Sala Hangar, Córdoba. Viernes, 6 de noviembre del 2015
Por: J.J. Caballero
Fotogafías: Raisa McCartney
Al principio te congratulas de que una artista dueña ya de una trayectoria respetable se suba al escenario “desnuda” (cuidado, que ya se sabe por dónde va la imaginación de algunos) y presente una de sus más bonitas canciones, ‘Interior noche’, casi como fue traída al mundo. En paños menores, sin colorantes ni aditivos, y justo antes de presentar a su banda y empezar el bolo propiamente dicho. Pero luego compruebas que esa es la tónica, el tono confesional y cómplice. Claro que si no eres fan de toda la vida te quedas un poco a medias y entiendes mejor la pericia instrumental de sus músicos como justificación a un directo de bastante enjundia e igual de empalagoso por momentos. Escuchando sus discos, es de esperar que la jiennense se ciña a esa zona de confort que le ha servido para asomar los pies fuera del tiesto ligeramente con su última producción, una muy digna grabación titulada ‘Santa’ en la que se permite desmelenarse más de lo normal con el agradecimiento de unos cuantos.
Habría que hablar, aunque sea brevemente porque su actuación no dio para mucho, de una cantautora local ciertamente desangelada por la falta de empatía de un público que en su mayoría tampoco estaba por la labor de suplir su desconocimiento con un conato de fervor. Gloria Ariza viene de una banda interesante, El Secreto de Brunanburh, y es otro de los firmes valores locales que pugna por salir de un circuito cada vez más ceñido a su propia endogamia. Tiene mimbres para despegar en solitario o con cualquier músico que se ponga a su servicio, y letras emocionantes como las de ‘Huracán’ o ‘California’, y con referentes como Tom Petty y en general la música de base folk debiera ser justo un éxito al menos efímero. El trabajo y la buena disposición no son siempre sinónimos de triunfo, y será en otra ocasión –merece que en su ciudad le den varias más- cuando volvamos a tener la oportunidad de comprobar su evolución.
Sabiendo que tras la intro citada en el primer párrafo la cosa pasaría a mayores, Zahara, una chica valiosa para estas lides escénicas, suple la irregularidad de sus discos con unos directos limpios y bien trabajados, lo cual se agradece cuando quieres acercarte a su obra buscando más atractivos de los que en principio parece tener. No es por hacer ‘La gracia’ con el título del tema, pero es uno de los más aseados de este disco, ‘Santa’, que ocupa el primer tramo de sus presentaciones. ‘Donde habitan los monstruos’ y ‘Oh salvaje’, atemperando modales y permitiendo los primeros lucimientos de sus músicos (mención especial para Ramiro “Right On” Nieto, el batería más solicitado del nuevo rock español). Luego se dedica a rescatar sus pequeñas joyas, esas canciones que pasan más desapercibidas para quien no se ha parado a escucharlas como merecen, y hace de ‘El universo’, el suyo y el de tres cuartos de la sala, algo realmente imponente, y claro, cuando tocan ‘Leñador y la mujer América’ todos, propios y extraños, hemos de reconocer que estamos escuchando lo que se conoce popularmente como un temazo de padre y muy señor mío, ya que la dichosa película quedó en lo que era, algo perfectamente olvidable. Aquel disco que lo incluía, ‘La pareja tóxica’, también tenía otros puntos fuertes como ‘El lugar donde viene a morir el amor’, y ella lo sabe, así que lo canta sin mayores preámbulos. Y como parece empeñada en contarnos su vida, los dimes y diretes de sus relaciones y sus hazañas alcohólicas nocturnas, también rescata una decente ‘Photofinish’ y la une con la reciente ‘El frío’. Todo muy uniforme, muy mono y bien maquillado, para que no se note que ahora la artista es otra persona. O la misma, solo que ha aprendido a llevar chaquetas con brillantinas con estilo y personalidad.
‘Rey de reyes’, ‘Hágase tu voluntad’ y ‘Crash’ completan el repaso al nuevo álbum, y ello demuestra que una vez más es menester escucharlas en directo para disipar las dudas (algunas siguen en el aire) sobre la calidad real de las canciones. Tal vez alguna de ellas fuese escrita ‘Camino a L.A.’, donde se hace un rock del que ella se confiesa devota, sin menoscabo de celebrar un ‘Funeral’ en el que las letras hirientes son exhibidas una vez más sin pudor como si al compartirlas fueran capaces de sanar las heridas que cicatrizan con cada nueva interpretación. No se corta al mostrar su cercanía sentimental al continente americano cuando versiona a Band of Horses en ‘Is there a ghost’ respetando la melodía y haciendo explayarse a toda la banda en los explosivos riffs finales. Con ‘El deshielo’, un tema en el que dan ganas de refugiarse por su fuerza narrativa, se llega al tramo de bises que completan una trotona ‘Caída libre’ y ‘Tú me llevas’, alargada hasta extremos festivos, la ocasión perfecta para que Zahara salga a bailar y agitar la pandereta con su familia, amigos y acólitos en general.
Hacer que todo parezca perfecto es un arte que no todos son capaces de dominar. Conseguirlo es harina de otro costal, aunque el intento y la humildad con que se persigue el fin son cosas dignas de admiración y respeto. Desde ahora, al tener noticias de un nuevo trabajo de esta artista, lo mínimo que deberemos tener en cuenta es que merece, y de forma cada vez más evidente, el beneficio de la duda. De su directo y su preparación para estas labores ya no tenemos el menor asomo de la misma.