Silencio, pero más vale llegar a tiempo. En el caso de la llamada de Bermejo fue tal cual, al echarle un vistazo a las posibilidades del asunto resulta que en ese momento sí se podía, tenía mucho más margen de tiempo, tenía un montón de cosas guardadas en las carpetas de guardar cosas que no sabes qué vas a hacer con ellas y así salió ‘Sustancia negra’.
Eso se ha ido notando a muchos niveles, y no es necesario a estas alturas hablar de la manida “madurez” de un artista. ¿Un músico de hoy debe retratar, interpretar o vomitar la realidad?
Julián Hernández: ¡Qué buena pregunta! Pues la verdad es que no lo sé. Quizá la realidad es esa pesadilla de hacer que huyes, ¿no? Entonces, por un lado, si la vida es muy lícita son hechos todo lo que existe, que decía Dickens, el mundo es la totalidad de los hechos y de las cosas, y de lo que no nos queda más remedio es de depender de la realidad para directamente intentar dinamitarla como sea.
Ustedes llevan más de 30 años en activo y su discografía hoy se antoja imprescindible, pero hay tantas diferencias entre los últimos trabajos y los primeros (no para nosotros) que mucha gente puede despistarse al enfrentarse a vuestra música de primeras. ¿Cómo ve con la perspectiva del tiempo el legado, si es que lo hubiere, de una banda como Siniestro Total?
Julián Hernández: Parece un reduccionismo un poco simplón lo de que hay mucha diferencia entre el primero y el último. Ya, pero en medio hay un recorrido sinuoso. No es así, no es A o B, primero o último. Yo estoy de acuerdo en que no hay tantas diferencias, siempre ha habido diferencias musicales. Dentro del primer álbum de Siniestro, habrá que saber por qué, también había un reduccionismo. “Bueno, estos suenan como los Ramones o como los Sex Pistols”… Pues el primer disco de Siniestro tiene cosas que parecen PIL o parecen los Jam o The Cure y había muchas caras en el grupo, los estábamos fusilando a conciencia. Es curioso cómo se atrancan los tópicos y los clichés. Cuando un grupo tiene una historia larga lo normal es que haya altibajos y que todo de alguna forma también tenga una curva sinusoide, que las cosas cambien en un momento dado y nosotros partimos de que éramos más fans que músicos, cuando hay algo que nos gusta intentamos imitarlo. La imitación tiene unas líneas básicas, y es que si imitas mal te sale algo más alucinado, el error de la copia es la devoción. Básicamente me atrevería a decir que esa es la misma filosofía hasta hoy.
Los últimos quince años han sido cruciales. Hay discos conceptuales como ‘La historia del blues’, llenos de actitud punk como ‘Popular, democrático y científico’ o de puro recreo como ‘Country & western’, aparte de recopilatorios, celebraciones y directos como ‘La noche de la iguana’. Parece que no, pero yo creo que son más prolíficos ahora.
Julián Hernández: Es una manera de trabajar distinta, entiendo yo, porque en la primera mitad de los ochenta lo que hacíamos era entrar directamente dentro de un ciclo que era como normal para la época y el momento. Grababas y mandabas la maqueta a Radio 3, al programa de Ordovás y, la cosa consistía en que a mediados de otoño grababas un elepé, tocabas en Madrid y en cuatro sitios más luego en verano y al año siguiente grababas otro elepé y así todos los años. Era una especie de ritmo marcado ya casi como el ruido de las galeras, a tambor, pero ahora quizá haya que ir inventándose lo siguiente sobre la marcha y entonces, pues bueno, da un poco una sensación más de vértigo pero a mí me resulta muy divertido. Nos planteamos las cosas al margen de compañías discográficas y de cualquier tipo de exigencia de mercado. Por un lado es una desgracia porque la industria discográfica española se ha ido al garete, pero por otro lado para nosotros es magnífico, estamos encantados de la vida.
Desde 2013 andan publicando singles virtuales, como canciones sueltas que no pertenecen a ningún trabajo en concreto. No parece que haya intenciones de agruparlas en un futuro álbum, esto suena más bien a un “aquí te pillo, aquí te mato”.
Julián Hernández: Sí, lo que pasa es que luego la tentación de agruparlos en un álbum es mucha, sobre todo si damos con un formato bueno, bonito y barato y una cosa que quede bien. Podemos caer en un problema, de hecho estábamos pensando en grabar algunos temas más y ya pensar en un vinilo y usarlo como regalo de Navidad. Lo tenemos que ver, porque ahora tenemos que salir de la gira esta bajo un sol de justicia que nos va a fulminar a todos, y veremos cómo lo hacemos, pero deberíamos sacar un álbum, porque también es verdad que luego quedan los singles desperdiciados… Bueno, no desperdiciados, desperdigados por ahí por la red y tampoco es cuestión de eso, lo mejor es darles un poco de cobijo y una casita a los pobres.
¿Es una forma de facilitar la escucha a las nuevas generaciones, por aquello de que el soporte físico ni lo conocerán en pocos años, o una necesidad creativa?
Julián Hernández: Es un poco más lo primero, pero es la idea más pop que ha habido nunca, es decir, los Beatles es lo que hacían, no es ninguna novedad ni nos hemos inventado absolutamente nada. Lo que hacían ellos eran sacar singles, uno al trimestre, y luego al final del año añadir dos o tres canciones más y tenían el ‘With the Beatles’, o sea… Las cosas pasan porque pasan, lo que no vemos demasiado lógico es el momento en que ya dejamos de grabar un LP al año, que era demasiado precipitado todo porque los tiempos no pueden ser tan rápidos, y lo que sí vemos es que esta es una manera de hacerlo, el grabar un LP pero a la vista de todo el mundo, no estar tres años esperando a ir grabando canciones o grabarlas todas de golpe y sacarlas de una tacada. Es ir sacando los singles y luego sacar el álbum al final del todo. La verdad es que estamos muy contentos con esta manera de trabajar, nos quita una cantidad de peso y de discusiones filosóficas sobre qué significa el rock and roll.
Y por esas recientes canciones, definitivamente la madre de todos sus males parece que es el blues. Al menos es el estilo más recurrente en los últimos tiempos.
Julián Hernández: ¿El estilo más recurrente dices? Sí, bueno, es verdad que tenemos una influencia y unas veces se nota más y otras veces menos. Cuando grabamos ‘La historia del blues’ curiosamente tampoco hablábamos de blues exclusivamente, había rock, heavy metal, música psicodélica, funk, casi hip hop… ‘Country and western’ era tres cuartos de lo mismo, nos habíamos planteado hacer un disco de country pero bueno, sencillamente no nos salió, nos salió un disco de rock, a veces tiene algo parecido al country pero no mucho más que cualquier otro disco de Siniestro. Lo que nos pasa con eso es que somos probablemente el grupo más ecléctico que existe porque a lo mejor tenemos un cierto estilo que solemos guardar pero en todo caso un género determinado no lo tenemos, esa es mi versión.
Mucha culpa tendrán los viajes al otro lado del charco para grabar y promocionarse, y esa amistad ya fructificada con el productor Joe Hardy.
Julián Hernández: Tiene una culpa relativa. Sí que Hardy es más de lo que se podría esperar de un productor, bastante más, pero luego también al mismo tiempo yo creo que es una especie de ping pong, de vez en cuando a nosotros nos da por americanizarnos un poco más. Pero a Hardy no le importaría que fuéramos más volcánicos, por ejemplo, lo que pasa es que a él le pasa como a nosotros, llevamos mucho tiempo trabajando juntos, concretamente veintidós años que es una barbaridad, para un trabajo de lunes a viernes con un productor yanqui. La diferencia está en traducirle las letras, que para mí es muy importante, para que sepa de qué van las canciones, y como él dice para su desgracia, en el instituto escogió francés en vez de español, pero al final conseguimos comunicarnos en inglés y podemos contarle nuestras cositas.
Tienen una audiencia fiel y en directo nunca decepcionan, y no les faltan escenarios ni épocas donde tocar dentro y fuera de nuestras fronteras ¿Se vive ya casi exclusivamente del directo?
Julián Hernández: Bueno, nosotros nunca hemos vendido cantidades industriales de discos, eso ya que vaya por delante. Si te diera nuestro número de ventas sabrías que queda lejos de igualar las cifras que otros grupos han conseguido en España, como Radio Futura, El Último de la Fila, Dover o gente de ese estilo, pero lo que sí es cierto es que más o menos en un momento dado la industria discográfica tenía unos ciertos márgenes en los que algo de pasta podía haber, pero bueno, no mucha. En realidad vivimos también de los derechos de autor y de los conciertos pero ¿qué pasa? Que las cosas están cambiando y los derechos de autor, que es una cosa que se supone que estaba bien gestionada y en buenas manos ha pasado a estar dirigida por la SGAE que ha tirado el dinero de una forma bastante escandalosa, y al mismo tiempo lo de los conciertos y el directo se ha complicado considerablemente. La cultura en España roza la sordera y nos dejamos un veintiuno por ciento de IVA, y todo esto hace que la industria, la música, las esté pasando canutas, porque no hay manera de establecer circuitos o hacer las cosas con una cierta seriedad y solidez. Pero es normal, el caso de la música en España, por mucho que se diga lo contrario, y es una asquerosa mentira, es un país decadente en el que la música a cualquier nivel educativo es una maría –ahora va a desaparecer directamente- y en Europa la música es obligatoria en todos los niveles y la diferencia es un abismo, claro. Hace mucho tiempo que no leo una entrevista con algún político digamos relevante en la que cuente lo que escucha, ni siquiera cuentan qué música escuchan porque probablemente no escuchen ninguna.