Hay discos que no te dejan indiferente. Suelen ser los muy buenos y los muy malos y "At Least For Now" pertenece claramente al primer grupo. Benjamin Clementine es un artista singular, muy especial y al que hay que prestar atención, él mismo se cuela en tus oídos y te zarandea para que despiertes del letargo musical que domina las listas de éxitos actuales.
En su primer disco, cuya edición “deluxe” acaba de salir al mercado, muestra un universo particular; su música, en la que hay dos grandes protagonistas, su piano y su voz, cuenta historias. Es un trabajo que va mucho más allá de reunir un puñado de buenas canciones y ofrecerlo al público. Aquí hay algo más grande, el resultado de unas vivencias personales tan fuera de lo común y tan intensas que te hace dudar si lo más importante son los temas o la vida de aquel que los compone y los interpreta. La conclusión es que ambas cosas son lo mismo, una experiencia vital convertida en música. En buena música.
Benjamin Clementine es un artista autodidacta que se agarró al arte como tabla de salvación de una familia en la que no se sintió a gusto y que le llevó a salir de su Londres natal y a probar fortuna en París, donde desempeñó trabajos mal reconocidos y peor pagados. Llegó a vivir en la calle y ni en los peores momentos dejó de componer y de tocar el piano. Su talento descomunal y su confianza en sí mismo le llevó a ser reconocido y a tener la oportunidad de participar en diversos festivales y de grabar sus temas.
Cuatro párrafos escritos y no hemos comentado aún que su voz y su música son la reencarnación de la mismísima Nina Simone. Escuchar "At Least For Now" es transportarse hasta un oscuro bar parisino lleno de clientes y de humo en el que la gran Simone deleita al personal interpretando su repertorio. Clementine ha conseguido algo así. Es magia lo que hace con su música, no apta para todos los momentos pero sí para todos los oídos sensibles.
Sus melodías delicadas e intensas a la vez y sus letras que hablan de soledades y de esperanzas son más francesas que británicas, no en vano dice haberse inspirado en Jacques Brel y en Erik Satie al componerlas. Ahí pone el nivel y no sonroja que lo haga, pues la calidad de su música está a la máxima altura. Es brillante.
El álbum puede escucharse de forma lineal, ponerlo en el reproductor y dejar que suene de principio a fin, pues la atmósfera en la que se mueve es la misma en todos los temas, sin grandes distorsiones. En esta versión deluxe se incluye una fantástica interpretación en vivo de la canción "Riverman", muy nocturna y clásica, para la BBC y otra actuación en directo del que es quizá el mejor tema del disco, "London", que se mueve entre el clasicismo más puro y el pop más actual de una forma natural e innovadora, fantástica. “London is calling you, what are you waiting for?” Imprescindible canción para descubrir el mundo y el estilo propio de este jovencísimo artista, del que asusta pensar lo que puede estar por llegar.